En la actualidad México se caracteriza por ser un país de origen, tránsito, destino y, cada vez con mayor intensidad, retorno de personas migrantes. Debido a su ubicación geográfica, nuestro país se encuentra en una posición estratégica para toda clase de flujos migratorios y comerciales.
De acuerdo con información oficial de la Unidad de Política Migratoria del Gobierno Federal, durante el año 2022 se registraron más de 30 millones de entradas de personas extranjeras al territorio nacional. Es importante mencionar que el número probablemente sea mayor, dado que existe un alto índice de personas indocumentadas que entran al país sin ser detectadas.
Lo anterior nos lleva a entender que en México existen distintas caras de la migración. Por un lado, están las personas que llegan de Estados Unidos o Europa con una oferta laboral o para invertir en México; por otro, tenemos a las miles de personas que todos los años salen de sus países en centroamérica para encontrar mejores condiciones de vida en Estados Unidos, pero que invariablemente tienen que atravesar nuestro país para llegar a su destino.
Sobre este último grupo de personas migrantes me quiero centrar, porque son ellas quienes viven una serie de violaciones a sus derechos humanos todos los días. De acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, estas personas son víctimas de discriminación, agresiones, secuestros, violencia sexual, trata de personas, asesinatos y desapariciones. La mayoría de estos delitos son perpetrados por grupos del crimen organizado, pero también se ha tenido conocimiento de múltiples casos que involucran la participación de funcionarios públicos.
En México ha sido la sociedad civil quien más se ha preocupado por ayudar a las personas migrantes indocumentadas que se encuentran de paso por México, brindando hospedaje, alimentación e incluso asesoría jurídica. Si no fuera por las organizaciones civiles miles de personas migrantes quedarían en una total desprotección.
Es fundamental que las empresas y la academia se unan con las organizaciones de la sociedad civil para apoyar a las personas migrantes indocumentadas que atraviesan México en busca de una vida mejor. Todas y todos podemos ayudar desde nuestras trincheras y posibilidades, ya sea donando tiempo o recursos a organizaciones que trabajan en la atención y protección de las personas migrantes, o bien promoviendo políticas públicas más humanas y justas. La solidaridad y la empatía son valores que debemos fomentar como sociedad para construir un mundo más igualitario y equitativo para todas las personas, independientemente de su origen o situación migratoria.