Anaya en el país de las maravillas

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Hace días, Alberto Anaya, el presidente nacional del Partido del Trabajo, anunció el posible mantenimiento del registro como partido político nacional al conseguir los votos necesarios (3% de la votación nacional) al impugnarse los comicios de Aguascalientes y llamarse al voto nuevamente. A decir verdad, no sé que tan bueno o que tal malo sea para nuestra democracia mexicana tener un partido que durante el paso de los años se ha valido de cualquier estrategia con tal de sobrevivir.

El Partido del Trabajo encarna todas esas ideas de la izquierda de los 50s que nunca ha evolucionado políticamente ni mentalmente, un nacionalismo muy retorcido y un populismo que raya en lo absurdo en la mayoría de sus postulados.

El Partido del Trabajo encarna todas esas ideas de la izquierda de los 50s que nunca ha evolucionado políticamente ni mentalmente, un nacionalismo muy retorcido y un populismo que raya en lo absurdo en la mayoría de sus postulados.

Creado a partir de movimientos sociales en diferentes partes del país, es específicamente en el barrio de Tierra y Libertad en las faldas del cerro del Topo Chico en Monterrey donde tiene su bastión. El PT se ha cimentado ahí debido al enmarañado tejido social de esa zona. Es irónico, pero Tierra y Libertad le debe mucho al PT; les pavimentó calles, inventó los CENDIS —que son guarderías para madres trabajadoras—, ha creado parques, centros de salud, escuelas y hasta una universidad, la Emiliano Zapata.

Es irónico, pero Tierra y Libertad le debe mucho al PT; les pavimentó calles, inventó los CENDIS —que son guarderías para madres trabajadoras—, ha creado parques, centros de salud, escuelas y hasta una universidad, la Emiliano Zapata.

Desafortunadamente, el PT no ha hecho para mejorar la imagen de la izquierda mexicana. En su sitio web, han lanzado vivas al régimen norcoreano como al partido Syriza de Grecia, lo gracioso es que ni en Corea del Norte ni en Grecia ni ningún partido socialista o social demócrata lo reconoce como “simpatizante” ni siquiera la Internacional Socialista los considera miembros… a diferencia del PRI y el PRD.

Es increíble lo rentable que ha sido el PT para Alberto Anaya que, desde 1994 hasta la fecha —en forma casi ininterrumpida—, ha sido Senador o Diputado Federal. La estructura del partido se ha mantenido casi en la misma forma desde 1994 y por medio de coaliciones han ganado algunas gubernaturas como la de Oaxaca o Michoacán.

Movimiento Ciudadano ha dado muestra de la renovación partidista y del cambio de paradigmas con respecto a las tendencias nacionales.

Este 2015, al Partido del Trabajo le llegó una alarma, la alarma de lo que puede ser el último tren del auto-denominado verdadero partido de izquierda en México. Movimiento Ciudadano ha dado muestra de la renovación partidista y del cambio de paradigmas con respecto a las tendencias nacionales.

Si hay que comer tierra, lo harán; si hay que poner a artistas del momento como candidatos, lo harán; si hay que colgarse de cualquier asunto nacionalista, lo harán.

Por el bien de la izquierda, el PT tiene que renovarse, pero por el bien del PT no importa la forma ni la manera. Si hay que comer tierra, lo harán; si hay que poner a artistas del momento como candidatos, lo harán; si hay que colgarse de cualquier asunto nacionalista, lo harán. El PT ha representado lo más charro y rancio del sistema actuando como comparsa de todos los partidos y no dudarán en hacerlo de nuevo.

Sin embargo, dudo que el PT se renueve, siquiera cambie o evolucione. Alberto Anaya, ese hombre que transformó el agua en 300 millones de pesos del presupuesto, que caminó en el desierto 40 días y 40 noches rogando que no le quitaran su registro, el “comunista” íntimo amigo de los hermanos Salinas, mercader de la política y traidor de la izquierda mexicana, seguirá operando como negocio personal el Partido del Trabajo S.A de C.V hasta que la vida dicte sentencia.

Foto fuente: http://alternativo.mx/wp-content/uploads/2014/07/alberto-anaya-PT.jpg

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

Sobre el financiamiento de los partidos políticos en México

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A raíz de la conservación del registro del Partido del Trabajo, que supo tomar la oportunidad presentada en luz de las elecciones extraordinarias de Aguascalientes para aliarse con Movimiento Ciudadano y el PRD, resurge como tema el costo económico que representan los partidos políticos para México y con ello, algunas confusiones. A diferencia de lo que se piensa, el hecho de que el PT conserve su registro, o incluso aunque hubiera cinco partidos políticos nuevos, no nos cuesta un peso adicional a los mexicanos.

Los partidos políticos nacionales obtienen financiamiento público por tres rubros: para sus actividades ordinarias permanentes, para las actividades de obtención del voto durante elecciones federales, y para las actividades específicas.

Enseguida lo expongo. Los partidos políticos nacionales obtienen financiamiento público por tres rubros: para sus actividades ordinarias permanentes, para las actividades de obtención del voto durante elecciones federales, y para las actividades específicas.

El artículo 41, fracción II de la Constitución Federal dispone el financiamiento de los partidos políticos de la siguiente forma: el financiamiento público de las actividades ordinarias permanentes de los partidos políticos se efectuará de manera anual, multiplicando el número total de ciudadanos inscritos en el padrón electoral (85’647,870) por el sesenta y cinco por ciento del salario mínimo (El salario mínimo es de 70.1 pesos en 2015, el 65% del mismo es 45.565 pesos). Esto arroja 3,902’545,197 pesos anuales, que habrá de repartirse entre todos los partidos políticos. El 33% de esa cantidad se divide en partes iguales, y el restante se reparte en función de la última elección de diputados federales.

Ojo, del monto que reciba cada partido por este rubro, deberán destinar el 3% a actividades relativas a la educación, capacitación, investigación socioeconómica y política, así como a tareas editoriales. Sumado a lo anterior, cada vez que haya elecciones federales, existe un financiamiento adicional equivalente al 50% del ordinario (1,951’272,599 pesos) cuando se elijan Presidente de la República, senadores y diputados federales, y equivalente al 33% (1,300’848,399 pesos) cuando se elijan solamente a los últimos.

Se puede apreciar fácilmente que, independientemente del número de los partidos políticos, el costo que nos representan va a sernos exactamente el mismo mientras este imperativo constitucional permanezca inmodificado.

En luz de lo anterior, se puede apreciar fácilmente que, independientemente del número de los partidos políticos, el costo que nos representan va a sernos exactamente el mismo mientras este imperativo constitucional permanezca inmodificado.

Así que al margen de la conservación del registro del Partido del Trabajo, que en muy poco nos afecta a los ciudadanos, la atención debemos ponerla en la cantidad exorbitante que nos cuestan los partidos políticos. Este año costaron más de cinco mil millones de pesos, y en tres años que sean las elecciones presidenciales se estima nos cuesten seis mil millones de pesos (y esto solo a nivel nacional, pues sumado a esto, existe financiamiento estatal).

Si en Nuevo León quedó demostrado que con un financiamiento público inferior a los cuatrocientos mil pesos no sólo se puede ganar una elección, sino arrasarla, entonces, ¿para qué gastar tanto en los partidos?

Si en Nuevo León quedó demostrado que con un financiamiento público inferior a los cuatrocientos mil pesos no sólo se puede ganar una elección, sino arrasarla, entonces, ¿para qué gastar tanto en los partidos?

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”