Estados Unidos anuncia que continuará apoyando a ONGs y periodistas en el combate a la corrupción

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El Gobierno de Estados Unidos continuará financiando a las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), periodistas y entidades públicas de gobiernos extranjeros que denuncien y combatan la corrupción a nivel mundial, pues es uno de los objetivos principales de la administración de Joe Biden. 

En un memorando presidencial sobre el Establecimiento de la Lucha contra la Corrupción como un Interés Fundamental para la Seguridad Nacional de los Estados Unidos dado a conocer este jueves, Biden ordena a su administración modernizar, aumentar, coordinar, proporcionar recursos y mejorar la capacidad de los departamentos ejecutivos clave y agencias (como el USAID). 

“Apoyar y fortalecer la capacidad de la sociedad civil, los medios de comunicación y otros agentes de supervisión y rendición de cuentas para realizar investigaciones y análisis sobre las tendencias de la corrupción”, refiere el texto difundido por diversos medios este jueves. 

También ordena trabajar para proporcionar a estos actores un entorno operativo seguro y abierto a nivel nacional e internacional.

El Gobierno americano advierte que la corrupción es una amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos, la equidad económica, los esfuerzos mundiales de lucha contra la pobreza y el desarrollo, y la democracia misma, y se compromete a predicar con el ejemplo. 

“Estados Unidos predicará con el ejemplo y en asociación con la sociedad civil y el sector privado combatirá el flagelo de la corrupción. Pero esta es una misión para el mundo entero. Y todos debemos apoyar a los ciudadanos valientes de todo el mundo que exigen una gobernanza honesta y transparente”, sostiene.

Las medidas de Biden llegan luego de que el Presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, emitiera una nota diplomática hacia EU para quejarse por el financiamiento a la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), a la que señala de estar abiertamente en contra de su Gobierno.

Incluso, acusa a los norteamericanos de intervenir en los asuntos del país, lo cual está prohibido en la Constitución. 

Sin embargo, el memorando no hace mención directa a este caso, ni se tiene conocimiento de que ya haya una respuesta a la nota diplomática enviada recientemente. 

El valor social del trabajo

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Mucho tendemos a demeritar nuestra principal actividad cotidiana que es el trabajo; a ver con ojos de alcance inmediato nuestra principal oportunidad de trascendencia; a limitar nuestra visión y nuestros esfuerzos en la lucha de cada día en pensar que nuestro empeño, y el sudor de nuestra frente, conlleva como único resultado y finalidad, el pago de un salario justo y remunerador —en los mejores casos— o de una simple retribución —como sucede en muchos otros—.

El trabajo dignifica y santifica. La satisfacción de darnos cuenta que participamos de algo grande, es igualmente, grande. Desempeñar el trabajo que sea es una oportunidad para formar comunidad; para proveer a la sociedad de nuestra porción de esa ayuda recíproca, a la que idealmente todo contribuimos para alcanzar el bien común como organización colectiva y solidaria. No trabajar —aclaro que trabajar en el hogar es un trabajo— es dejar de tomar parte activa en el sentido de comunidad que debemos individualizar para entender el verdadero significado de servir al prójimo.

La actividad que implica la prestación de un servicio o la elaboración de un producto, no es correctamente conceptualizada si en términos teleológicos —es decir, valorada de acuerdo a su finalidad— se vislumbra como un medio para acrecentar nuestro patrimonio (los bienes materiales no son un fin en sí mismos). El trabajo va mucho más allá. Las actividades laborales deben de tenerse en alta estima. Su correcta valoración, estriba en función de la plusvalía social que encausar correctamente nuestros esfuerzos resolviendo una necesidad de los demás de manera adecuada, genera para la colectividad.

Es una conducta ética, y por lo tanto, una obligación moral poner lo mejor de nuestra preparación, conocimiento y habilidades en favor del mejor resultado que nos sea posible generar en nuestras actividades profesionales de todos los días.

Hay que reconocer, como un deber básico ciudadano, un principio de esmero y esfuerzo en el trabajo. Es una conducta ética, y por lo tanto, una obligación moral poner lo mejor de nuestra preparación, conocimiento y habilidades en favor del mejor resultado que nos sea posible generar en nuestras actividades profesionales de todos los días.

Las formas de organización que ha adoptado el ser humano giran, en términos económicos, en torno a la satisfacción de las crecientes e ilimitadas necesidades del hombre. El desempeño del trabajo, cuando va alineado a los objetivos de la sociedad, debe buscar su utilidad en esta dinámica de consumo, participando con calidad y conciencia de lo que sucede en la comunidad.

Puede concebirse una forma de participación ciudadana efectiva, simple y sencillamente procurando generar valor social a través del trabajo; esto es ayudando con nuestras actividades profesionales a que como comunidad alcancemos, recíprocamente, un mayor nivel de bienestar.

Creo que entendido el contexto anterior, puede concebirse una forma de participación ciudadana efectiva, simple y sencillamente procurando generar valor social a través del trabajo; esto es ayudando con nuestras actividades profesionales a que como comunidad alcancemos, recíprocamente, un mayor nivel de bienestar.

Debemos hacernos partícipes de las causas sociales desempeñando nuestro trabajo, que es la principal actividad del ciudadano, de forma ética y con conciencia de nuestros deberes colectivos. Esa es participación ciudadana auténtica.

Me parece, que en la mente de nuestra sociedad, el activismo en las organizaciones de la sociedad civil se ha difundido y publicitado como participación ciudadana. Esa conceptualización es errónea por inexacta e incompleta. Participar de las causas de la sociedad civil es participación ciudadana en un segundo plano. En primer plano, y con especial prioridad, debemos hacernos partícipes de las causas sociales desempeñando nuestro trabajo, que es la principal actividad del ciudadano, de forma ética y con conciencia de nuestros deberes colectivos. Esa es participación ciudadana auténtica.
Naturalmente, cada individuo dentro de la organización social, ante la imposibilidad de producir todo, asume un rol para proveer un satisfactor a una necesidad de él y de los otros, quienes a la vez proveen al primero de bienes y servicios que sirven para satisfacer necesidades de aquél, de ellos mismos y de los demás. Eventualmente, se determina que deben de haber reglas a fin de salvaguardar el orden en las relaciones humanas y encausar el desarrollo de la sociedad. Entonces se crea el gobierno.

Si así se estructura la sociedad, participación ciudadana, pura y dura, es entendiendo ese propósito, ayudar con nuestro trabajo a generar valor agregado a la sociedad para que esta cumpla su finalidad de alcanzar el bien común.

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