El tonto

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Una noche, el presidente Adolfo Ruíz Cortines conducía a alta velocidad y fue detenido por un oficial de tránsito. Al ser obligado a descender de su vehículo, gritó indignado: “Óigame, al presidente no se le para en la calle” a lo que la primera dama, aún adentro del auto, agregó: “Tampoco en la cama”.

El anterior es uno de tantos chistes que se hicieron sobre Don Adolfo, la mayoría de ellos relacionados con su supuesta edad avanzada (asumió la presidencia pocos días antes de cumplir 63 años).

Sintetizar la gestión o incluso la persona del presidente con base en acontecimientos, características físicas o declaraciones desafortunadas, ha sido una tradición tan grande en nuestro país, al grado en que se dice que alguna vez Gustavo Díaz Ordaz, casi resignado llegó a decir: “A mí me hacían chistes por feo pero a Luis Echeverría se los hacen por pendejo”.

Enrique Peña Nieto se creó él sólo su imagen de tonto desde el día en que, siendo candidato presidencial, no pudo mencionar ni siquiera los títulos de los tres libros que marcaron su vida; en palabras de Carlos Fuentes, la respuesta de Peña fue “una demostración pública de ignorancia”, además de evidenciar una nula capacidad de improvisación.

Desde aquel diciembre de 2011 y tal vez maldecido por haber sufrido el desliz en tiempos de redes sociales, Peña Nieto ha sido retratado hasta el día de hoy como un idiota. Cada error de dicción que comete o imprecisión terminológica, han contribuido a la hoguera de su escarnio.

A contrarrestar esta imagen no han ayudado ni su gestión presidencial ni sus estrategias mediáticas, decidiendo utilizar falsos usuarios de twitter (los llamados “peñabots”) o apareciendo en la portada de la revista “Rolling Stone México” en el año 2014, junto a la frase: “¿Tonto? Ni tanto”, misma que constituye una deprimente aceptación de que es visto como tal y un desesperado e infructuoso intento por cambiar esta percepción.

Los chistes son incontables y se repiten hasta el tedio y la pérdida total de gracia; incluso los sosos y simplones chistes de Ninel Conde se han “plagiado” y adaptado a versión Peña Nieto.

Aquellos auditorios que carecen de interés político y padecen pereza intelectual, no han formado su postura respecto al presidente con base en las reformas polémicas, los escándalos de corrupción o en la inexistente evolución en materias de economía y seguridad sino en títulos de noticias, memes y videos compilatorios de sus errores y, por supuesto, en ese microcosmos no puede caber ninguno de sus aciertos, es más, siquiera mencionar la posibilidad de que éstos existen genera enojo y la inmediata sospecha de que quien lo sugiere es un vendido; el tiro seguro es llamarle imbécil y una vergüenza.

Y en ese contexto, el plagio del que hoy se le acusa cobra mayor relevancia por poner en entredicho, otra vez, su capacidad intelectual que por la falta ética que éste implicaría, en caso de ser cierto el señalamiento. Dicho plagio bien podría ser explicado desde el descuido, tanto suyo como del asesor de tesis así como en la ausencia de rigor académico, en una deficiente formación investigativa y por supuesto, en una conducta anti-ética.

En su defensa, habrá quienes señalen que dicha práctica lamentablemente es generalizada o podrían criticar el cinismo de autores señalados en el pasado por el mismo acto que hoy se escandalizan y condenan al presidente. Quizá también insistirán en una posible animadversión personal de Carmen Aristegui hacia él o incluso criticarán la expectativa que la periodista creó respecto a la noticia del plagio.

Sin embargo, ninguno de esos argumentos ni mucho menos la declaración de Aurelio Nuño, Secretario de Educación, señalando que “hay asuntos más importantes” logran ocultar que, sin importar la veracidad de la acusación, la noticia ha contribuido a esa imagen de torpe e ignorante que Peña lleva padeciendo durante casi un lustro.

La ridiculización y la sátira han acompañado a la política a lo largo de casi toda la historia del México independiente, con mayor o menor grado de censura; desde las caricaturas del siglo del siglo XIX en periódicos como “El Ahuizote” (recabadas brillantemente por Rafael Barajas en su libro “El País del Ahuizote”), los chistes de “Cuatezón” sobre Álvaro Obregón, los comediantes de carpa como “Palillo” (apresado múltiples veces), hasta llegar a tiempos más recientes con las parodias televisivas o teatrales y por supuesto, los actuales memes.

Esto último me parece relevante ya que Peña Nieto ha sido el primer presidente cuya gestión inició y terminará siendo vigilada y comentada por las redes sociales, una época en la que el chiste no depende de un comediante o caricaturista sino que fácilmente puede ser creada por ti o por mí, algo que sin duda constituye una realidad muy distinta a la de sus antecesores y a la que no se pudo ni supo adaptar; un caso de obligado análisis para los asesores de campañas y marketing político en el futuro.

El plagio más que decepcionar o indignar, para muchos es un motivo más para cuestionar la capacidad intelectual del mandatario y seguirle ridiculizando, tal vez un golpe casi mortal a su ya tan lastimada imagen.

Peña asumió la presidencia siendo visto como un tonto y todo parece indicar que no le queda tiempo ya para dejar la presidencia sin ese estigma.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

El TEPJF por un #MéxicoVerde

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El año pasado y mientras nos encontrábamos en plena veda electoral de la elección intermedia –sí, esa donde El Bronco le ganó a Ivonne Álvarez y a Felipe de Jesús Cantú–, en nuestras cuentas de Twitter aparecían mensajes alusivos a que nuestro México podría convertirse en un país ‘más verde’ y que todos deberíamos apoyar a ‘los verdes’. Considerablemente cuestionando la inteligencia de los cibernautas mexicanos, todos estos mensajes se trataban de un claro apoyo al Partido Verde Ecologista de México (PVEM) disfrazados de posibles campañas por el medio ambiente y otros. Hoy, este delito ha salido impune.

A pesar de que el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) confirmó desde mayo del año pasado que durante el día de la veda electoral los partidos políticos deberían de abstenerse de mandar mensajes o difundir apoyo a los candidatos abanderados de sus partidos.

A pesar de que el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) confirmó desde mayo del año pasado que durante el día de la veda electoral los partidos políticos deberían de abstenerse de mandar mensajes o difundir apoyo a los candidatos abanderados de sus partidos –que en este caso también se aplicó para los candidatos independientes– el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) recientemente exoneró a los ‘famosos’ que participaron compartiendo este tipo de mensajes, alegando que los textos fueron emitidos desde una plataforma privada y, aunque el mensaje sea masivo, no tiene una connotación pública, por lo que no hay algún delito que pueda ser perseguido. Este juicio fue hecho por la magistrada Gabriela Villafuerte.

Miguel Herrera, Yuri, Ninel Conde, Daniel Bisogno, Kalimba, Jorge ‘Burro’ Van Rankin, Inés Sainz, Fabián Lavalle, y por supuesto, Andrea Legarreta y Raúl Araiza, todos ellos hicieron publicaciones en sus cuentas de twitter con este tipo de mensajes y pidiendo a la gente ejercer su sufragio y unirse a ‘los verdes’, alegando que ‘los verdes sí cumplen’, esta última frase con una clara alusión al slogan de este partido político y con lo que dan la muestra definitiva de que se trataba de un recurso más para hacer propaganda electoral.

Miguel Herrera, Yuri, Ninel Conde, Daniel Bisogno, Kalimba, Jorge ‘Burro’ Van Rankin, Inés Sainz, Fabián Lavalle, y por supuesto, Andrea Legarreta y Raúl Araiza.

Recordemos que, además de las cuentas de twitter de estos personajes, los mensajes que favorecían al PVEM se encontraban en las salas de cine, televisión, radio, llamadas telefónicas e incluso por mensajes de texto directamente a los teléfonos celulares. Tampoco es de olvidar que no es la primera ocasión que esto sucede y que el partido ya había sido anteriormente multado con aproximadamente 322 millones de pesos por este concepto (spots y propaganda).

La pregunta: ¿para qué invertir tanto en la imagen de un partido que tiene poca credibilidad y que ha alcanzado pocos objetivos? La respuesta: porque así, sin deberla ni temerla, hoy el PVEM tiene 47 escaños dentro de nuestra Cámara de Diputados, lo que se traduce en casi 10% de la ocupación total de este organismo. La otra respuesta: porque, a pesar de que ha bajado su popularidad, Manuel Velasco está apuntado como uno de los posibles candidatos para ocupar la silla presidencial en 2018.

Con eso de que las campañas por redes sociales están de moda (o el único medio de comunicación con la ciudadanía) será interesante ver las publicaciones que nos encontramos. No vaya a ser que en febrero de 2018 de repente la #RepúblicaDelAmor se vuelva a poner de moda.