El día que escribo esto, amanezco viendo la noticia de que, por segunda ocasión, el senador Félix Salgado Macedonio ganó la encuesta de Morena para ser candidato a Gobernador de Guerrero. En dicha encuesta, junto con él, participaron cuatro mujeres: Adela Román, alcaldesa de Acapulco; Nestora Salgado, Senadora de la República; Esther Gómez, coordinadora de organización de Morena en Guerrero y María de la Luz Núñez, ex alcaldesa de Atoyac.
Al clásico estilo morenista, dicha encuesta fue amañada para que Salgado saliera beneficiado, y así pueda comenzar su campaña, que tristemente es muy posible que gane. Pura simulación para hacerlo parecer democrático, pues.
Ahora, esto se suma a la constante e indignante defensa del Presidente a su candidato durante sus conferencias de prensa. Desconoce las denuncias en su contra, les dice que “ya chole” y sugiere que todo es una estrategia sucia de los conservadores. Naturalmente surge la duda: ¿Qué le deben en Palacio Nacional a Félix Salgado como para defenderlo tanto? ¿Qué hizo Félix por AMLO como para merecer su protección incondicional? ¿Por qué López Obrador piensa que es guerra sucia?
La relación entre el Presidente y Salgado data de décadas atrás. Su amistad va desde los inicios del PRD, y siempre se apoyaron mutuamente en sus derrotas electorales. Salgado Macedonio perdió dos veces la gubernatura de Guerrero, y López Obrador perdió dos veces la presidencia de México. En las derrotas se mantuvieron cerca. Hoy, que López Obrador es Presidente de México, le paga a Félix sus años de fidelidad: lo respalda, ante todo, como su candidato a Gobernador de Guerrero.
A esto, se le añade lo expuesto por Salvador García Soto en su columna de El Universal. En su texto nos cuenta que esta serie de sucesos se entrelazan con las acusaciones de corrupción en contra de Pablo Amílcar Sandoval, hermano de la Secretaria de la Función Pública y un nombre que sonaba seguido para obtener la candidatura. López Obrador hizo a un lado a Pablo y a su hermana, relegándolos a un segundo plano y dejando sólo a Sandoval en sus aspiraciones a ser candidato.
La decisión final se tomó cuando en Palacio Nacional obtuvieron información de que el ex Fiscal de Guerrero se reunió en secreto con Manuel Añorve, prominente priísta guerrerense y Senador de la República, y con Pablo Amílcar Sandoval. Presidencia interpretó esa reunión como una planeación de golpeteo político en contra de Félix y a partir de ese momento se le entregó la confianza total de abanderar esa candidatura.
Salgado Macedonio cuenta con diversas acusaciones de violación. El debate va más allá de si debe ser el candidato o no. No debería ni siquiera ser Senador, y si la justicia se hiciera en este país, estaría viendo su futuro en prisión. Que él mismo no se retire de la contienda es indignante, pero peor aún es que lo defiendan.
Que el Presidente piense que Félix es víctima de guerra sucia y ataques políticos habla mucho de las deficiencias de quien nos gobierna. Va más allá de lo político, pero la firmeza de López Obrador en regresarle el favor a quien le es fiel le hace mucho daño a México.
Se refleja lo que vemos en otros estados y dependencias federales: llegan y se mantienen los más fieles, no los más capaces.
Ahora que Salgado Macedonio tristemente será el candidato, es labor del pueblo de Guerrero pensar el voto y hacerlo valer. Evitar que alguien así de despreciable ocupe el cargo público de mayor peso en el Estado, servirá de enseñanza para que todas y todos los mexicanos participemos en la vida política desde lo local hasta lo federal.
De nosotros depende que tengamos mejores gobiernos, mejores representantes y mejores servidores públicos.
¿Qué opinas al respecto?