La columna que no quieren que leas

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López Obrador dice que no quieren que se escuche su voz, que lo quieren borrar. Irónicamente, lo menciona en un spot publicitario que aparece varias veces al día en radio y televisión.

No es mentira que existió una terrible campaña de miedo y ridiculización en contra de AMLO en años anteriores, reconocida incluso por autoridades electorales. Tampoco lo es que él no se ha ayudado mucho a sí mismo con sus decisiones posteriores a la controvertida elección de 2006.

Sin embargo, existiendo un historial de medios de comunicación en su contra, su discurso sigue haciendo énfasis en la mafia del poder y los intereses ocultos que maquiavélicamente manejan a México auxiliados por el “cuarto poder”.

Lamentablemente, sí existen en nuestro país privilegios para ciertos grupos, una inmensa desigualdad social y una corrupción reinante; hay muchos temas que afectan nuestra vida diaria sobre los que no conocemos la realidad y es natural que queramos saber, al menos, las causas.

¿Por qué estas ideas siguen teniendo cierta efectividad? Porque, lamentablemente, sí existen en nuestro país privilegios para ciertos grupos, una inmensa desigualdad social y una corrupción reinante; hay muchos temas que afectan nuestra vida diaria sobre los que no conocemos la realidad y es natural que queramos saber, al menos, las causas.

Quizá por eso los amantes de hacer videos con fotografías de políticos y música dramática (muy comúnmente el tema de “Requiem for a dream”), o a escribir notas relacionadas con teorías conspirativas, utilizan títulos como: “Lo que no quieren que sepas”, “Difunde antes de que sea removido por el gobierno”, etcétera.

Es muy difícil conocer la verdad, tal vez la única alternativa sea leer tantas fuentes como sea posible para formar una hipótesis propia o más fácil: creer que leímos o vimos lo que no quieren que sepamos.

Y es que, lamentablemente, también es cierto que los medios de información han sido omisos o hasta inquisidores en no pocas ocasiones.

Como ejemplo, Luis Mandoki denominó “Televisión golpista” a los medios de comunicación que después del asesinato de Paco Stanley, enfocaron todas sus energías en atacar al entonces jefe de Gobierno de la ciudad de México, Cuauhtémoc Cárdenas. Incluso, la televisora Tv Azteca llevó helicópteros a sobrevolar las oficinas del Ministerio Público para “vigilar su trabajo”.

Los que padecemos una memoria poco selectiva, recordamos a Jorge Garralda al borde de las lágrimas manifestando su indignación y responsabilizando directamente al gobernante o a Ricardo Salinas Pliego, presidente de TV Azteca, exigiendo la renuncia de Cárdenas.

En nuestro caso, la televisión regiomontana suele presentar los mismos vicios pero de una manera más burda. Los sesgos informativos de nuestros medios alcanzan temas tan triviales como el fútbol, y los asuntos políticos no escapan de ello ni cambian mucho su forma de operar.

María Julia Lafuente o Héctor Benavides haciendo una campaña negativa en contra de Rodríguez Calderón durante las elecciones pasadas, hasta el grado de hacer un auténtico berrinche cuando fueron mostrados los resultados que lo declaraban ganador, son ejemplo de la clase informadores que tenemos. “Mañana será otro día”, dijo la conductora.

En concordancia con el modo de operar descrito, la semana pasada, el conductor Gregorio Martínez, emitió un enérgico y “valiente” comunicado en contra de Jaime Rodríguez Calderón, actual gobernador, en virtud del motín acontecido en el penal de Topo Chico.

Sin esclarecer todavía los hechos ni definir estrategias, el gobernador dedicó un par de minutos para contestarle directamente al comunicador, una decisión que me pareció innecesaria y un desatino.

Puedo entender que dedique una oportuna respuesta a los medios sesgados, pero no que la priorice respecto a la información a la comunidad.

Y es que los eventos de Topo Chico evidenciaron la existencia de presos privilegiados que gozan de lujos que van desde acuarios, saunas, comidas exóticas, sistemas de aire acondicionado, visitas de prostitutas y televisión satelital y la de otra clase de presos que padecen el infierno de pagar cuotas de supervivencia. La posibilidad de comer o la garantía de no ser torturado o asesinado, cuesta y cuesta caro.

Estas circunstancias no sólo son padecidas por quienes han sido condenados por cometer delitos graves, sino por los presos en general, incluso los que “roban barbacoa” para alimentar a su familia.

Los sucesos nos hacen preguntarnos por qué existe para algunos la completa libertad para seguir extorsionando, lesionando, torturando, violando o asesinando y para qué sirve encarcelarlos si pueden seguir cometiendo las atrocidades que quieran.

Los sucesos nos hacen preguntarnos por qué existe para algunos la completa libertad para seguir extorsionando, lesionando, torturando, violando o asesinando y para qué sirve encarcelarlos si pueden seguir cometiendo las atrocidades que quieran.

A este evento habría que sumarle las deficiencias en la integración de averiguaciones previas y las violaciones al debido proceso que terminan inevitablemente encarcelando inocentes en unos casos o liberando a culpables en otros, dicho sea de paso, con condenas mediáticas a los jueces o a los derechos humanos sin enfocarse en los verdaderos responsables: los policías ministeriales.

Los eventos y la situación requieren de estrategias precisas y la comunidad demanda respuestas.

Es completamente injusto considerar a Rodríguez Calderón como responsable de un sistema penal que lleva décadas siendo deficiente me parece adecuado solicitarle que en el futro no caiga en el juego de los medios de comunicación ni pierda energía acusando guerras sucia. Ya habrá tiempo para responderles, lo prioritario debe ser comenzar a trabajar en depurar una situación podrida y deprimente.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”