Cada semana, como lo he hecho durante años, salgo a recorrer las calles de algún municipio de Nuevo León.
Lo hago, porque creo que no hay mejor manera de entender la realidad que viven nuestras comunidades que caminando junto a ellas, escuchando de primera mano sus preocupaciones, sus denuncias, sus anhelos. La transformación de nuestras comunidades no se hace desde la comodidad de una oficina, se hace en el territorio.
Hace apenas unos días, en uno de estos recorridos, visité la colonia Francisco Villa, ubicada en la capital de nuestro estado, Monterrey.
Ahí me encontré con denuncias de vecinos por el abandono de un centro comunitario que pertenece al DIF municipal. Está completamente abandonado.
Lo que un día fue un espacio destinado al descanso, la recreación y la convivencia de nuestros adultos mayores, hoy es una estructura cerrada, vacía, en ruinas. Según los propios vecinos, este abandono se dio durante la administración del exalcalde Luis Donaldo Colosio.
¿Cómo puede justificarse el abandono de un centro del DIF? ¿Qué prioridades pueden estar por encima del bienestar y la atención a nuestros adultos mayores?
El abandono o cierre de un centro como este, en un espacio como la colonia Francisco Villa es lamentable porque no estamos hablando de cualquier inmueble. Se trata de un espacio público que tiene como principal objetivo ser punto de encuentro, de recreación, de respiro para muchas personas mayores que, en muchos casos, viven en la soledad, sin compañía ni apoyos suficientes. Un lugar que les ofrecía la posibilidad de seguir siendo parte activa de la comunidad, de convivir, de aprender, de sentirse acompañados.
Hoy, ese espacio está cerrado. Y como sucede con muchos edificios públicos abandonados, se ha convertido riesgo incluso de inseguridad, susceptible de ser utilizado para actividades ilícitas. Así, el abandono institucional no solo significa desprecio por nuestros adultos mayores, sino que además alimenta la degradación del tejido social en nuestras colonias.
Por ello, creo que el abandono del DIF no es un hecho menor. Bien dicen que en política las prioridades se reflejan en las acciones, no en los discursos. Mientras la administración municipal encabezada por Luis Donaldo Colosio aseguró fortalecer el DIF y su presencia, la realidad es que esto no sucedió en todo el municipio, como es este caso.
El sentir de los vecinos y vecinas es que al haber cerrado un centro al que acudían y cuidaban, el municipio les dice que no importan, que no son una prioridad.
Desde Morena hemos impulsado una visión de gobierno distinta: una que pone al centro a las personas, sobre todo aquellas que por años han aportado para el bienestar y desarrollo de su país. Creemos en el derecho a una vejez digna, con bienestar, con acceso a espacios de convivencia y desarrollo.
Por eso nos alarma estos casos y por eso insistimos en que los gobiernos locales deben asumir esta responsabilidad.
En ese sentido, lo que necesita Monterrey y Nuevo León no son la mera apertura de centros comunitario, sino de que existan gobiernos con una política pública de bienestar y cuidado que no sólo sean discursos o publicaciones en redes sociales, sino que vengan acompañadas de recursos, programas y personal capacitado a estos centros. De convertirlos en espacios vivos, activos, integradores.
Esa es la diferencia entre tener gobiernos de redes sociales y momentos de protagonismo a uno que tenga el humanismo mexicano en su centro de acción.
Hago un llamado respetuoso a la actual administración municipal de Monterrey a revisar este caso y a comprometerse con la reapertura y rehabilitación del DIF de la colonia Francisco Villa.
Desde el Senado seguiré trabajando por un Nuevo León más justo, más humano, más solidario. Lo haré desde las calles, caminando y dialogando con los ciudadanos, como lo hice en la colonia Francisco Villa. Es ahí donde se encuentra la verdad: en las voces de la gente, en sus demandas, en sus reclamos.
Esa es la política que vale la pena, la única que tiene la capacidad de transformar la vida de las personas.