En los últimos días, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, se ha enfrascado en dimes y diretes con diversas autoridades. Hace 2 semanas comentábamos del ridículo del Gobernador con “las pruebas” que “nunca llegaron” porque el “proveedor ya no contestó el teléfono”. Ahora se ha enfrascado en discusiones estériles con el subsecretario López-Gatell, con diversos funcionarios y políticos y ahora critica el famoso “Pacto Fiscal”.
Primeramente, él tanto como su colega Bronco no entendieron que hacer pruebas por hacerlas no tenía/tiene pies ni cabeza, no conocen a profundidad los tipos de pruebas y no son epidemiólogos como para querer clases de ello. Ahora, tampoco, entienden el Pacto Fiscal al que el señor Alfaro llamó “un abuso de la Federación”. Acusó que se financia a estados con desarrollo limitado o históricamente rezagados a costa de “nosotros los ricos”.
Olvidan que el Pacto Fiscal es una manera de redistribuir el ingreso y de promover el desarrollo en las entidades. Sí, el Pacto no es perfecto y se han priorizado determinados proyectos o favorecido determinados estados, eso es de siempre. Sin embargo, lo que no dice el señor Alfaro es que su dependencia en recursos federales en parte es por la incapacidad de cobrar eficientemente impuestos estatales. A partir de 2012, numerosos estados dejaron de cobrar la tenencia, un impuesto progresivo que impacta a los consumidores de mayores ingresos, pero que por medida populachera y electorera se quitó. Si no pueden cobrar impuestos como el refrendo vehicular, no quiero saber cuánto le costará crear su propio SAT.
Un discurso habitual es el cálculo de que a “los estados ricos” les dan menos de lo que aportan, lo cual en parte es cierto, pero graciosamente omite el financiamiento federal en IMSS, ISSSTE, escuelas públicas, entre otras cosas. Ahora, empoderados por los grupos empresariales que -sistemáticamente- han omitido el pago de impuestos buscan generar un golpeteo político al Presidente a modo de venganza política.
Alfaro y los que le han seguido quieren avivar un debate de aplausómetro para concentrar los recursos para sí y mantener la opacidad de los estados. Donde la historia nos dice que desde que se descentralizaron recursos para salud y educación con Fox y Zedillo, respectivamente, se desviaron fondos y tuvimos una década de gobernadores en la cárcel.
Alfaro y los gobernadores que le han hecho comparsa buscan una supuesta enemistad política con AMLO para ganar reflectores y posiciones para 2021. Estamos en una pandemia, en una guerra, la mezquindad política no conoce límites.
Lo dicho, dicho está.