El pasado 8 de marzo muchas mujeres recibimos el famoso texto “Feliz día”; como ya sabrán o se enteraron por ahí fue el “Día Internacional de la Mujer”, no el día de la madre ni el día de la niña; algunas esperaban chocolates, flores y regalos solo por “ser mujer”. Otros hacían referencia a que el uso de un automóvil Beetle de la Volkswagen o Fiat 500 por parte de un hombre merecían una felicitación por tal día… ¿en serio?
Cinépolis, por su lado, subió un video felicitando a las “mamás” (no todas las mujeres somos madres) al compartir un video del 10 de mayo, -ad hoc- con la reciente entrega de los Oscares. Recibir tantos memes y flores virtuales por el simple hecho de ser mujer. Gracias… pero no ayer. Las flores también se envían cualquier otro día.
Sin embargo, pocos textos leí que hacían referencia al verdadero motivo de celebrar el 8 de marzo. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la primera conmemoración de esta fecha se realizó en Nueva York en 1857. Desde 1909 hasta 1914, con los movimientos en pro de la paz y a favor de los derechos de la mujer se celebró el día internacional de la mujer el último domingo de febrero, mientras que en algunas partes de Europa, el 8 de marzo lo utilizaron para protestar por la guerra y solidarizarse con otras mujeres.
La celebración moderna radica en aquel 25 de marzo de 1911, un grupo de 146 personas (algunos textos dicen que fueron 123 mujeres y 23 hombres) fallecieron en un incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York. Los dueños de la fábrica cerraron las puertas de las escaleras y las salidas para evitar robos; las causas principales fueron las quemaduras, derrumbes, inhalación de humo o en su desesperación saltaban de las ventanas de un noveno piso. La mayoría de ellas eran jóvenes inmigrantes de Europa Oriental y Meridional, en sus veintitantos de edad.
Jane Hodges afirma que “No tenían permiso para comer… recibían bajos salarios, trabajaban largas horas, el sábado en este caso, y las puertas estaban cerradas con llave. No tenían derechos, ni protección legislativa o representación laboral. Era la clásica ‘fábrica clandestina’, a un paso de la esclavitud”.
En 1917, las mujeres rusas iniciaron una huelga de hambre denominada “pan y paz”, obligando al Zar a abdicar y el gobierno provisional concedió el derecho al voto femenino. Según el calendario juliano el domingo fue 23 de febrero y en el calendario gregoriano era el 8 de marzo. Fue hasta 1975, que coincidentemente con el Año Internacional de la Mujer, las Naciones Unidas festejaron oficialmente el día internacional de la mujer el 8 de marzo.
El 8 de marzo va más allá de recibir flores y chocolates. Pocos conocen la historia de más de cien años de lucha y que aquí resumí en unas cuantas líneas. Fue impresionante ver cómo muchas exigían privilegios materiales en “este día” cuando el único objetivo es una llamada de alerta porque los derechos de las mujeres todavía se encuentran frágiles.
Mónica Ledón, una maestra de la carrera, ejemplificó perfecto que NO ES este día: “Aunque concedo la amabilidad hacia mi persona, que es femenina, la rechazo un poco porque se felicita a alguien que forma parte del 52% de la población mundial, solamente por tener útero, vagina, clítoris, glándulas mamarias. ¿Alguien felicita a los hombres por tener testículos, glande y uretra? No.” Exacto.
Más que ver por las cuestiones fisiológicas hay que enaltecer los logros que muchas mujeres han llevado a cabo desde hace tantos años y que pocos han sido reconocidos. A principios del siglo XX, la mujer era considerada un ser de “segunda”, inferior a los hombres y sin los mismos derechos ni oportunidades. Y cuidado si eres mujer de algún país donde el machismo o patriarcado es un estilo de vida.
¿Por qué festejar nuestra naturaleza humana? Sin ser aguafiestas, es como si tener ojos claros u oscuros fuera una celebración. Ilógico. No estoy diciendo que la celebración sea en vano, sino que no perdamos el sentido de este día.
Apenas ayer estaba leyendo de una periodista que fue acosada al afirmar que “me acaban de levantar el vestido y bajar los calzones en medio de #Condesa” y algunos hasta felicitaron al hombre de playera morada (acosador) para “darle un premio y una capa a este héroe anónimo”. Y concluir con un “Tu merecías una violación” o que te digan “déjate querer… antes di que alguien disfruta ver tu cuerpo” ¿En serio? – Otra vez–.
Y todavía leer que en Veracruz, la Secretaría de Seguridad Pública celebró este día con el show del payaso Pipirrín con chistes machistas (y seguramente misóginos) y con un espectáculo de strippers. Nadie está en contra de este tipo de espectáculos, cada quien decide lo que quiere ver.
Al ver estos casos, me recordó un texto que escribió Berenice Belmares, donde claramente dice que “el día en que deje de ser rutina diaria el acoso sexual (cualquier hora lugar) y que literal me griten perra o chinga tu madre, porque ese ‘cumplido’ no sea correspondido, en que deje de ser sinónimo el ser firme con ‘ser perra’… dejar de escuchar ‘usa tu feminidad’ a tu favor en el ambiente laboral… que se deje de asumir que mi carrera es algo temporal mientras decido parir… en que exigir lo que me corresponde sin pedir disculpas a todos los egos que pueda herir no sea mal visto… ese día nos vamos a estar quietxs”
No es un día de chocolates, flores y regalos, es un día (igual que los otros 365 – en año bisiesto) de seguir luchando por nuestros derechos e igualdad. Buscar ese diálogo entre hombres y mujeres, en todos los ámbitos profesionales, laborales, académicos y sociales. Ser mujer no es un pecado ni una enfermedad. Pero sí padecemos la ignorancia, la presión social, abusos, acosos y ciertas circunstancias solo por nuestro género.
En pleno siglo XXI aún no hemos aprendido que la igualdad -a veces- no aplica para todos y que hombres-mujeres tenemos que luchar constantemente por mantener el piso parejo. A más de cien años de aquella tragedia textil en Nueva York, las mujeres seguimos luchando por esa igualdad y aunque muchos la denominen rebeldía, prefiero ser rebelde con la frente en alto, que callar lo que siento, pienso y respiro.
Citando nuevamente a Mónica “Ser mujer no es un logro, así nacimos y luchamos diariamente por tener el lugar reconocido que nos corresponde en el desarrollo de la raza humana, a la mitad, justo a la mitad, porque conformamos eso, una mitad de la humanidad.”
Ciertamente, vivimos en un mundo de estereotipos y construcciones sociales. ¿Cuántas veces no hemos escuchado que “se me va el tren” o que “mi reloj biológico”? Cuando aprendamos que cada quien tiene su tiempo y espacio, se sube al tren que le dé la gana, tome las decisiones que más le plazcan, disfrute su sexualidad y deje de ser “la esposa de” o “la hija de”, ese día aprenderemos a ser libres.
Les dejo un video que promociona toallas femeninas, pero muestra algo muy claro “I run like a girl, hit like a girl, fight like a girl, dream like a girl, wake up in the morning as a girl… because I’m a girl… Always!”: https://www.youtube.com/watch?v=XjJQBjWYDTs
(Traducción: Corro como niña, pego como niña, peleo como niña, sueño como niña, despierto en la mañana como niña… porque soy una niña… ¡Siempre!”
#InternationalWomensDay #RewriteTheRules #LikeAGirl
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