#PulsoUrbano: “En esta esquina los vecinos y en esta otra…”

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Viví mi niñez en una vecindad. No sé si eso sirva de experiencia suficiente para no idealizar la vecindad. Aprendí que no hay día sin conflicto diario que más vale que se te pase rápido, porque en la ley de la selva, sólo sobrevive el más fuerte. Por eso mismo, cuando la gente apela a la decisión común entiéndase como “los vecinos”, suelo cuestionar con cierto grado de beneficio de duda sobre quiénes son esos vecinos, cuáles son sus perfiles, intereses, circunstancias. No. No me dejo llevar por el grado de pureza, razón e ingenuidad que parece tiene la palabra de manera innata. Si le contara…

Bueno, sí, le voy a contar. Que los seres humanos somos tan predecibles como inciertos. Que a veces sabemos lo que queremos y otras no. Que en ocasiones no estamos ni para los problemas personales ni colectivos. Nos tiramos al drama. Nos levantamos. Nos ponemos en el lugar de los demás, aunque a veces los odiamos con “odio jarocho”. Sabemos del arte de la hipocresía y de esa sutileza de mirar por “arriba del hombro” creyendo que tenemos la verdad de nuestro lado. Somos tan inciertos porque nadie, al menos en este país, nadie nos enseñó a pelear, cabildear, negociar, nuestras evidentes y naturalmente diferencias. Aunque no parezca y a muchos les convenga sobredimensionar la bondad, somos tan “culeros” como “pendejos”, déjeme usar esa libre expresión del español.

¿No le queda el saco? ¿está super seguro? ¿siente que exagero? ¿soy una joven pesimista que no sabe nada de la vida? No. La convivencia es el reto de las ciudades del siglo XXI, precisamente, porque como cuando era niña y me di cuenta que había de todo y no con todos podíamos ser “los mejores amigos del mundo”, somos diversos, diferentes, dispuestos a confrontarnos una y otra vez sobre los demás como si fueran nuestro propio espejo.

De ahí que cada vez que leo sobre “vecinos”, sonrío, dudo, pienso. Tal como el sociólogo Alain Touraine se preguntaba en ese texto extraordinario: ¿Podemos vivir juntos? Porque si pensábamos que sí, entre tanta escala de grises o diversidad no reconocida, es una de las tareas titánicas más titánicas de la civilización postmoderna.

La ciudad es una construcción social. A veces, en mi trabajo como urbanista social, que es una muestra minúscula de lo que realmente coexiste y cohabita en los diferentes territorios, me consta que la infraestructura es del siglo pasado, cuando el futuro depende de nuestra capacidad de sumar, hacer acuerdos, negociar, saber juntar en lo que sí estamos de acuerdo y desechar lo que no. Me vuelvo a sentir entonces como esa niña que era testigo o protagonista de las peleas cotidianas, pero que tarde o temprano tenía que solucionar o ser parte de la solución de los problemas.

No puede existir la queja eterna. No debemos permitirnos eso. Que vecinos somos todos para el caso. Habitantes de una tierra cuya civilización está en juego de lo que decidamos. No hay vecinos buenos, no hay malos. Hay vecinos. Punto.

La provocación urbana como parte del quehacer “ciudadano” vecinal

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Si bien las provocaciones urbanas se asemejan a lo que los urbanistas llaman “Urbanismo Táctico” o “Acupuntura Urbana” estas provocaciones apelan más al impulso de un grupo de personas que se tomaron el tiempo para hacer algo físico en el espacio, gran parte de su impulso se debe al cansancio de esas mil y una juntas de vecinos, las mil y una visitas al municipio y los millones de comentarios en redes sociales al respecto, agobiados ya de tantos grupos de WhatsApp deciden pues intervenir el espacio con cual séase idea u ocurrencia que les venga en mente con tal de demostrar, SIN PALABRAS una posibilidad urbana,  el famoso “What if…”

Supongamos que un vecino cualquier se prende ( o se enoja lo suficiente) para tomar cartas en el asunto. Supongamos que este “asunto” tenga que ver con su espacio público, y la suposición mayor, que el vecino “ciudadano” tenga el TIEMPO suficiente para invertir en su posible solución. S.U.P.O.N.G.A.M.O.S

Para muchos vecinos le es complicado seguir una metodología para abordar su problema o situación, así que hace lo que él o ella cree que es el primer paso: Compartir su queja con sus demás vecinos y buscar un grupo de apoyo. La historia parte de ahí y se va desenvolviendo a como se van dando las cosas. Muchas de estas historias son conocidas y sus desenlaces en la mayoría de los casos no son lo que el vecino prendido esperaba: Resolver de una vez por todas el maldito problema.

El vecino visualiza su solución, se emociona y emociona a sus vecinos. Todo listo en el comité de vecinos, lista la denuncia, lista la propuesta y lista la cita con la autoridad para presentar su caso y proyecto. Supongamos estos siguientes proyectos o situaciones VS Lo que normalmente sucede VS La Provocación Urbana sugerida.

 

PROBLEMA O SITUACIÓN

 

LO QUE NORMALMENTE SUCEDE. PROVOCACIÓN
Basta con la caca de perro!! Municipio pone señalamientos y reglamentos. El comité pone dispositivos caseros para bolsas de basura. Pero no basta. Recolectar toda la popo de un mes y ponerla en un montículo.

Billboard con datos sobre la cantidad de polvo de popo que se respira.

Si quitan un carril no vamos a poder con el trafico!!! Municipio invita a sesiones informativas sobre el proyecto. Los comités desconocen el proyecto y se opnen sistemáticamente. Inicia los desplegados en medios. Colocar macetas o tambos con árboles en la zona a manera de prototipo del proyecto.
Ya no hay donde estacionarse!! Municipio informa sobre el uso y derecho sobre banquetas y calles. Vecinos se “pelean” usando mostrencos. Un vecino decide estacionar su coche lejos y coloca un césped artificial en el pedazo de calle. “pocket park”
¡Ya no hay espacios donde jueguen los niños o pasar la tarde y ¡!ahí está el rio sin usarse!!! Municipio expone la situación de los espacios públicos en la zona y lo complejo que es utilizar el rio. El famoso “no se puede” Un grupo de personas instalan dentro del rio seco unas bancas, sillas y un columpio en un bajo puente.

Muchos ciudadanos y vecinos prendidos, tienen ideas de cómo solucionar algunos problemas de su ciudad, pero pocos hacemos algo físico por ella. Empezar a hablar de “urbanismo” es darte cuenta que la ciudad puede ser tuya si así lo deseas. Provoca tus espacios y tu comunidad, busca quien te siga la onda y encomiéndate a algo o alguien, ya que las provocaciones urbanas rosan (y a veces rompen) la línea delgada entre lo que dice la ley y lo “socialmente aceptable” Si no sabes por dónde empezar, una buena idea es empezar por tu calle.