Ante la esperada o inesperada llegada del COVID 19 en todo el mundo enfrentamos nuevos retos para el trabajo, los estudios, la convivencia y los traslados.
La Organización Mundial de la Salud ha catalogado el COVID 19 como una enfermedad endémica, es decir, que estará presente siempre, como el caso de otros virus como el VIH o la influenza.
En este contexto somos nosotros los que debemos adaptarnos a la nueva realidad exista o no exista en un futuro algún anti viral efectivo o una vacuna.
Las respuestas de las diferentes autoridades del sector salud y de otros entes gubernamentales, tanto estatal como federal, han sido confusas y divergentes.
Ya es motivo de humor en las redes sociales que cada semana aplazan más el fin de la pandemia o del pico de contagios.
Lo que es una realidad es que en Nuevo León la semana recién transcurrida tuvo un nuevo récord de contagios de COVID 19, y muchos jóvenes y adultos continúan con paseos o reuniones, sin embargo, lo que no puede detenerse es la actividad productiva, ya que muchos trabajadores y muchos comerciantes viven prácticamente de los ingresos diarios por su trabajo.
Ante esta situación y ante una realidad de una ciudad dispersa urbanísticamente hablando, con grandes distancias a recorrer entre trabajo y casa, así como a los comercios indispensables, nos lleva a la reflexión de replantear el modelo urbano y de movilidad que actualmente tenemos.
Se dan casos de trabajadores que viven en un municipio como Apodaca o Escobedo y tienen que trasladarse a Monterrey o San Pedro para trabajar, y la gran mayoría de los trabajadores utilizan el transporte público.
Recientemente se promulgó la nueva Ley de Movilidad del Estado que prevé mejores condiciones para los usuarios, así como para los prestadores del servicio para que puedan brindar mayor frecuencia de paso entre unidades de autobuses y mayores condiciones de seguridad y comodidad a los usuarios.
Sin embargo, en lo que termina de aplicarse a cabalidad la nueva ley nos enfrentamos a la realidad que ha prevalecido los últimos años en el área metropolitana de Monterrey, y esto es que no existe una frecuencia adecuada de paso de autobuses y que los que pasan permanecen saturados.
Lo anterior obedece a una cuestión de costos y de oferta y demanda, es decir, que para un prestador de servicios no es factible bajo la tarifa vigente brindar una frecuencia de paso adecuada porque representaría pérdida, dadas las largas distancias que recorren las diferentes rutas. Bajo este contexto tenemos que un autobús que sale del municipio de García tiene la mayor demanda de pasaje en su municipio, pero en el camino el autobús levanta relativamente pocos pasajeros, lo que no hace rentable el servicio y tampoco se encuentra el servicio en condiciones de poner a disposición de los usuarios mayor cantidad de unidades para reducir la frecuencia de paso y poder implementar medidas como la sana distancia dentro de las unidades.
La autoridad del Instituto de Movilidad tiene un gran reto para resolver dicha problemática, sin embargo dicha responsabilidad y reto no son exclusivos de dicha dependencia, sino que también se debe replantear el diseño urbano de la ciudad.
Si existieran distritos urbano ampliamente densificados y con usos mixtos permitiría que la población pudiera caminar apenas unas cuadras de su departamento a su oficina, pero la realidad es que vivimos en una metrópoli en que abundan los usos de suelo separados y el crecimiento horizontal.
Es importante que las autoridades estatal y municipal permitan un nuevo diseño urbano mediante nuevas reglas de densificación en la ley, en los planes de desarrollo urbano y en los permisos, lo que permitiría la creación de distritos urbanos como los hay en otras grandes ciudades del mundo, que hacen rentable el transporte público y permiten los traslados a pie entre casa y trabajo a la población.