“Dan las seis y Zutanito desaparece, se nota que no tiene compromiso con el jale”; esta es una frase que se escucha en los escritorios de no pocas organizaciones en Monterrey. En lugares así, donde la cultura de trabajo es motivo de orgullo y uno de los aspectos más importantes de la vida, estas conductas pueden llegar a abundar y alcanzar matices indeseados.
Quedarse a trabajar horas extra, sin esperar remuneración alguna es una demostración de que tenemos “puesta la camiseta”; pedir un pago por ellas es casi un pecado. Con ello se construye un juego de suma cero alrededor de la auto explotación: no trabajar extra es mal visto y en el largo plazo puede costar el empleo u oportunidades de mejora pero, al tener los trabajadores esto en cuenta, los esfuerzos de unos y de otros se anulan, creando un mercado de horas extra cuya única recompensa es que a las 12 de la noche, el tráfico a casa es inexistente.
México es el país de la OCDE donde la gente trabaja más horas al año, el problema es que pocas veces, las horas adicionales son remuneradas.
México es el país de la OCDE donde la gente trabaja más horas al año, el problema es que pocas veces, las horas adicionales son remuneradas. Tenemos la segunda peor calificación en equilibrio entre vida personal y laboral, sólo por detrás de Turquía. Del total de asalariados en el país, 28.8% labora más de 50 horas a la semana y dos tercios de este personal no recibe pago adicional alguno por este trabajo.
La falta de un ingreso por las horas extras no es el único costo derivado de esta práctica, existe también un efecto dominó que se extiende a los aspectos personal, laboral y económico.
Como consecuencia de las largas horas de trabajo, la persona ve su calidad de vida disminuida; pasa menos tiempo con su familia y sus amigos, se estresa y enerva con facilidad, tiene el trabajo constantemente en la cabeza.
Primero, como consecuencia de las largas horas de trabajo, la persona ve su calidad de vida disminuida; pasa menos tiempo con su familia y sus amigos, se estresa y enerva con facilidad, tiene el trabajo constantemente en la cabeza y, como advierte la Organización Internacional del Trabajo, su salud se ve perjudicada, especialmente cuando este abuso laboral cierne la amenaza del despido sobre quienes se niegan a trabajar horas adicionales sin retribución.
Incluso, cuando existe un pago por horas extra, se ha demostrado que este no es suficiente para compensar el desequilibrio en aspectos de salud y tiempo libre. A su vez, como consecuencia de los efectos del trabajo extra sobre la salud y el tiempo de la persona, este verá su productividad y capacidad de innovación decrecer considerablemente.
Haciendo un cálculo prudente, si cada empleado que trabaja horas extra lo hace cuando menos 1 hora y si sólo le pagaran el mínimo, esto significaría más de 60 millones de pesos al día que no se retribuyen.
Finalmente, está el aspecto económico. Al trabajar horas extra sin que sean remuneradas o cuando se abusa de la figura, se crea un costo de oportunidad para la derrama económica. Haciendo un cálculo prudente, si cada empleado que trabaja horas extra lo hace cuando menos 1 hora y si sólo le pagaran el mínimo, esto significaría más de 60 millones de pesos al día que no se retribuyen. Por otro lado, estas horas alcanzarían para generar al menos 1 millón de nuevos empleos de jornadas normales. De igual forma, más tiempo en la oficina es menos tiempo libre disponible para realizar otras actividades que, por lo general, implican un gasto (ir al cine o por un café), lo cual reduce los ingresos de actividades dentro de la economía del ocio.
La presión de empresas y la cultura de (auto) explotación crean un perfil distintivo en la ciudad. Nunca como en Monterrey había encontrado en tantas ocasiones, personas que dijeran que un día antes se habían ido a la una, pero de la mañana. Habría que preguntarnos entonces: ¿vivimos para trabajar o trabajamos para vivir?
Khublai Villafuerte
Prospectivista. Intento desenmarañar la realidad para mejorar nuestro entorno.
Twitter: @Khu_89
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