México enfrenta un peligro mayor que el Covid-19: el presidente López Obrador. Ya salió a relucir su plan estratégico: no hay necesidad de expropiar para nacionalizar, basta entregarle al Ejercito la ejecución de sus ocurrencias. Aeropuerto, hospitales, control del huachicoleo, nómbrenlo.
Siguiendo el modelo cubano, y sin que intervengan los diputados (¿adónde están los diputadillos que intentan facilitar su reelección pero no se pronuncian sobre las decisiones del presidente?) AMLO está silenciosamente entregando el país al Ejercito, entidad en la cual, hasta ahora, todavía confía. (Todavía no se sabe quien es su Pinochet).
El CCE se está dando cuenta tarde del engaño al cual lo sometió el presidente, y Carlos Salazar y sus colegas de las cámaras empresariales, tienen todo el derecho de alzar la voz y mostrarse enojados, ya que los manipularon cómo niños en edad de juguetes.
Manipulado en Mexicali, dónde con seguridad “la consulta popular” más arreglada que elección priista, rechazará la inversión de la Constellation Brands, a pesar de los permisos oficiales, a pesar de un avance de más de 60% de su proyecto, y agregándose al insulto del NAIM, acabará por borrar a México de la lista de proyectos de las compañías transnacionales del mundo. AMLO provocará la ruptura con los inversionistas internacionales, uno tras otro, y le echará la culpa al Coronavirus.
Y aprovechándose de este, está entregando diez hospitales al mismo ejercito, transfiriéndole paulatinamente el manejo de la pandemia y restándole importancia a un sector salud que ha ido debilitando desde la cancelación del Seguro Popular y la creación de un INSABI hipotético y todavía informe.
El Mesías tiene proyecto apoyado en el Foro de Sao Paulo, y va caminando, aprovechando todas las oportunidades, aún sean las que resultan de miles de muertos potenciales. El es, ya, el único jefe de estado en el mundo que sigue convocando mítines, hasta para discutir el futuro de la carretera Tuxtepec – Oaxaca, mientras sus colegas en el resto del mundo alistan medidas para salvar vidas.
A él, le interesa más su proyecto y su avance que las vidas del pueblo bueno y sabio que lo llevó al poder.