La muerte de Javier Valdez es otra señal de lo fallida que ha sido la procuración de justicia en nuestro país. Culiacán es tierra de nadie y lo ha sido desde los últimos 20 años. Pasan alcaldes, pasan gobernadores y las cosas siguen igual.
Ser periodista, activista incluso columnista se está volviendo un trabajo de alto riesgo. Ya cualquiera intimida o es intimidado. Ya no sabe qué grupo está detrás de que. La famosa confidencialidad que busca dar el gobierno es solo una justificación para mantenerse en silencio.
Rio Doce ha sido la alcantarilla que ha mostrado la realidad del narco en aquella región. Su muerte deja una lección al país de que la libertad de expresión es fácil de silenciar.
Desafortunadamente, el gobierno de Sinaloa hará poco o nada, quizás encontrarán algunos para acallar a unos cuantos, pero sin duda no resolverá nada.
Javier Valdez era un ciudadano como tú y como yo comprometido con su profesión, con su gente, con su familia y con la verdad. Una verdad que muchos no quieren escuchar.
El narco está en todas partes, está enraizado en nuestra sociedad y es una enfermedad que nadie busca curar.
Ayer matan a Javier, hace días a la activista en Tamaulipas. El país sigue igual, y aunque es claro que es sano tener distracciones como el fútbol o la televisión no podemos seguir tolerando este tipo de situaciones.
Javier solía decir que el periodista en México estaba solo sin el apoyo de la sociedad, murió teniendo razón.
Periódicos como Rio Doce quedan pocos, recordemos Zeta en Tijuana y algunos otros en Jalisco y Sonora, de ahí en fuera, escasez total.
Aquellos a los que nos gusta el periodismo este tipo de situaciones desmotivan, desalientan, pero el ejemplo de Javier nos muestra que hay mucho por hacer y que no podemos solo ir a la heroica por la vida, debemos movilizarnos y presionar a las autoridades para que casos como el de Javier no ocurran.
La libertad de expresión es un derecho que ha costado mucho trabajo obtener en este país. Es una libertad que muchos dan por dada, pero que está bajo ataque y bajo amenaza total.
Convoco a quienes leen estas líneas a que se manifiesten donde puedan y como puedan contra esta situación y a que los estudiantes universitarios en México alcen la voz contra el matrimonio narco-gobierno que existe en nuestro país.
Hay que decirle gracias Javier, por tus crónicas y por tu amor al periodismo. El país no deberá olvidarte.
Lo dicho, dicho está.