Muchos de este lado del país estamos de fiesta, hace sólo un par de días concluyó probablemente el peor sexenio que ha tenido que atravesar el Estado de Nuevo León, y eso en verdad es motivo de celebración.
Muchos de este lado del país estamos de fiesta, hace sólo un par de días concluyó probablemente el peor sexenio que ha tenido que atravesar el Estado de Nuevo León, y eso en verdad es motivo de celebración.
El arranque del Gobierno del Ing. Jaime Rodríguez Calderón (“El Bronco” para la raza) ha generado una gran expectativa en las posibilidades que conlleva tener un Gobierno “Independiente”. Propios y extraños han encontrado en la figura del Bronco un héroe cabalgante que acabará con la corrupción y pondrá en senda de crecimiento a la siempre pujante “Sultana del Norte”.
Aún y cuando la buena voluntad y el talento llegasen a existir, el Gobierno entrante ya carga consigo un presagio desafortunado, una herencia maldita que puede diezmar hasta al más hábil de los políticos: la gigantesca Deuda Pública Estatal.
El recién Gobierno saliente declaró ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP o Satanás) una deuda pública de 61,077 Millones De Pesos (MDP). Esto corresponde a un 5% del Producto Interno Bruto (PIB) que genera el Estado y a un incremento durante el sexenio de 129%, obligaciones financieras que representan un 229% de los recursos que recibe el Estado por concepto de participaciones federales (principal fuente de ingresos de los Estados), y que colocan a Nuevo León como uno de los cuatro Gobiernos más apalancados e irresponsables del país.
El recién Gobierno saliente declaró ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP o Satanás) una deuda pública de 61,077 Millones De Pesos (MDP).
Para no acabarla de amolar, durante los últimos días distintos académicos, representantes de organismos de la Sociedad Civil y hasta el mismo Bronco en su toma de protesta, han revelado que las cifras presentadas ante SHCP, ¡tranquilamente omiten un rubro de la deuda estatal!
Como explica el Dr. Abel Hibert, Economista y Director de Posgrado de la Universidad Metropolitana de Monterrey (UMM), la cuenta pública del segundo trimestre del 2015 (http://archivo.nl.gob.mx/?P=transparencia_sfytge&concepto=informes-cuenta-publica) no aclara cuánto es la deuda que se tiene ante proveedores, y esconde un pasivo aproximado de 45 Millones De Pesos, adicionales a los 61,077 antes mencionados. Tomando esto en cuenta, la deuda pública podría alcanzar un valor aproximado de 106,077 millones de pesos, lo cual representa un incremento del 391% de la deuda durante el sexenio 2009 – 2015 ¡El 8.6% del PIB estatal!
Las excusas que se han dado a lo largo de los años han sido bastantes, entre ellas, las más recurrentes son los destrozos del “Alex” en el 2010, la inversión necesaria para acabar con la crisis de inseguridad, y mi favorita: la fuerte inversión que se hizo en infraestructura de vanguardia y obra pública de primer nivel en Nuevo León.
Los señalamientos y la culpas se han presentado en todos los bandos, y no han parado en los últimos meses; ahondar en ese tipo de grilla no es la intención de este escrito. Al igual no pretendo marearlos más con cifras como los 6,600 millones de pesos de déficit que tuvo la administración anterior a Julio del 2015, o los 71,996 millones de pesos de gasto corriente ejercidos en el 2014 (de los cuáles 20% fueron destinados a nóminas).
Lo importante de toda esta marabunta de números no es lo sucedido, si no lo que podemos esperar del próximo gobierno en base nuestras condiciones actuales:
1.- El Gobierno Estatal no tendrá mucho margen de maniobra en temas de inversión, ya que tiene menos capacidad para endeudarse; le van a prestar más caro, y la misma operación le representa perdidas.
2.- El contexto macroeconómico (precio del dólar, precio del petróleo y perspectivas de crecimiento económico) tendrá repercusiones negativas en los montos de participaciones federales, prolongando la agonía e inmovilizando más al gobierno.
3.- Por los puntos antes mencionados, es muy seguro que no veamos la eliminación o disminución de impuestos estatales como la tenencia (el Santo Grial), y en determinado caso podamos ver un incremento de estas.
El Gobierno Estatal no tendrá mucho margen de maniobra en temas de inversión, ya que tiene menos capacidad para endeudarse; le van a prestar más caro, y la misma operación le representa perdidas.
Es un panorama desalentador, mas es remontable. Con la experiencia de nombres como Fernando Elizondo Barragán o Fernando Turner, el Gobierno Bronco podría idear medidas para voltear el marcador, como:
1.- La obvia restructuración de la deuda. Especialmente renegociando con aquellos proveedores faltos de finiquito, y eliminando proyectos de inversión insostenibles.
2.- La disminución de la carga que tiene el gasto corriente en el presupuesto estatal (cortar cabezas y tumbar aviadores). Se debe de crear un aparato de gobierno más eficiente que requiera de menos elementos, y produzca más beneficios sociales.
3.- La generación de proyectos de inversión pública al estilo de la acupuntura: inversiones pequeñas, dirigidas estratégicamente en el origen de los problemas y malestares sociales.
El éxito o fracaso de su gobierno se definirán en buena medida en que tan bien afronte estos retos y que tan bien nos deje parados para los años venideros.
En fin, la vara que debe de medir el desempeño de la gestión del Bronco no debe de ser que tantas promesas de campaña cumplió o que tan contenta tenía a la gente. El éxito o fracaso de su gobierno se definirán en buena medida en que tan bien afronte estos retos y que tan bien nos deje parados para los años venideros. Acuérdense que “el político de ocasión es aquél que cuando toma decisiones sólo piensa en las próximas elecciones, y el estadista, es aquél que lo hace pensando en las próximas generaciones”.
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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”