Desde hace días, al Presidente le estalló en las manos el escándalo de Félix Salgado Macedonio. Las campañas de Rompe el Pacto y otras tantas de distintos grupos de la sociedad civil y la oposición siguen pegando al Presidente y al flamante candidato.
Seamos sinceros, Salgado Macedonio nunca se ha distinguido por aspectos positivos. Desde sus tiempos en el PRD ridiculizó y banalizó la imagen de un diputado federal con un personaje de sí mismo en una moto estilo chopper y hasta grabando disco y un filme sobre sí mismo. Entre las mil razones por las que el PRD está a punto de la extinción es la falta de organización y disciplina entre sus llamadas “tribus” permitiendo personajes de todo tipo y corte.
Y ahí estaba Salgado Macedonio, de esos remedos de las viejas estructuras políticos-sociales priistas de Guerrero. Sin embargo, supo moverse a tiempo, anticipó la caída libre del partido y prefirió seguir a Andrés Manuel hace ya varios años.
Todos los gobernantes tienen un método de elegir aliados, colaboradores y sucesores, ya sea por lazos consanguíneos, por venir de la misma lucha, por intereses partidistas, económicos o de clase social. En el caso de Andrés Manuel el valor más importante es la lealtad sobre todas las cosas.
Eso explica el cobijo o nominación de determinadas figuras -por más polémicas que sean-. Sin embargo, el caso de Salgado Macedonio también obedece a un segundo factor, la figura de Pablo Amílcar Sandoval.
Este ex delegado de Guerrero, además de homónimo del libertador africano, es hermano de Irma Eréndira Sandoval y el candidato derrotado en la interna de Morena. El mismo que avivó el caso contra Salgado por violación.
El testimonio de la víctima es contundente, directo y completo como para iniciar una acción penal y lo más importante, declarar a Salgado como sujeto incompetente para contender. Sin embargo, en un estado como Guerrero, impune como el que más, es difícil que la Fiscalía siquiera lleve a Salgado Macedonio a juicio.
La conjunción de estos factores es lo que tiene a Andrés Manuel apoyando tácita e implícitamente a Félix Salgado Macedonio. Es decir, la candidatura es el pago por la lealtad en sentido ampliado, no sólo lo ya mencionado, sino también como represalia a la deslealtad de Pablo Amílcar por usar su puesto de delegado, el cargo de su hermana y hasta las influencias de su cuñado para conseguir la nominación. Por otro lado, la lealtad de Andrés Manuel así mismo, a sus ideas, a morirse con la suya, la terquedad de no ceder nada ante la oposición que ya ve este tema como caballito de batalla electoral.
De ahí su “Ya chole” y otras frases que solo buscan deslegitimar las acusaciones como ardides políticos y no como algo serio. Se mantendrá con la suya hasta que un juez lo obligue a lo contrario. Así es él.
Al ya venir las elecciones, el cálculo del Presidente es confiar en su popularidad y su firmeza de posiciones, pese a todo y ante quien sea. Sin embargo, Morena en 2018 ganó principalmente por el voto de castigo al PRIAN y las bases priistas aliadas. Con personajes como Félix Salgado y tantas deslealtades internas, iluso sería pensar que el electorado no tiene en mente estos sucesos que afectan, tiznan y manchan al partido en el gobierno. Los costos políticos siempre se pagan.
Lo dicho, dicho está.