DAÑOS COLATERALES

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En México, desde su historia más antigua hasta la más moderna, hemos estado rodeado de sucesos que nos orillan a tomar el papel de víctimas, a encontrar siempre un culpable y a utilizar todas las tragedias como las excusas ideales para la estabilidad mediocre que hemos fomentado y así no alcancemos la etiqueta de país de “primer mundo” aún y cuando las condiciones geográficas, los recursos naturales y la esencia del mexicano favorezca para que lo seamos.

La vida diaria del mexicano incluye violencia, obstáculos, corrupción y falta de lealtad (características que deberían traducirse en experiencia) pero de la misma manera que nos quejamos de esto, lo realizamos siempre y cuando nos salve o nos beneficie. Esta doble moral que no nos permite avanzar. No podemos quejarnos a la luz pública de algo que hacemos en lo oscuridad.

¿Con qué moral reclamo que mis diputados sean honestos, si el moche del tránsito me sale más barato que la multa y el corralón?

¿Con qué moral reclamo que mis diputados sean honestos, si el moche del tránsito me sale más barato que la multa y el corralón? ¿Enrique Peña Nieto es un ignorante? Hola, mexicanos, tenemos 5.4 millones de analfabetas en nuestro país y un porcentaje de competitividad laboral de los más denigrantes del mundo.

¿Enrique Peña Nieto es un ignorante? Hola, mexicanos, tenemos 5.4 millones de analfabetas en nuestro país y un porcentaje de competitividad laboral de los más denigrantes del mundo.

Como país estamos en ese proceso de lanzarnos del bungee; ya firmamos un sinfín de acuerdos comprometiéndonos a hacerlo, pero nos encontramos viendo hacia abajo con el miedo de que el golpe sea mucho mayor al remedio. En efecto, el golpe será fuerte y duro, aunque sin duda el impacto postbungee se traduciría en un cambio profundo para México.

En mi resolución en un diplomado de manejo de crisis escribí lo siguiente: “Para las crisis que han vivido en mi país, y considerando que después de cada una de estas las naciones se vuelven extremadamente fuertes y abundantes, México debería ser ya una de las potencias más grandes del mundo”. Y la realidad dista mucho de serlo porque no tenemos cultura a aceptar los daños colaterales.

Los daños colaterales son la esencia de la imperfección de un colectivo que busca constantemente la perfección. Que acepta el hecho de que hacer las cosas bien tiene procesos largos, dolorosos y con daños temporales que nos permitan diseñar, planear y construir el largo plazo de un país en el que la riqueza alcance para todos.

Implica para los políticos pavimentar con cemento que dure generaciones y olvidarse de que “en el bacheo está el ganeo”. Requiere que el ciudadano acepte la multa del tránsito, aunque con ella deba trabajar horas extras para poder pagarla. Olvidarnos de la mentalidad a corto plazo que nos ha dado para sobrevivir en ocasiones y para soportar la conformidad a cambio de pensar a largo plazo con toda la confianza que implica aceptar las caídas del proceso, pero con la certeza de impulsar un país de primer mundo.

El crecer como país no es cuestión de personas buenas o malas, sino de personas congruentes haciendo cosas de manera constante.

A medida que logremos tener un mayor control sobre los daños colaterales entenderemos que la guerra es tan necesaria como la paz y también que el crecer como país no es cuestión de personas buenas o malas, sino de personas congruentes haciendo cosas de manera constante.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”