El valor del diálogo

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Este viernes recibí en el Tecnológico de Monterrey, a la Ministra Olga Sánchez Cordero. La invitamos a impartir una plática en el marco del Simposio de Derecho que cada año organiza la sociedad de alumnos.

La ministra, abogada de la UNAM desde hace 50 años, fue designada para desempeñar su cargo en la Corte, en 1995. Tras casi 20 años, en dos semanas termina su período y se retira de su carrera judicial de forma definitiva.

La plática fue por demás enriquecedora y emotiva: “Hoy quiero hablarles jóvenes de lo que me ha tocado vivir tras casi 20 años como Ministra de la Suprema Corte de Justicia.” “De una explicación estricta de la ley, rígida, literal, dura lex; hoy no se otorgan, se reconocen derechos humanos y se interpreta la ley de la forma que produzca un mayor beneficio para las personas. Es un cambio total en la impartición de justicia el que me ha tocado vivir.”

Sentenciaba el retroceso a las políticas públicas tradicionales y de las que optan por perpetuar los valores humanos universales de siempre. Se sustentaba en una polaridad, que demostraba una clara confrontación de su forma de pensar con la ideología conservadora cristiana.

“Esperamos que la persona que me remplace sea alguien muy liberal; muy progresista.”

En verdad espero que no. Creo que los liberales se han adueñado de ese calificativo del progreso. Como si pensar en contra, fuera ser una especie de “regresista”. Pero entonces, dijo algo muy importante, que me llevo para la posteridad, y que quisiera compartir. Algo que me hizo entender su postura.

Los ministros de la Corte también son representantes de la gente, electos a través de una forma sutil e indirecta en la cual se debilita la voluntad de la mayoría, a través de los canales políticos de representación.

“Yo represento a un sector de la población que está de acuerdo con las sentencias y acciones que últimamente hemos establecido en la Primera Sala, de las cuales estoy muy orgullosa y muy contenta porque he peleado veinte años por eso.”
Los ministros de la Corte también son representantes de la gente, electos a través de una forma sutil e indirecta en la cual se debilita la voluntad de la mayoría, a través de los canales políticos de representación.

¿Por qué en un México de libertades, tenemos una mayoría en la Corte que quiere un país de liberalidades?

Seis de once ministros, actualmente, en palabras de Sánchez Cordero, son quienes encabezan ese esfuerzo de legalizar las acciones de libertinaje que empiezan a producir problemas sociales: se elimina el problema dándole el aval del Estado.
Lo anterior me lleva a reflexionar a una nueva dimensión del sufragio, como derecho universal, que va mucho más allá del efecto inmediato directo de elegir a una persona para desempeñar una función determinada. El poder del voto más allá: el tema de temas es a quiénes designan quiénes nosotros designamos.

El poder del voto más allá: el tema de temas es a quiénes designan quiénes nosotros designamos.

El candidato electo tiene responsabilidad —y una enorme injerencia— al elegir a quienes encabezarán las principales instituciones del Estado, en cualquiera de los órdenes de gobierno que dirija. Ante esa responsabilidad, no podemos ser indiferentes: hay que agarrar partido (un lado); por eso hay que votar por un proyecto de nación.

“… Siempre privilegien el diálogo, es normal que pensemos distinto; es necesario que debatamos y dialoguemos para que avancemos en democracia. Es normal; es bueno. Siempre respeten la postura del otro.”

Cerrando la charla, luego de largos y calurosos aplausos, la Ministra nos compartió una última idea: “Jóvenes, se me estaba olvidando, quiero decirles una cosa más: siempre privilegien el diálogo, es normal que pensemos distinto; es necesario que debatamos y dialoguemos para que avancemos en democracia. Es normal; es bueno. Siempre respeten la postura del otro.”

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