“Gentrificación no es progreso, es despojo”: primera protesta en CDMX contra el turismo inmobiliario

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Con frases como “¡Fuera gringos!”, “Aquí se habla español” y “No a la voracidad inmobiliaria”, este viernes 4 de julio se realizó la primera protesta formal contra la gentrificación en la Ciudad de México (CDMX).

Bajo la consigna “Gentrificación no es progreso, es despojo”, decenas de personas denunciaron el alza en las rentas y el turismo inmobiliario, impulsado por plataformas como Airbnb, que ha desplazado a residentes tradicionales de barrios capitalinos.

“Se trata de nuestro derecho a la vivienda y contra la especulación inmobiliaria que expulsa, especula y promueve además un estilo de vida que deteriora el medio ambiente.”, explicó la periodista Jacaranda Correa, al referirse al impacto urbano que viven zonas populares.

Movimientos similares han surgido en ciudades como Barcelona, Madrid, París y Roma, donde el turismo masivo también ha generado rechazo.

Vecinos de las colonias Doctores, Obrera, Roma y Condesa encabezaron la movilización en el Parque México, alcaldía Cuauhtémoc, responsabilizando a la llegada de extranjeros del encarecimiento de servicios y viviendas, así como del desplazamiento progresivo de los habitantes originales.

La gentrificación en la CDMX, entendida como el reemplazo de una población por otra con mayor poder adquisitivo, ha empujado a muchas personas a mudarse a las periferias por el alto costo de vida.

Durante la jornada, algunos manifestantes causaron daños en negocios y viviendas. Hubo discusiones con turistas y un pequeño grupo hizo pintas, rompió vidrios y lanzó petardos a un Starbucks en la colonia Condesa.

De acuerdo con Lorena Umaña Reyes, doctora en Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, la gentrificación se ha definido como “un fenómeno urbanístico a través del cual, territorios, barrios y lugares que han tenido usos más tradicionales y/o populares se modifican a partir de iniciativas de intervención (estatal o privada) que provocan que estos espacios adquieran más plusvalía y se vuelva más atractivos para grupos sociales de mayor nivel adquisitivo.”

En la capital, estos procesos van desde la construcción de megaproyectos vendidos como “mini ciudades” hasta la llegada de “nómadas digitales” –mayormente extranjeros– que eligen vivir en zonas antes populares, transformando su identidad y encareciendo la vida local.