Puedo calcular el movimiento de las estrellas, pero no la locura de los hombres
-Sir Isaac Newton
Ni siquiera una de las mentes más brillantes pudo sobreponerse a la locura y surrealidad de los mercados. En 1720, Sir Isaac Newton perdió su fortuna en la burbuja de la Compañía de los Mares del Sur. Un error en sus pronósticos al no contemplar la manía como una de sus variables, le significó millones de libras en pérdidas al entonces Maestro de la Casa de la Moneda británica.
Pasado reciente y futuro próximo
El estratega y profesor John Jennings publica anualmente pronósticos para el mercado de valores, sin embargo, su texto en Forbes correspondiente a este año cuenta con un disclaimer muy particular puesto que prefiere ser no específico con referencia a valores y variables: Sé que estas predicciones son insatisfactorias, sin embargo, son tan precisas como cualquiera puede serlo para predecir los rendimientos del mercado.
Para poder hablar del futuro, será necesario hacer un breve recorrido de lo que fue el 2022. En pocas palabras: inestabilidad. Los principales índices se vieron con resultados negativos. Por ejemplo, S&P perdió casi 20%, el IPC 9%, Nasdaq 33%. Además de que los principales indicadores apuntaron desaceleración económica siendo que el PIB Mundial creció apenas 3.2%, procedente de un crecimiento de 6% en 2021. Los únicos activos que aumentaron fueron aquellos de renta fija en el orden del aumento de las tasas a nivel generalizado por los bancos centrales, esto en respuesta a la coyuntura de alta inflación.
El arte de pronosticar… ¿o predecir?
Hace poco leí que pronosticar con base en cifras históricas es como capturar un animal salvaje, enjaularlo (en una distribución) y decir que ya lo domesticaste. No es así en un sentido estricto, sigue siendo un animal salvaje. Solo porque -cabe- en una distribución, no significa que será estable de manera perene (vid. Taleb).
Si alguna vez has visto esta gráfica, sabrás de la “certeza” que ha dado al predecir 8 de las últimas 8 recesiones a nivel global. Campbell Harvey, su inventor, indicaba que una curva de rendimiento en contextos normales tendría una pendiente positiva respecto a la duración de los activos; sin embargo, cuando los mercados se encontraban inseguros e inestables, dicha pendiente se invertía, indicando una recesión venidera. Pues incluso Campbell ha asegurado que su modelo se encuentra sobrepasado… roto.
Cada vez entendemos más lo poco que sabemos de variables económicas como inflación y sus efectos. Jerome Powell ha llevado la subida de tasas de la Reserva Federal de los Estados Unidos bajo un discurso que roza en lo nihilista; ni siquiera sus modelos y el conocimiento de miles de economistas detrás han podido llegar a conclusiones certeras. Inclusive, subgobernadores del Banco de México como Jonathan Heath han comenzado a admitir las limitantes que existe en el conocimiento actual sobre los temas macroeconómicos. Todos los modelos están y probablemente seguirán rotos, puesto que, por construcción, la linealización de parámetros deja fuera muchas cosas. El gran problema con hacer proyecciones y pronósticos es que se que realizan sobre una sola variable; sin embargo, el futuro es más complejo que eso.
No one knows anything dice el titular de enero de uno de los artículos de Axios (2023). “Después de casi tres años de conmociones económicas y geopolíticas, los expertos se dan por vencidos y admiten que no saben lo que vendrá después”. Hoy, la probabilidad de una recesión en 2023 es de entre 45% y 55%, según los autores de Goldman Sachs. Existen argumentos sólidos para ambas posibilidades.
Bien… la realidad es que todo esto no importa, probablemente el discurso de humildad se vaya una vez que este episodio de incertidumbre tenga fin ya sea con una gran depresión o una época de auge. Pero regresará en el siguiente ciclo. La exprofesional de póker Annie Duke ha comentado en sus libros que la suerte rebasa a las aptitudes de una persona a la hora de pronosticar, esto tanto en el juego y como en la vida. Lo que podemos aprender de ello es que tiene más valor el estar preparado para cualquier escenario sobre tratar de predecir qué ocurrirá. Algunas de las lecciones que tiene Annie son: Apuesta arriesgado, pero poco; aprende a distinguir cuándo no apostar; y no exponerte a riesgos catastróficos.
No caer en trampas del azar
Esto no significa que no sepamos realmente nada, sino que aquello que rige las decisiones que toman los grandes corporativos, los gobiernos y las personas ha quedado obsoleto. Hoy es necesario tomar un compás, saber tu norte y comenzar a tomar riesgos. Que el valor esperado del resultado sea positivo respecto al costo de oportunidad de tu decisión sin la certeza milimétrica.
De acuerdo con Nassim N. Taleb, es necesario tener una mente lo suficientemente abierta como para lidiar con el azar y lo que ello significa emocionalmente. Tal pareciera que somos más “racionales” y científicos en los detalles de nuestra vida diaria que en aquellos que pueden dañarnos y amenazar nuestra supervivencia. La vida moderna parece invitarnos a volvernos extremadamente realistas e intelectuales cuando se trata de asuntos como la religión y el comportamiento personal, pero tan irracional como sea posible cuando se trata de asuntos regidos por el azar (por ejemplo, cartera o inversiones inmobiliarias). Probablemente sea interesante hablar del azar en nuestras vidas en textos de las siguientes semanas.
Entonces, el futuro…
Me da orgullo que este texto haya comenzado teniendo el objetivo de hablar de 2023 y que no lo haya cumplido. Si una cosa hay que decir sobre el futuro es que hay que hacernos robustos. Esperar lo mejor, pero estar preparados para lo peor. Tal como dicen las mejores mentes en estos momentos, 2023 pinta para ser un año de recuperación y soft landing, pero con una posibilidad real de que no sea así, especialmente para México.
A la hora de hablar del futuro, será necesario tener la humildad de decir “no sé”, estar conscientes de nuestros posibles errores y saber que aquellos que nos dedicamos a pronosticar, no somos invencibles. Es demasiado pedir para un mundo económico que se sostiene con la confianza, pero una pizca de humildad es suficiente viraje para modificar el paradigma y cambiar nuestro sistema.
*Economista, consultor y tuitero