“Oye Lalo, tenemos una lista de cosas que necesitamos hacer y ya sabes que el médico nos tiene prohibido salir. ¿Nos podrías dar la mano?”. Esa fue la llamada que recibí hace unos días.
Mis tíos Güero y Juany viven solos, son adultos mayores, sus hijos viven en otras ciudades y no tienen más familiares en la ciudad. Razones suficientes para salir de mi aislamiento social con las debidas precauciones y regresarles la paz.
Sin preguntar de manera específica cuáles eran sus necesidades por resolver, definimos una hora para mi visita. Llegué a la hora justa y ya mi tío me esperaba afuera de su casa con mascarilla, guantes, un bote de gel antibacterial, otro bote con cloro rebajado en agua y una lista de pendientes que incluían transacciones bancarias, pagos de servicios y, por supuesto, medicamentos y la lista del supermercado. Mi tía permaneció en el interior de la casa siguiendo al pie de la letra las instrucciones de su médico.
Entre sucursales bancarias cerradas, tener que buscar cajeros multiservicios funcionando, ir a una farmacia específica que surte su arsenal de medicamentos y hacer una lista de supermercado con productos que no son los que habitualmente compro, la tarea me llevó casi tres horas.
Entregué los pendientes resueltos y me puse a la orden para ayudar en cualquier otra preocupación. Me despedí sin los abrazos habituales, pero viendo que la tranquilidad regresaba a los azules ojos de Güero.
¿Cuántas personas habrá en la ciudad que requieran ayuda en estos momentos y no lo sabemos?
¿Cuántas personas habrá que estén dispuestas a ayudar y tampoco lo sabemos?
No solo las personas mayores están pasando por momentos difíciles. Hay mucha gente sin empleo, los negocios pequeños sufren la falta de clientes, las familias pueden pasar momentos de ansiedad, la violencia doméstica se pude agravar y la desinformación en la que se vive la pandemia puede llevar a malas decisiones.
Personas y organizaciones con estas preocupaciones, se han dado a la tarea de enfocar su tiempo y recursos para crear diversas alternativas que mitiguen los efectos de la pandemia.
Por ejemplo, por parte de la sociedad civil, www.ayudamutuamty.mx surge como una plataforma ciudadana para conectar a quienes necesitan ayuda y a quienes pueden darla, https://apoya.cic.mx/ recibe apoyos en especie y promueve el voluntariado y https://comunidar.org/unirydar/ llega como la respuesta del empresariado regiomontano para afrontar la crisis, apoyando con equipo médico, ayuda económica a personas en situación vulnerable y, en su momento, buscará reactivar la economía lo más pronto posible.
Por el lado de gobierno, el municipio de Escobedo implementa www.escobedoencasa.com como una opción para apoyar el comercio local entre los mismos vecinos del municipio y pone a disposición una herramienta de emergencia para que mujeres que lo requieran estén seguras en casos de violencia doméstica.
Me pareció muy importante saber de estas iniciativas, pero lo más valioso fue ver que se siga dando valor a lo comunitario independientemente del asilamiento que impide las interacciones en centros de trabajo o en el espacio público cercano como son la cuadra, el barrio o la colonia.
Este es un buen momento para saber si conocemos a nuestros vecinos, para llamar a quienes tenemos tiempo de no saber de ellos, para buscar alternativas de ayuda y para poner en marcha la creatividad. Las contingencias no se resuelven de manera individual, siempre han sido una labor colectiva.
Güero y Juany hoy están tranquilos en su casa y yo estoy tranquilo en la mía sabiendo que no les falta nada y que cuando necesiten resolver algo me pueden llamar. Y también estoy tranquilo sabiendo que existe una comunidad que está dispuesta a ayudar y se están creando los medios para hacerlo. Cuando el contacto físico pone en riesgo la salud, dar la mano cobra su verdadero sentido.