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No es sorpresa que tras el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), donde se aprobó un amparo que le permite a 4 individuos el uso recreativo y lúdico de la marihuana, el debate sobre la legalización haya tomado dimensiones nunca antes vistas.

Como casi siempre suele suceder con los temas controversiales, las posturas se polarizan en blancos y negros, y los discursos se llenan de opiniones sin rigor, meras percepciones sin fundamentos sólidos ni esquemas de análisis claros. Los distintos ejemplos de políticas de legalización a nivel mundial nos muestran justo lo contrario: 1) El tema está lleno de matices y la legalización no es absoluta, esta se puede presentar con distintos grados de liberalización. 2) Los efectos de legalización no son universales y no son predecibles, estos dependen de las condiciones socioeconómicas del país o estado, y de la estructura y ejecución de la misma política de legalización.

Estar a favor o en contra termina siendo algo fútil si no se tienen las herramientas para deliberar.

Considerando lo anterior, estar a favor o en contra termina siendo algo fútil si no se tienen las herramientas para deliberar. Mientras no hay una herramienta única para abordar el tema de la legalización, los resultados del Análisis Económico y las premisas del Pensamiento Económico deben de ser considerados de manera forzosa.

Al hablar de Economía no hay que caer en la concepción común que sólo se tomará en cuenta el ámbito financiero y de negocio dentro de la venta de la sustancia. La economía va más allá brindando un esquema de análisis que permite medir las ganancias y costos sociales, así como el impacto que cierta medida tiene en el desarrollo social.

Aún y cuando se presume que la marihuana tiene efectos menos dañinos comparadas con el tabaco y el alcohol, esta genera dependencia, y cualquier adicción es una enfermedad.

Es verdad que los aspectos que rodean el tema de la legalización son multidisciplinarios, pero todos estos pueden ser evaluados desde la óptica económica. Por mencionar algunos ejemplos, las preocupaciones en salud pública deben de ser medidas bajo un esquema de costo-beneficio. Aún y cuando se presume que la marihuana tiene efectos menos dañinos comparadas con el tabaco y el alcohol, esta genera dependencia, y cualquier adicción es una enfermedad. No obstante, aún y cuando está penalizada, su consumo sigue en aumento y el hecho de regularla puede generar ingresos tributarios que se pueden usar para implementar campañas, medidas de prevención o instaurar clínicas de rehabilitación que reduzcan considerablemente la cantidad de adictos.

Su consumo sigue en aumento y el hecho de regularla puede generar ingresos tributarios que se pueden usar para implementar campañas, medidas de prevención o instaurar clínicas de rehabilitación que reduzcan considerablemente la cantidad de adictos.

Los beneficios fiscales de gravar la producción, distribución y comercialización de la marihuana es otro de los temas que defienden fervientemente los que están a favor de la medida. Definitivamente bienes con un bajo grado de elasticidad precio-demanda, como lo son las “soft drugs”, son perfectos para ser sujetos de fuertes impuestos que generan una fuente considerable de ingresos al Estado. El Gobierno con estos flujos extra aunados a la reducción de los costos penitenciarios, podría invertir en la reconstrucción del tejido social, prevención del delito y la mejora de los cuerpos policiacos; ahora sí la justicia se podría dedicar a perseguir a los verdaderos malos.

Todo suena muy bonito hasta que recordamos que la falta de Estado de Derecho y la poca eficiencia del gasto público y la corrupción imperan en nuestro país. Estos elementos son preocupantes ya que nada garantiza que el diseño e implementación de la política de legalización vayan a ser efectuados de manera apropiada, y aún y cuando ésta se lleve a cabo en buenas condiciones, no hay garantías que los beneficios monetarios se vayan a transformar en beneficios sociales.

Nada garantiza que el diseño e implementación de la política de legalización vayan a ser efectuados de manera apropiada.

El Análisis Económico también tiene sus limitantes, para los puristas la metodología es todo, por lo que varios expertos estudiando el mismo aspecto pueden llegar a resultados no concluyentes. Para poder ser sensatos al momento de analizar, debemos mi máxima económica preferida: discernir entre lo normativo (lo que debería ser) y lo positivo (lo que en realidad es). Sin poner las cosas en perspectiva la discusión llegará a ningún lado, o peor aún, se resolverá de manera equivoca.

Ahora, si me preguntan cuál es mi postura en el debate, como buen economista les voy a contestar que… depende.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

¿INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA?

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Generalmente el anuncio de Inversión Extranjera Directa (IED) en el país es considerado un logro de política económica, un presagio de bonanza y desarrollo que beneficia a la nación en general. Sin embargo, distintos grupos perciben a la afamada IED como una estafa de las grandes transnacionales en contubernio con el Gobierno, el cual termina “regalando” la riqueza nacional para que sea llevada por manos extranjeras.

Distintos grupos perciben a la afamada IED como una estafa de las grandes transnacionales en contubernio con el Gobierno, el cual termina “regalando” la riqueza nacional para que sea llevada por manos extranjeras.

Definitivamente es un tema cuya polémica es sumamente compleja, existen datos e investigaciones que sostienen que los beneficios de la IED son reales y tangibles, mientras que también existen otros datos que sostienen totalmente lo contrario. Al final de cuentas, la IED no es un tema de blancos y negros, si no uno de matices, en el cual su efectividad debe de ser evaluada dependiendo de cada caso.

No es mi afán ofender su intelecto, pero para comprender este tema es importante remontarnos a las bases. La IED es toda aquella inversión que se realiza en infraestructura productiva, dígase plantas, oficinas, maquinaria y hasta recurso humano, por parte de una entidad extranjera. La naturaleza de esta inversión requiere que exista un grado de confianza en la nación receptora, y refleja un alto grado de compromiso del inversionista, ya que esta inversión no se puede mover con facilidad.

Además del voto de confianza, este tipo de inversiones en teoría vienen acompañadas de beneficios como la generación de empleos, el desarrollo de cadenas productivas locales, la transferencia de tecnología y el desarrollo de capital humano especializado.

Lamentablemente, la teoría no siempre se convierte en realidad, en muchas ocasiones la IED se presenta por lo motivos equívocos: la falta de estado de derecho e impunidad de las naciones receptoras. Esto se ha traducido en corrupción, sobreexplotación del sector laboral, daños irreparables al medio ambiente, transferencias de tecnología y conocimiento nulas, y evasión fiscal.

¿Qué podemos esperar del caso KIA en el Estado de Nuevo León?

Ahora sí, conociendo las dos caras de la moneda, ¿qué podemos esperar del caso KIA en el Estado de Nuevo León?

A mediados del 2014, la noticia fue una bomba; la instalación de la planta de KIA en Nuevo León era la consumación de un sueño. Y no podía esperarse de menos, Nuevo León tiene un sector automotriz sumamente dinámico que cuenta con más de 300 empresas que generan cerca de $10 Millones De Dólares (MDD) al año, y producen cercana el 27% de las exportaciones del Estado.

Nuevo León tiene un sector automotriz sumamente dinámico que cuenta con más de 300 empresas que generan cerca de $10 Millones De Dólares (MDD) al año, y producen cercana el 27% de las exportaciones del Estado.

KIA no solo vendría a completar el rompecabezas, los números detrás de este proyecto son sobresalientes por sí mismos. Sólo la inversión de la automotriz coreana asciende a los mil MDD, a la cuál se le sumará una inversión de mil quinientos MDD proveniente de sus proveedores Tier 1 y Tier 2. Con esto la armadora tendrá una capacidad de producción de hasta 300 mil unidades al año, lo cual incrementará en un 13% la producción automotriz nacional, y generará cerca de 9,000 nuevos empleos en la localidad.

Todo parecía miel sobre hojuelas hasta que el equipo de transición del actual Gobierno del Estado comenzó a sacar los trapitos sucios detrás de la negociación entre el Gobierno anterior y KIA. Según la investigación publicada por Sexenio (www.sexenio.com.mx) el 9 de septiembre del presente año, se presume que el Gobierno del Estado tiene comprometidos más de $500 MDD en incentivos para la compañía coreana y sus proveedores, casi el doble del monto permitido por la Ley de Fomento a la Inversión y el Empleo.

Más grave aún son las declaraciones que aseguran que no existe obligación contractual para que KIA use un porcentaje mínimo de insumos de procedencia mexicana, desarrolle cadenas productivas locales y genere un número específico de empleos de calidad a mexicanos. Este último punto ha permeado al colectivo, convirtiéndose en la principal queja y preocupación que tiene la ciudadanía con la armadora coreana.

Entonces, ¿a quién le hacemos caso? ¿para qué lado se inclina la balanza? Desafortunadamente para todos los cínicos quejumbrosos, así como para todos los optimistas aduladores, la balanza no se inclina para ningún lado. Lo repito: la IED es un tema de matices, y el caso de KIA no es una excepción. El tamaño de la inversión y los niveles de producción de KIA definitivamente elevarán el grado de productividad y competencia del Cluster automotriz en el Estado. Al mismo tiempo, la concesiones económicas y contractuales del Gobierno anterior serán un gran obstáculo para el desarrollo de cadenas productivas locales y el máximo aprovechamiento de las plazas laborales que se generarán.

No podemos esperar que de la noche a la mañana KIA supedite toda su producción a insumos y manos mexicanas que nunca han elaborado bienes de dicha complejidad.

Aún es muy temprano para emitir un juicio definitivo; hay que ser muy pacientes, ya que la mayoría de los efectos de estas inversiones toman unos cuantos años en verse reflejados. No podemos esperar que de la noche a la mañana KIA supedite toda su producción a insumos y manos mexicanas que nunca han elaborado bienes de dicha complejidad. Pero tampoco podemos quedarnos de brazos cruzados, el éxito o fracaso de KIA dependerá en buena medida de las nuevas negociaciones y gestiones que realice el Gobierno Estatal y de la capacidad del Cluster Automotriz para volverse más productivo que sus contrapartes extranjeras.

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Herencia Maldita

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Muchos de este lado del país estamos de fiesta, hace sólo un par de días concluyó probablemente el peor sexenio que ha tenido que atravesar el Estado de Nuevo León, y eso en verdad es motivo de celebración.

Muchos de este lado del país estamos de fiesta, hace sólo un par de días concluyó probablemente el peor sexenio que ha tenido que atravesar el Estado de Nuevo León, y eso en verdad es motivo de celebración.

El arranque del Gobierno del Ing. Jaime Rodríguez Calderón (“El Bronco” para la raza) ha generado una gran expectativa en las posibilidades que conlleva tener un Gobierno “Independiente”. Propios y extraños han encontrado en la figura del Bronco un héroe cabalgante que acabará con la corrupción y pondrá en senda de crecimiento a la siempre pujante “Sultana del Norte”.

Aún y cuando la buena voluntad y el talento llegasen a existir, el Gobierno entrante ya carga consigo un presagio desafortunado, una herencia maldita que puede diezmar hasta al más hábil de los políticos: la gigantesca Deuda Pública Estatal.

El recién Gobierno saliente declaró ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP o Satanás) una deuda pública de 61,077 Millones De Pesos (MDP). Esto corresponde a un 5% del Producto Interno Bruto (PIB) que genera el Estado y a un incremento durante el sexenio de 129%, obligaciones financieras que representan un 229% de los recursos que recibe el Estado por concepto de participaciones federales (principal fuente de ingresos de los Estados), y que colocan a Nuevo León como uno de los cuatro Gobiernos más apalancados e irresponsables del país.

El recién Gobierno saliente declaró ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP o Satanás) una deuda pública de 61,077 Millones De Pesos (MDP).

Para no acabarla de amolar, durante los últimos días distintos académicos, representantes de organismos de la Sociedad Civil y hasta el mismo Bronco en su toma de protesta, han revelado que las cifras presentadas ante SHCP, ¡tranquilamente omiten un rubro de la deuda estatal!

Como explica el Dr. Abel Hibert, Economista y Director de Posgrado de la Universidad Metropolitana de Monterrey (UMM), la cuenta pública del segundo trimestre del 2015 (http://archivo.nl.gob.mx/?P=transparencia_sfytge&concepto=informes-cuenta-publica) no aclara cuánto es la deuda que se tiene ante proveedores, y esconde un pasivo aproximado de 45 Millones De Pesos, adicionales a los 61,077 antes mencionados. Tomando esto en cuenta, la deuda pública podría alcanzar un valor aproximado de 106,077 millones de pesos, lo cual representa un incremento del 391% de la deuda durante el sexenio 2009 – 2015 ¡El 8.6% del PIB estatal!

Las excusas que se han dado a lo largo de los años han sido bastantes, entre ellas, las más recurrentes son los destrozos del “Alex” en el 2010, la inversión necesaria para acabar con la crisis de inseguridad, y mi favorita: la fuerte inversión que se hizo en infraestructura de vanguardia y obra pública de primer nivel en Nuevo León.

Los señalamientos y la culpas se han presentado en todos los bandos, y no han parado en los últimos meses; ahondar en ese tipo de grilla no es la intención de este escrito. Al igual no pretendo marearlos más con cifras como los 6,600 millones de pesos de déficit que tuvo la administración anterior a Julio del 2015, o los 71,996 millones de pesos de gasto corriente ejercidos en el 2014 (de los cuáles 20% fueron destinados a nóminas).

Lo importante de toda esta marabunta de números no es lo sucedido, si no lo que podemos esperar del próximo gobierno en base nuestras condiciones actuales:

1.- El Gobierno Estatal no tendrá mucho margen de maniobra en temas de inversión, ya que tiene menos capacidad para endeudarse; le van a prestar más caro, y la misma operación le representa perdidas.

2.- El contexto macroeconómico (precio del dólar, precio del petróleo y perspectivas de crecimiento económico) tendrá repercusiones negativas en los montos de participaciones federales, prolongando la agonía e inmovilizando más al gobierno.

3.- Por los puntos antes mencionados, es muy seguro que no veamos la eliminación o disminución de impuestos estatales como la tenencia (el Santo Grial), y en determinado caso podamos ver un incremento de estas.

El Gobierno Estatal no tendrá mucho margen de maniobra en temas de inversión, ya que tiene menos capacidad para endeudarse; le van a prestar más caro, y la misma operación le representa perdidas.

Es un panorama desalentador, mas es remontable. Con la experiencia de nombres como Fernando Elizondo Barragán o Fernando Turner, el Gobierno Bronco podría idear medidas para voltear el marcador, como:

1.- La obvia restructuración de la deuda. Especialmente renegociando con aquellos proveedores faltos de finiquito, y eliminando proyectos de inversión insostenibles.

2.- La disminución de la carga que tiene el gasto corriente en el presupuesto estatal (cortar cabezas y tumbar aviadores). Se debe de crear un aparato de gobierno más eficiente que requiera de menos elementos, y produzca más beneficios sociales.

3.- La generación de proyectos de inversión pública al estilo de la acupuntura: inversiones pequeñas, dirigidas estratégicamente en el origen de los problemas y malestares sociales.

El éxito o fracaso de su gobierno se definirán en buena medida en que tan bien afronte estos retos y que tan bien nos deje parados para los años venideros.

En fin, la vara que debe de medir el desempeño de la gestión del Bronco no debe de ser que tantas promesas de campaña cumplió o que tan contenta tenía a la gente. El éxito o fracaso de su gobierno se definirán en buena medida en que tan bien afronte estos retos y que tan bien nos deje parados para los años venideros. Acuérdense que “el político de ocasión es aquél que cuando toma decisiones sólo piensa en las próximas elecciones, y el estadista, es aquél que lo hace pensando en las próximas generaciones”.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”