Con Una Basta

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Mucho se conoce sobre la doble moral del mexicano. Incluso hoy en día, continúa incidiendo lamentablemente en nosotros los jóvenes; ya ni hablar de generaciones más atrás. No hace falta explicar ni definir el concepto, según entiendo es muy básico: la incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace. Y es que al mexicano se nos da mucho eso de ser bien defensores, de adoptar posturas que en el momento consideramos apropiadas pero que luego no siempre nos gusta, beneficia o conviene aplicarlas a nosotros mismos, porque ahí sí decimos: “una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa”.

Y es que al mexicano se nos da mucho eso de ser bien defensores, de adoptar posturas que en el momento consideramos apropiadas pero que luego no siempre nos gusta, beneficia o conviene aplicarlas a nosotros mismos, porque ahí sí decimos: “una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa”.

Hoy, como todos los días, percibo muchísimas formas de hartazgo, mismas que se hacen cada vez más evidentes en redes sociales: videos, memes, gifs, tweets, el uso de Photoshop, etc., y ¡vaya que tenemos creatividad para ello! La mayoría muy graciosas y hasta albureras, otras cuantas iracundas y sarcásticas. Más reciente ésta del 12 de octubre, en conmemoración a Cristóbal Colón y su “descubrimiento” de las Américas, (espero que a estas alturas, ya todos sepamos lo que realmente pasó) por poner un ejemplo.

Me doy cuenta que lo que publicamos y compartimos es en función de lo que se festeje en ese día, lo que está en trending topic, juicios de valor, una que otra opinión, y demás chuchería que nos mostramos partidarios pero que definitivamente no reflejan nuestro actuar diario.

Las redes sociales vienen a ser un fenómeno que no muchos terminamos de comprender, saber leer o anticipar… o más bien, todo lo contrario. Se han convertido —en la mayoría de los casos— el epítome de la incongruencia social o mejor dicho, la práctica de la doble moral. Lejos de hacer alusión a falsas apariencias, complejos y adicciones que los humanos podamos tener (por supuesto que me subo al carrito), razones por las cuales necesitamos de las redes sociales como una forma de catarsis, me doy cuenta que lo que publicamos y compartimos es en función de lo que se festeje en ese día, lo que está en trending topic, juicios de valor, una que otra opinión, y demás chuchería que nos mostramos partidarios pero que definitivamente no reflejan nuestro actuar diario.

Cabe aclarar que para nada estoy satanizando el uso de las redes sociales y pareciera que no, pero me divierten más de lo que me gustaría aceptar. Más bien considero que es sumamente desalentador comprobar que aquel perfil defensor de los pueblos americanos brutalmente colonizados en Facebook, no coincide con la realidad de su hostilidad y discriminación hacia extranjeros latinoamericanos que radican en la ciudad; también, por poner un ejemplo.

Este tema tiene mucha tela de dónde cortar, si bien, me remitiré a contestar una pregunta que seguro yo le haría al autor del texto si fuese de alguien más: “bueno, ¿y tú qué haces?, ¿a poco nunca has pecado de doble moral?” Yo hago lo que puedo conmigo. Trato de ser clara y transparente en mis ideas, en el trato con los demás, en mis expresiones. Escribo en espacios como este. Me esfuerzo en construir y practicar honestidad y coherencia en mi quehacer del día a día y en todos los ámbitos de mi vida: con mi familia, en el trabajo, con mis amigos, con mi pareja, con la ciudad (con todo y sus leyes y habitantes, eh) y voilà, tan sencillo y al alcance como eso. Sí que he pecado de doble moral y bastantes veces, probablemente (espero que ya no) aún lo haga inconscientemente. Pero trato todos los días de entrenar esa maña muy mexicana que tengo —tenemos— a la hora de actuar para erradicarla de una vez por todas.

Ojalá que al leerme, no suene como una especie de pseudo-Yoda chafa de librito de autoayuda, pero si les gusta la idea de grandeza, comencemos a practicar una sola moral: más ciudadana, más cívica, más participativa.

Quizá mis escritos parecieran ser repetitivos y hasta choteados, pero mi forma de insistir en la ética y moral, no radica en la búsqueda del hilo negro ni idear soluciones colectivas tan fabricadas que serían difíciles de llevar a cabo (aunque no imposibles jeje). Sí que es verdad que la unión hace la fuerza, pero también la fortaleza que encontramos en nosotros mismos, lleva a la unión. La implementación de los cambios que necesita y le urgen a este país, comienzan de a mucho, con granotes de arena. Ya no piensen en poquito, piensen en grande pero al hacerlo, piensen en ustedes, ¡qué más grande que eso!

Como diría King Elvis: “a little less conversation, a little more action please.”

Ojalá que al leerme, no suene como una especie de pseudo-Yoda chafa de librito de autoayuda, pero si les gusta la idea de grandeza, comencemos a practicar una sola moral: más ciudadana, más cívica, más participativa. Como diría King Elvis: “a little less conversation, a little more action please”. O si quieren platiquen bastante, a mí en lo personal me encantan las palabras, sólo recordemos siempre llevarlas a la práctica amigos.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

¿A qué nos atrevemos?

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Hoy como todas las mañanas, luego de revisar los correos cotidianos y demás pendientes laborales, ingresé irrevocablemente a Facebook, Instagram, YouTube, Twitter. No hace falta recalcar la tendencia actual de nosotros los jóvenes: “los hípsters”, “los millennials”, y cuanta subcultura existe. El texto de hoy, no hace referencia a ninguna noticia del día ni a hechos políticos relevantes. Creo que ni siquiera podría definir muy bien sobre que escribo hoy o el tema que se desarrolla en estas breves líneas, pero eso sí: sé por qué lo hago. Sin ánimos ni afán de sonar como la niña hippie-ñoña, luego de varios días de disque análisis sociológico en redes sociales (tan chafo o poco aspiracional como eso pueda sonar) me di cuenta que hoy por hoy, los jóvenes nos atrevemos.

Así, tal cual. Nos atrevemos. Nos atrevemos a hacer lo que mucha gente considera inconcebible, innecesario, muy “mainstream”, incluso hasta como sin chiste. Pero, ¿saben qué me causa algo de problema, honestamente? Que cada vez veo a más gente haciendo lo que yo no me quise atrever por el famoso miedo al qué dirán, por no sentirme suficientemente preparada. Y que flojera la verdad. No tengo la menor duda de que los jóvenes mexicanos somos talentosos y si no lo somos, seguimos intentando hasta en verdad serlo, porque la vida no es más que eso, creer en sí mismo. Y sí, ya sé que suena cursi pero vaya que los clichés por algo son clichés. Lejos de que si la gente se la cree o no, considero que lo mejor sería primero trabajar en lo que sí sabes y crees de tí, porque al final termina por potenciar incluso muchos de nuestros talentos ocultos o dormidos. El chiste es atreverse.

Ahora bien, pienso también que es sumamente importante y esencial una cosa: ser honesto consigo mismo. Y es que no es nada diferente a estar a gusto con lo que se dice y lo que se ha hace. Tener una especie de paz y satisfacción con las acciones propias y la congruencia de ellas, las cuales inevitablemente se ven reflejadas en la sociedad que se construye día a día. Tener la tranquilidad y serenidad de hacer las cosas bien porque se encuentra intrínsecamente ligado a nuestra personalidad. Atrevernos a elegir querer hacerle un bien a nuestro prójimo porque queremos, y no sólo por tratarse de alguna imposición social, ley o norma.

Me parece que lo que hacemos a partir de nuestra verdadera esencia como seres humanos, es lo más cercano a experimentar la calma y despreocupación de la que hablo. He llegado a pensar que la forma más pura de rebeldía radica en el nivel de fidelidad y lealtad que nos proveemos personalmente, y en la capacidad de saber distinguir, identificar, de señalar y denunciar lo que se encuentra podrido, corrupto e impune en la sociedad.

Atrevámonos a pensar colectivamente, como mexicanos, como jóvenes que ya están cansados de pan con lo mismo y que saben que pueden cambiar el rumbo del país.

Me parece más que extraordinario que los jóvenes se atrevan a soñar, a crear, a innovar para sí mismos, para desarrollar sus talentos y vida profesional; pero creo que es imperativo hoy por hoy también atrevernos a diseñar, y construir el México que sabemos nos merecemos. Atrevámonos a pensar colectivamente, como mexicanos, como jóvenes que ya están cansados de pan con lo mismo y que saben que pueden cambiar el rumbo del país. No por moda, si no por convicción.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”