En los últimos días hemos sido bombardeados de información, alguna falsa, otra alarmando a la población y otra también desairando todavía el problema y gravedad de la pandemia del COVID-19, la interconexión a través de redes sociales nos hace saber lo que pasa en todo el mundo en cuestión de minutos, por eso, ante los antecedentes en países como China, Italia o España resultaba totalmente increíble escuchar las declaraciones del Presidente de México donde invitaba a la ciudadanía a abrazarse, utilizar estampitas religiosas para protegerse del virus, y peor aun, donde un día antes de declararse la fase dos de la pandemia en México el presidente invitaba a salir de sus casas a la población. Todas estas declaraciones evidentemente generan desconfianza, incertidumbre y temor sobre la seriedad y profesionalismo con la que el Gobierno Federal actuará ante esta contingencia.
La solicitud del Presidente López Obrador para que se el escuche a él como la única fuente de información verídica, donde él nos diría cuándo se debe iniciar la cuarentena; nos recordó sus declaraciones en Tamaulipas donde invitaba al narcotráfico, delincuentes y a toda la población a “portarnos bien” para disminuir la violencia e inseguridad (estrategia que claramente no ha funcionado). Pareciera que el presidente está en la idea de que el 100% de los mexicanos tenemos que escucharlo y asumir sus posturas y declaraciones como las únicas correctas, las que están bien, y quien le solicite cuentas o explicaciones: es un opositor, conservador, neoliberal, como si se tratara de una campaña presidencial aún y no de gobernar un gran país con miles de problemas por resolver. El programa matutino de “La Mañanera” porque pareciera eso, un programa de televisión, maneja la agenda e información a conveniencia de la presidencia, sin embargo, es una mecánica que no le habla a la gran mayoría de la población: la juventud, pero afortunadamente hoy en día la información no puede ser manipulada u ocultada con facilidad.
La realidad es que México es un país de jóvenes pero gobernado por personas que en promedio tienen 71.3 años de edad y esto hace que no se comprenda las necesidades, problemáticas y soluciones que se requieren en el país y en el mundo, muestra de ello es la intención de construir una refinería en pleno 2020, la cancelación del aeropuerto o la construcción del tren maya, obras que parecieran mas un capricho del presidente que acciones para el desarrollo del país. Como analogía una amiga comentaba: “Es como si quisieras poner a tu abuelito a dirigir un negocio que acabas de abrir; no lo pondrías al frente porque la realidad de hoy es muy distinta a la que vivió, pero sin duda escucharás sus consejos”. Andrés Manuel López Obrador piensa que está gobernando un país muy distinto al que realmente es; no entiende ni observa lo que pasa en el mundo.
Al ser México un país de jóvenes debemos pasar a tomar un papel protagónico en el centro de la toma de decisiones que marcarán el avance del país. Las nuevas generaciones hemos observado desde la banca distintos cambios en la vida publica y política donde observamos claramente, por ejemplo, a Peña Nieto y su administración corrompiendo las instituciones con el objetivo de tener beneficios económicos, y hoy observamos a López Obrador y su administración corrompiendo las cifras, datos e información, pero ¿con que objetivo?