Una de las noticias más relevantes de esta semana fue el alto nivel de contaminación que vive la ahora Ciudad de México. La contingencia ambiental pone en una situación crítica a la población que vive expuesta a la mala calidad del aire derivado de altas concentraciones de ozono, que pueden desencadenar enfermedades respiratorias, cardiovasculares e incluso cáncer. Hasta el momento, algunas medidas por parte del Gobierno de la ciudad han sido la restricción de la circulación de vehículos y el servicio gratuito del Metro, Metrobús, RTP, Trolebús y tren ligero.
Este evento prende focos rojos en diferentes ámbitos, desde la contaminación que generan las industrias, los controles ambientales y ecológicos por parte del gobierno y también en la contaminación que nuestras actividades y hábitos diarios pueden causar.
La contingencia ambiental es una combinación de muchos factores, que sin embargo puede ser controlada y limitada en un futuro al combinar el esfuerzo de gobiernos, empresarios y ciudadanos. Todos podemos, desde nuestra trinchera, aportar acciones al cuidado ecológico y el cuidado al medio ambiente.
La contingencia ambiental pone en una situación crítica a la población que vive expuesta a la mala calidad del aire derivado de altas concentraciones de ozono, que pueden desencadenar enfermedades respiratorias, cardiovasculares e incluso cáncer.
La administración pública debe generar políticas públicas en materia ambiental que incluyan impuestos, regulaciones y subsidios a aquellas actividades que generen emisión de sustancias tóxicas. Las industrias química, metalúrgica y de transformación, por nombrar algunas, deben ser reguladas a fin de limitar el daño al medio ambiente a la par de obedecer medidas fiscales que penalicen el uso irresponsable de recursos naturales.
La iniciativa privada debe de ser consciente de las repercusiones que su actividad comercial genera. Aquellas industrias mencionadas, por responsabilidad social no sólo legal, tienen que participar en la minimización de emisiones contaminantes y en el correcto uso del suelo.
En este orden de ideas, una forma de participación pública-empresarial es a través de sistemas de transporte público con esquemas de inversión y financiamiento privados. Permitiendo así al gobierno modernizar y ampliar su red de transporte para brindar servicio de calidad y eficiencia para que la población pueda depender cada vez menos del vehículo privado.
La administración pública debe generar políticas públicas en materia ambiental que incluyan impuestos, regulaciones y subsidios a aquellas actividades que generen emisión de sustancias tóxicas. Las industrias química, metalúrgica y de transformación, por nombrar algunas, deben ser reguladas a fin de limitar el daño al medio ambiente…
Por último, e igual de relevante, son nuestros hábitos diarios. Una parte importante de la contaminación ambiental proviene de tirar basura en la calle, el uso excesivo de plásticos y plaguicidas o la circulación de carros sin afinación y mantenimiento, lo cual repercute en el largo plazo en un deterioro de nuestro ecosistema. Como ciudadanos podemos aplicar ciertas acciones para aminorar el daño ambiental, tales como el reducir, reciclar y reutilizar.
El medio ambiente, tanto su daño como su cuidado, somos todos. Cada quien tiene una responsabilidad y una serie de tareas por hacer, que si son bien encausadas pueden ayudarnos a alcanzar nuestra meta en común, hacer de nuestras ciudades un mejor lugar para vivir.
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