Corea del Norte derribó este martes una oficina de enlace intercoreana en su lado de la frontera, en una reprensión explosiva hacia Seúl que parece diseñada para atraer la máxima atención mundial.
La medida representó la provocación más grave de Corea del Norte en años y sigue a una serie creciente de amenazas contra el gobierno del presidente surcoreano Moon Jae-in.
La agencia estatal de noticias central coreana informó en un comunicado que la oficina, el logro más concreto de una serie de cumbres entre las dos Coreas en 2018, fue “trágicamente arruinada con una explosión terrible”.
El Ministerio de Unificación de Corea del Sur calificó la demolición como un “acto sin sentido” que “destruyó las esperanzas de aquellos que deseaban la paz en la Península Coreana”.
El Consejo de Seguridad Nacional del país advirtió a Corea del Norte de una fuerte respuesta si tomaba más medidas, pero no dio indicios de represalias inminentes.
La destrucción del edificio se produce aproximadamente una semana después de que el régimen de Kim Jong-un abandonara sus operaciones en las instalaciones financiadas por Corea del Sur, que permitía a funcionarios de ambos lados comunicarse durante todo el día.
Corea del Norte ha estado tratando de aumentar la presión sobre Moon frustrado por el continuo apoyo de Seúl a la campaña de sanciones liderada por Estados Unidos que ha debilitado su economía.
Si bien no estaba claro de inmediato cómo reaccionarían los aliados, el objetivo de Kim parecía elegido para avergonzar a Moon sin provocar una respuesta militar de Corea del Sur o del presidente de EU, Donald Trump.
Moon ha pasado gran parte de su presidencia buscando mejores lazos con Pyongyang, a veces poniéndose en desacuerdo con las voces más agresivas de la administración Trump.
“Podemos esperar que Pyongyang continúe con actos militares similares, pero no lo suficiente como para obligar a Seúl a tomar represalias con fuerza”, comentó Duyeon Kim, asesor principal para el Noreste de Asia y Política Nuclear del Grupo Internacional de Crisis.
“Debemos recordar que la oficina de enlace ya estaba esencialmente muerta, así que, si hay un problema real, entonces es para los contribuyentes de Corea del Sur”, consideró.
El incidente es una de las provocaciones más graves desde 2010, cuando se sospechaba que Corea del Norte había torpedeado un buque de guerra surcoreano, matando a 46 marineros, y que había bombardeado una isla surcoreana, matando a dos soldados y dos civiles. Los ataques amenazaron con extenderse a combates abiertos, pero las tensiones se redujeron en medio de las preocupaciones sobre la devastación de otra guerra.
El comercio entre las dos Coreas se ha reducido prácticamente a cero desde 2 mil 700 millones de dólares en 2015, o 10 por ciento de la economía del Corea del Norte. El régimen sufrió un nuevo golpe este año cuando cerró sus fronteras en enero al comienzo de la pandemia de COVID-19, que frenó otros negocios con países como China.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de ese país, Zhao Lijian, señaló en una conferencia poco después del incidente que las autoridades chinas esperaban la paz en la Península Coreana, sin mencionar el derribo de la oficina de enlace. China es el principal patrocinador político y socio comercial de Corea del Norte, y tiene un papel clave en la implementación de sanciones internacionales contra Corea del Norte.
La oficina de enlace, abierta hace dos años, fue parte de las medidas para reducir las amenazas a lo largo de la frontera, ya que Kim Jong-un también involucró a Trump en conversaciones sobre su programa de armas nucleares. La oficina permitió una comunicación constante entre las dos partes por primera vez desde el comienzo de la Guerra de Corea de 1950-1953.
Este martes más temprano, Corea del Norte afirmó que estaba revisando planes para enviar tropas a algunas áreas de la Zona Desmilitarizada, sin mencionar partes específicas de la región fronteriza fuertemente fortificada.
La declaración parecía referirse a una región cercana a la oficina en el lado occidental de la península y a un complejo turístico cerrado en el este alrededor del Monte Kumgang, informó la Agencia de Noticias Yonhap.
Moon ha presionado recientemente para restablecer algunos de los lazos económicos congelados con Corea del Norte y ha pedido reiteradamente a Corea del Norte que mantenga conversaciones. Pyongyang ha ignorado sus llamados al diálogo y lo ha castigado por entrometerse en sus intentos de servir como puente entre Kim Jong-un y Trump.
Cheong Seong-chang, director del Centro de Estudios de Corea del Norte en el Instituto Sejong, dijo que la última acción ilustra la “fuerte voluntad” de Corea del Norte de “cerrar completamente” las relaciones con el Sur.
“Corea del Norte está trabajando para volver a militarizar el complejo industrial de Kaesong, y volar la oficina de enlace en el complejo sería solo el primer paso en sus planes”, declaró.
Corea del Norte continuó culpando a su vecino por los panfletos anti-Kim enviados a través de la frontera por activistas con sede en Corea del Sur, señalando que el país se vio obligado a “forzar la escoria humana, y aquellos que la han protegido, a pagar un alto precio por sus crímenes”.
Millones de folletos han cruzado la frontera durante más de una década con mensajes críticos contra los líderes de Corea del Norte. Unos de los últimos cruzaron la frontera cuando Kim Jong-un hizo menos apariciones públicas en las últimas semanas de lo normal, lo que llevó a la especulación mundial sobre su salud.
A lo largo de los años, Corea del Norte a menudo ha amenazado con una acción militar, remarcado que convertiría a Seúl en un “mar de fuego” y hundiría el archipiélago japonés, pero ha tomado algunas medidas que podrían escalar a un conflicto abierto con EU y sus aliados.
“A menudo es un farol, y hemos visto muchos de esos antes”, destacó Zhang Baohui, profesor de ciencias políticas y director del Centro de Estudios del Pacífico Asiático en la Universidad de Lingnan en Hong Kong.
“Sin embargo, cuando se trata de acciones concretas, Corea del Norte ha sido prudente ya que comprende los enormes costos asociados con las acciones imprudentes”, comentó.
(Fuente: Bloomberg)