Si reflexionamos y analizamos fríamente la historia de los Estados Unidos, hay ciclos notorios en los que la fobia y el miedo han sido el combustible para mantener al vecino país del norte en aparente orden.
El 17 de agosto del 2015, Donald Trump, pre-candidato a la presidencia del partido republicano en los Estados Unidos, propuso deportar a más de 11 millones de indocumentados que residen en aquel país, de los cuales se estima que un 59% son mexicanos. Días después, el periodista Jorge Ramos cuestionó a Trump sobre cómo planeaba lograr tal desafío. Trump solamente contestó: “de manera muy humana”. Para algunos parece absurdo e imaginable que los estadounidenses fueran capaces de regresar a los paisanos indocumentados que residen en la unión americana, pero si reflexionamos y analizamos fríamente la historia de los Estados Unidos, hay ciclos notorios en los que la fobia y el miedo han sido el combustible para mantener al vecino país del norte en aparente orden.
Sí, campos de concentración en el país más democrático y libre del mundo.
Primero fueron los afroamericanos, a quienes por años se les negó el derecho de voto y de posesión de armas ya que eran considerados una amenaza que derrocaría a la clase blanca dominante. Luego, a consecuencia del bombardeo en Pearl Harbor durante la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses se permitieron contener a ciudadanos americanos de origen japonés en campos de concentración en su propio país: sí, campos de concentración en el país más democrático y libre del mundo. Durante la guerra de Corea (1951-1953), los coreanos en Estados Unidos fueron objeto de marcada discriminación. Posteriormente, durante la Guerra Fría, hubo una larga lista de artistas, intelectuales y hombres de negocio que perdieron su status —algunos acabando en la cárcel y otros exiliados— al ser señalados como comunistas. Más recientemente tenemos el caso de la guerra contra el terrorismo originada por los atentados del 9/11. En tal capítulo, se detecta una diferenciación ante los fieles de la religión musulmana. Lo más interesante de los casos anteriores es que la historia nos demuestra que los enemigos imaginarios de los Estados Unidos no han sido tan reales a como los pintan. Hoy, tenemos libros, documentales y películas que describen las injusticias que se dieron en cada uno de los periodos antes mencionados.
¿Suena descabellado pensar que si Trump llegara a la presidencia, los mexicanos se conviertan en el próximo enemigo imaginario de los Estados Unidos?
Con lo anterior, ¿suena descabellado pensar que si Trump llegara a la presidencia, los mexicanos se conviertan en el próximo enemigo imaginario de los Estados Unidos? El estadounidense suele ser patriótico, y si se le vende la idea de que el mexicano es una amenaza para la seguridad del país, su mayoría no dudará en apoyar en que se incurran con medidas drásticas que detengan el (dizque) problema. Si algo nos ha demostrado la historia de los Estados Unidos es que no hay medidas que puedan ser consideradas radicales cuando se trata de reaccionar ante una amenaza (ficticia o real) en contra de su seguridad nacional.
______________________________
– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”