Juan Carlos Osorio, técnico de la Selección Mexicana, ha capturado para si el rechazo y la animadversión de prensa y aficionados. Criticado por sus métodos y por los resultados está a un paso del vacío.
La pregunta es ¿Si se va Osorio, a quién traemos? Desafortunadamente, la baraja de técnicos nacionales se ha limitado en demasía y apostar por otro extranjero parece lo más fácil.
Sin embargo, el problema de la selección mexicana es más profundo que perder con Jamaica. Es un problema de sistema.
Por eso, las propuestas para mejorar deben venir de un cambio en el sistema deportivo nacional. La regla 20/11 donde se obligaba a los equipos a alinear jóvenes debe regresar, asimismo una regla que incentive a los equipos de Liga de Ascenso a jugar con nacionales, serviría para generar una mayor cantidad de mexicanos en activo en las ligas profesionales.
La liga 10/8 o 9/9 no debe ser eliminada porque la competencia siempre es benéfica y si un club quiere tener 45 extranjeros en su plantilla es válido. Sin embargo, los naturalizados no deben contar como extranjeros dado que eso contraviene la Ley de Nacionalidad.
Existen reglas en Alemania y algunos otros países europeos que conminan al debut y promoción de jugadores locales incluso del área donde reside el club. En el caso de la Liga de Ascenso y las ligas inferiores, se debe liberalizar la participación de clubes para aumentar el número de clubes a nivel nacional. La regla actual de evitar el ascenso a ciertos equipos en México por cuestiones de aforo es ridículo al ver que el Eibar juega en la Primera División de España con un aforo menos de 10,000 personas.
La clave está en facilitar y liberalizar las reglas para la libre contratación de mexicanos y la existencia de clubes. El esquema de franquicias es un modelo que merma el desarrollo a largo plazo de los equipos. Es preferible tener equipos en ligas inferiores para un estado que apostar todo a un proyecto de Primera División como ya se vio en Chiapas.
Osorio con base a resultados y metas debe renunciar, sin embargo, mañana puede llegar Pep Guardiola y el problema del sistema seguirá vigente tal como los “dueños del balón” han permitido.
Lo dicho, dicho está.