Chapo: Sálvanos de ISIS.

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La semana pasada se dijo que “El Chapo” amenazó a ISIS. Todo surgió de una nota falsa creada a manera de sátira por la página Thug Life Videos que, para no variar, fue tomada como auténtica por diversos medios de información supuestamente serios.

Durante días pasados también circularon enlaces a sitios web de apariencia poco fidedigna que aseguraban que los narcotraficantes habían advertido a los terroristas que no se acercaran a México.

Durante días pasados también circularon enlaces a sitios web de apariencia poco fidedigna que aseguraban que los narcotraficantes habían advertido a los terroristas que no se acercaran a México.

Como de costumbre, sin cuestionar mucho la fuente, las notas se hicieron virales. (¿No les pareció cuando menos cuestionable la posibilidad de que “El Chapo” se pusiera a escribir correos electrónicos desde donde quiera que esté?)

Y es que desde que se hizo público el extraño y desconcertante video supuestamente elaborado por el grupo terrorista de Medio Oriente donde aparecían múltiples banderas, entre ellas la nuestra, el tema de “la amenaza de ISIS a México” originó diversas noticias, opiniones, bromas, hipotéticos y, por supuesto, notas falsas que buscan hacerse virales.

En muchas personas ha surgido la siguiente pregunta: ¿quién nos defendería en caso de que los yihadistas llegaran a México? Aparentemente el ejército, la policía o el Estado no les generan mucha esperanza.

Imagino que más por ocio que por un verdadero temor, en muchas personas ha surgido la siguiente pregunta: ¿quién nos defendería en caso de que los yihadistas llegaran a México? Aparentemente el ejército, la policía o el Estado no les generan mucha esperanza.

Tal vez por ello, el tema de los narcotraficantes como los auténticos héroes defensores de la patria se vuelve atractivo para crear contenido falso con potencial de difusión masiva.

La pésima imagen del Estado mexicano no es precisamente sorprendente. De acuerdo con Consulta Mitofsky, la confianza en las instituciones se sitúa en su nivel más bajo desde 2004. Por ejemplo, de una escala del 1 al 10 la presidencia obtuvo un 5.7, la policía un 5.3 y el ejército un 7.1 que aunque es alto, representa su calificación más baja en los últimos 11 años.

Pero no sólo disminuye la confianza en el Estado sino que, extrañamente, parece aumentar en ciertos aspectos la que existe hacia los narcotraficantes. Aquellos que supuestamente son los enemigos de la población de pronto se transforman en esperanza y héroes; ha sido tal el fracaso de las autoridades en los últimos 10 años que la gente además de creerlas incapaces de derrotar a los criminales, parecen preferir que sean éstos quienes nos defiendan en caso de un ataque extranjero.

A falta de policía, que el ladrón me defienda de los demás ladrones.

A falta de policía, que el ladrón me defienda de los demás ladrones.

Y es que además de la población, algunas figuras públicas han hecho en el pasado algunas manifestaciones al respecto.

Recordemos aquella lamentable carta escrita por Kate del Castillo cargada de un maniqueísmo casi infantil en la que invitaba al “Chapo” a “mejor traficar con el bien” (lo que sea que eso signifique) o a Susana Zabaleta declarando que se alegraba por la fuga del mismo narcotraficante porque “él sí ayuda a la gente”.

Estos cambios en la percepción que existe del crimen organizado, además de ser en enorme medida responsabilidad de un Estado que lleva años siendo ineficaz en garantizar la seguridad independientemente del partido en el poder, me parecen un error craso de la población.

No se trata de comenzar a creer en las autoridades sin que éstas brinden resultados, sino de no olvidar a los responsables de crímenes indescriptibles. Tanto el crimen organizado como el Estado con su ineficacia y en ocasiones con abuso de poder o hasta coludidos con los delincuentes, han lesionado seriamente a nuestro país.

Tristemente ninguno de los dos bandos es heroíco, y pensar lo contrario es acercarse a perdonar lo imperdonable.

Más allá del romanticismo que pueda existir en las historias de los delincuentes, y reconociendo algunos de sus actos de altruismo, no deben olvidarse sus actos de sadismo y crueldad; más allá de los aciertos que hayan tenido las diversas autoridades del país, no deben olvidarse sus errores ni tampoco sus acciones criminales. Tristemente ninguno de los dos bandos es heroico, y pensar lo contrario es acercarse a perdonar lo imperdonable.

La esperanza de una hipotética defensa patriótica del “Chapo” Guzmán y los demás narcotraficantes en caso de un ataque extranjero, además de ser un tanto fantasiosa, representa idolatría a figuras que no deberían gozar de ella; pero principalmente es testimonio de la poca fe que los mexicanos tenemos en nuestras autoridades que han sido ineficaces, corruptas y, en muchos casos, criminales.

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