Señor Presidente:
No tengo la capacidad para imaginarme cuál es su edad, a pesar de que me especializo en el análisis político, tampoco me atrevo a adivinar a qué partido pertenece o incluso si no proviene de partidos políticos.
Me alegraría mucho saber que usted es joven, preparado, sensible y experimentado; de esos que hoy en pleno 2017 no tenemos suficientes.
Hoy, como antes y seguramente en el futuro vivimos tiempos difíciles, tiempos que al parecer el mexicano nació para superar.
El cambio es la única constante en nuestra sociedad y justo cuando creemos haber encontrado la respuesta al problema, nos cambian el problema y volvemos a la crisis al no tener respuestas.
Usted mismo será la persona que comandará la búsqueda de esas respuestas, comprendo que no es tarea fácil tomar decisiones que afectan- positiva o negativamente- a más de 120 millones de personas. Pero, caray, uno es presidente porque le gustan los grandes retos ¿no es así?
Mis hijos y yo estaremos esperando que usted construya un país con oportunidades para todos, en donde los jóvenes no solo tengan una buena capacitación si no que estén tan involucrados en transformar al país que sean sus primeros aliados en la consecución de los sueños de México.
No recuerdo, futuro presidente, a un líder político que haya sido capaz de inspirarnos a todos. Hace mucho que no creemos totalmente en un gobernante, y es que la política en México es como el amor, siempre es un dilema sin respuesta. Deseo que usted sea ese líder que tanto hemos esperado, que provoque empatía, que nos impulse a trabajar hombro con hombro, que nos anime a creer que juntos realmente podremos ser potencia.
Conocemos a los gobernantes por lo que nos venden en sus campañas, por lo que nos dicen los noticieros y por los escándalos que de vez en cuando sacan los periódicos. Comienzan como los héroes que todos esperamos y salen por la puerta trasera como los asaltantes de todo lo que construimos por años. Yo jamás he creído que sean malas personas, pero tampoco les ha interesado acercarse a nosotros para demostrarnos lo contrario.
Deseo que su corazón sea tan grande y generoso que le permitan escuchar las necesidades de su gente y proyectar a México como un país que sin duda vale la pena conocer y en el que vivir es un verdadero placer.
Seguramente hoy estará usted sentado en la silla presidencial buscando la manera de tomar las decisiones que signifiquen el mayor beneficio para México y también, por qué no, el mayor beneficio para su imagen presidencial. Si usted hace bien su trabajo, aunque sea por conveniencia, nos irá bien a todos. Vaya, lo que quiero dejar claro es que hacer el bien es un negocio redondo.
Tendrá a su lado un consejo de asesores con los doctorados de mayor prestigio en Europa, con un gran conocimiento técnico y con un curriculum suficiente para manejar ellos mismos al país. Escúchelos, de la misma manera que escuche a la gente, ser presidente no es tan difícil cuando entendemos que al país lo construimos todos y que nadie lo conoce más que aquellos que lo transitan todos los días.
He estado fuera de México algunas veces, en la mayoría de ellas me entristeció la imagen que tienen de mi país. Nos definen como tacos, tequila y fiesta; pero también el país de corrupción, delincuencia y flojera. Tenemos muchas cosas más buenas que proyectar que éstas que hoy tienen los ojos del mundo sobre nuestra tierra, estoy seguro que usted también lo cree así.
Hoy tengo 24 años, cuando usted lea esto seguro tendré 50 o un poco más. Toda mi vida he tenido un sueño y quiero compartírselo. Sueño con que este país se preocupa tanto por la educación como lo hace por los partidos de fútbol de México.
Sueño con que mi madre y todas las madres de los mexicanos se sientan seguras cuando sus hijos salen a divertirse. Sueño con que mis hermanas y todas las mujeres sean vistas como algo más que un par de senos y un elemento al servicio de la casa, que tengas las oportunidades que los hombres tenemos.
Sueño con un país que se alimente de la diversidad, que deje la doble moral y que no necesite de tránsitos o policías que les señalen lo que ya sabemos que no se debe hacer. Sueño con que haya menos niños trabajando y más sonriendo en los parques.
Sueño el día en que los ciudadanos aceptemos los errores de nuestros gobernantes y no lo relacionemos rápidamente con robo, negocio armado o corrupción.
Siempre he creído que merecemos mucho más de lo que tenemos y usted, en su figura presidencial, tiene la posibilidad de hacer historia. ¿No sería increíble que sus hijos y su familia estén orgullosos de que usted haya transformado al país? Sueño con que le importe tanto su familia que usted así quiera que pase.
Y mientras usted se sigue preparando yo también lo haré, mientras usted siga trabajando para escalar, yo también lo haré. Mientras usted se preocupe por mejorar al país yo también lo haré. Porque tanto usted, futuro presidente, como yo en mi figura de ciudadano, somos tan necesarios para lograr este sueño.
Con esperanza, le espero en el futuro, presidente.
César Ulloa
Un ciudadano.
Inspirada en “El poder de la imagen pública”
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