Cu, quien lleva 42 años haciendo este trabajo en el que sólo pensaba estar “tres meses”, explica a EFE que su labor, basada solo en el tacto y la comunicación con la superficie, consiste en el mantenimiento de rejillas, la limpieza e instalación de las compuertas y bombas que se obstruyen con las llantas, troncos o electrodomésticos que se tiran.
“Cuando entro, a los diez centímetros, pierdo totalmente la visibilidad y trabajo totalmente a ciegas. Como ya conocemos cómo es el funcionamiento de las plantas, de las bombas y los lugares donde están las descargas y las llegadas, todo lo voy haciendo a tientas”, señala el buzo.
El motivo principal de su trabajo se debe a los problemas causados en la infraestructura por la basura.
“Mi mensaje es recurrente (…) no tires la basura al drenaje. Porque a final de cuentas yo sigo trabajando, haciendo lo más posible, pero nos gana la cantidad de basura que se tira a la calle“, dice.
Asegura que esta situación no solo complica su trabajo, sino que también perjudica a la comunidad.