Virginia Giuffre, reconocida denunciante de los abusos sexuales de Jeffrey Epstein y quien también acusó al príncipe Andrés, falleció a los 41 años en Australia, según confirmó su familia a la BBC. “Con el corazón profundamente roto, anunciamos la muerte de Virginia en su granja en Australia Occidental”, informó su familia en un comunicado que señala que “se suicidó tras haber sido víctima de abuso sexual y trata de personas durante toda su vida”.
La activista, de nacionalidad estadounidense y australiana, “fue una guerrera incansable en la lucha contra el abuso sexual y la trata de personas. Fue la luz que animó a tantos sobrevivientes”. Sin embargo, “el costo del abuso es tan alto que para Virginia se volvió insoportable”, concluye el comunicado.
Amanda Roberts, hermana de Giuffre, la describió en People como una “guerrera feroz” que “deseaba que todos los sobrevivientes obtuvieran justicia”. Roberts lamentó: “Perdimos a nuestra hermana. Sus hijos perdieron a su madre, y su madre perdió a su hija”. Dini von Mueffling, portavoz de Giuffre, la llamó “una de las personas más extraordinarias que he tenido el honor de conocer” y un “modelo de referencia para otras sobrevivientes”.
Tras hacer públicas sus denuncias, Giuffre se convirtió en una voz clave en el movimiento #MeToo y en los procesos que llevaron a la condena de Ghislaine Maxwell. Bajo el seudónimo “Jane Doe 102”, en 2009 presentó una demanda civil contra Epstein y Maxwell por abuso sexual, resultando en un acuerdo de US$500.000. Epstein se suicidó en 2019 en prisión, mientras que Maxwell fue sentenciada a 20 años.
Giuffre también demandó al príncipe Andrés, alcanzando un acuerdo extrajudicial en 2022, donde él expresó “arrepentimiento” por su vínculo con Epstein, sin admitir culpa. Según su testimonio, fue reclutada por Maxwell en 1999 y sometida a abuso durante años.
Fundadora de Speak Out, Act, Reclaim, organización que apoya a sobrevivientes de trata sexual, Giuffre vivía en North Perth con su esposo Robert y sus hijos, aunque se reportó su separación tras 22 años de matrimonio. En los meses previos a su muerte, enfrentó dificultades personales, incluida una presunta violación de una orden de restricción. El 22 de marzo publicó en Instagram: “Mis hermosos bebés no tienen ni idea de cuánto los amo y los están envenenando con mentiras. Los extraño muchísimo”.
Su valentía inspiró a otros sobrevivientes y ayudó a exponer una de las redes de explotación sexual más infames de las últimas décadas.