Ya han pasado siete meses desde que el ejecutivo Enrique Peña Nieto, presentó ante el Congreso de la Unión su iniciativa de ley con el fin de reformar la Carta Magna; a través de dicha reforma se pretendía reconocer legalmente las uniones entre personas del mismo sexo (en otras palabras, reconocer el matrimonio igualitario), y con ello brindar los mismos derechos y obligaciones que poseen los mexicanos que viven es dicho estado civil.
Como se era de esperarse, las protestas por parte de los sectores más conservadores no se hicieron esperar, e instantáneamente surgió una agrupación bajo el estandarte de la “defensa de la familia”. Con la denominación de Frente Nacional por la Familia, los integrantes de dicho frente realizaron diversas acciones para frenar la iniciativa del presidente, con ayuda de diversos lemas como “no te metas con mis hijos”, “en defensa de la familia natural”, entre otros.
Ahora bien, luego de las marchas realizadas por todo el país, luego de la generación del pánico moral como herramienta para conseguir adeptos, el pasado noviembre la iniciativa de ley propuesta por EPN finalmente fue rechazada en la comisión de derechos humanos del poder legislativo. Más que la desilusión de la comunidad LGBT, más que la euforia del sector fundamentalista al alcanzar su objetivo, queda por preguntarse a uno mismo como espectador ¿Dónde están los defensores de la familia? ¿Dónde quedaron aquellos activistas que se daban golpes de pecho y juraban proteger tal institución?
Pues bien, lo que comentaban varios activistas LGBT parece haber sido cierto: los defensores por la familia no eran más que aquello que denunciaban: un lobby; un grupo de cabildeo el cual, al cumplir su objetivo desaparecerían tan rápido como surgieron. ¿Era de esperarse lo anterior? Para los que no formaban parte, definitivamente ¿Se debería de olvidar este lobby por parte de la población? Considero, que más que olvidarse, se debería hablar directamente, tanto a los que militaban directamente, como a los que simpatizaban con ellos y su eslogan de protectores de la familia. Esto, por medio de una carta abierta, donde (vaya la redundancia) se diga abiertamente, a los dirigentes nacionales y locales, así como a los militantes: ustedes no son defensores de la familia, sino que al contrario, les queda grande ese nombre.
¿Por qué no lo son? Primero, porque alguien que defiende la familia, no solo se preocupa por las familias “naturales”, sino que vela por cada familia de nuestra nación, incluyendo las homoparentales.
Segundo, la persona que se autonombra defensor de la familia, no concibe como problema principal una iniciativa donde se reconozca legalmente la unión de dos personas, sino que aprecia las distintas problemáticas que, hoy en día, perjudican a las familias mexicanas más que cualquier propuesta en torno al matrimonio igualitario. La pobreza, la violencia, la falta de educación de calidad, el abuso infantil, todos estos problemas, afectan realmente a las familias de México; la violencia y la pobreza extrema quitan muchísimas vidas; el abuso infantil realmente destruye la estructura familiar y condena a los niños a una vida de traumas; ni se diga de la falta de educación la cual condena a un gran número de personas a un trabajo poco remunerado y a una vida llena de dificultades. ¿Dónde está el supuesto frente luchando y plantándole cara a todos estos problemas? ¿Dónde ha quedado ese fervor? Porque parece que se ha disperso en el momento de ver materializada la eliminación de la iniciativa del ejecutivo.
Podrán haber diversas posturas, todas respetables, y entre ellas está la mía: aquel que no está dispuesto a encarar todos los problemas que afectan a las familias del país, y en lugar de ello, se retira fugazmente al apreciar que se cumplió un objetivo, no merece llamarse defensor de la familia. En todo caso son defensores de los valores tradicionales, pero jamás de la familia, no con esa tibieza.
Ha pasado un mes desde que desechada la iniciativa en torno al matrimonio igualitario, y varios siguen a la espera de ver a los “defensores de la familia”, iniciar la batalla contra los demás problemas que afectan a la institución que estuvo antes del surgimiento del estado. Creo que se quedarán esperando, pues el autonombrado frente, no habrá sido más que un lobby que buscaba desechar una iniciativa, nada más.
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