Él es diferente e independiente, por eso no se expresa como los demás, habla sin tapujos y sin temor a romper con el guión de lo “políticamente correcto”. No quiere ser uno más de esos políticos que – desde un podio o en la televisión – dominan sus discursos, discursos en los que se respiran promesas sin propuestas y abundan sus éxitos políticos. A Jaime Rodríguez le gusta estar cerca de la gente y romper con el estereotipo del político tradicional.
Él teme que al cambiar el tono de su discurso se traicione a sí mismo y le fallé a la sociedad; que se pierda en sus palabras y que deje de ser ese bronco personaje independiente y se convierta en un político más. La cuestión es que ya no es ese personaje de campaña ya es el gobernador de Nuevo León y sus palabras, aunque no mal intencionadas, no siempre son atinadas.
Pareciera que su habilidad para empatizar con los neoloneses se está terminando. Cada vez son más las organizaciones civiles y los ciudadanos que cuestionan sus declaraciones y confrontan sus palabras. Las mujeres han sido víctimas del bronco lenguaje del gobernador.
En Junio decía que “a una niña gorda no la quiere nadie” para referirse a la mujeres embarazadas en la adolescencia; al hablar de la desaparición forzada y secuestro de mujeres del estado dijo que no había desaparecidas sino que “quizás se van con el novio” o que existen casos en el que “la adolescente se enamora de un mayor de edad y se va con él”. Ahora, el jueves 1ero de Septiembre mientras hablaba del parto natural instó a las mujeres que fueran “más mamás, mejores mamás” [1] , un juicio que siguiendo las declaraciones del gobernador se relacionan con el tipo parto que una mujer experimente.
Si bien en esta ocasión la propuesta del gobernador de promover los partos naturales y la lactancia no es una mala idea, el error está en sus poco atinadas palabras. El Bronco muestra una tendencia a tomar sus declaraciones a la ligera, a atreverse decir cualquier cosa y después excusarse en que es parte de su polémica personalidad.
Pero este tipo de declaraciones del gobernador, en torno a los problemas de las mujeres de Nuevo León, son inaceptables y no cumplen con la responsabilidad que le exige su cargo. Las declaraciones del gobernador no tendrían que ser reprendidas, explicadas y perdonadas días después de que se pronunciaron tal como ya ha pasado.
El uso de un lenguaje simplista no debe ser igual a un lenguaje machista, sexista y no incluyente. Su lenguaje bronco se vuelve inconsciente y termina por violentar, discriminar y atentar contra la dignidad de la mujer. En sus palabras se esconde un mecanismo de invisibilización de los problemas de género y un ataque a la libertad de las mujeres de decidir sobre su cuerpo.
Lejos están los días en los que las ocurrentes declaraciones y los espontáneos mensajes del candidato hacían reír a los ciudadanos. Hoy sólo quedan las palabras desafortunadas del gobernador que nos hacen exigir que sea un mejor gobernador, más gobernador al hablar. Lo que alguna vez lo hizo independiente hoy ya lo empieza a condenar.
[1] “En el hospital Materno Infantil, yo le pedí al doctor (Manuel) de la O (Secretario de Salud) que pudiéramos poner algunas salas (de parto) y creo que nosotros pudiéramos ayudarles en el tema de los recursos…para que la madre de familia evite la cesárea, necesitamos que la mamá hoy sea mejor mamá, más mamá. Obviamente que no se imponga sino que hay muchas que podríamos hacer eso, porque eso a nosotros no está dando un resultado extraordinario”. Después dijo que “A veces la gente se enoja, ya ven que yo soy medio polémico pero la mujer puede hacer el esfuerzo, digo, hoy hay mucha experiencia en bajar el dolor y hacer muchas cosas pero eso (parto natural) también nos da mucho”
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