En un artículo publicado en el periódico “The Washington Post”, se mencionó que el origen de la pandemia por COVID-19 nunca saldría a la luz si las autoridades del gobierno chino siguen vigilando a los científicos.
“El sistema autoritario de China, liderado por un partido-estado que exige obediencia, no permite el libre flujo de ideas e información. Se cubrió la propagación del virus en las primeras semanas del brote en Wuhan. Una investigación de Associated Press, publicada el 30 de diciembre, sugiere fuertemente que China ha decidido imponer estrictos controles políticos a la investigación sobre los orígenes del virus”, se lee en el artículo de uno de los medios más reconocidos no sólo en Estados Unidos, sino a nivel internacional. “La esencia de la investigación científica es descubrir la verdad: hacer preguntas, buscar evidencia, desarrollar hipótesis, realizar experimentos y validar hallazgos. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China prometió el jueves que este país abordará la investigación sobre los orígenes del coronavirus con un ‘espíritu abierto, transparente y responsable’. Pero, ¿qué pasa si la investigación revela algo que los líderes de China no quieren escuchar o revelar?” cuestionó el editorial.
Siguiendo esta misma línea, The Washington Post también acusó al régimen chino de haber creado una fuerza especial de investigación para poder controlar todo lo que tuviera que ver con información que podría ayudar a responder la pregunta de cómo y cuándo se originó el virus que ha dejado cerca de 2 millones de muertes a nivel mundial. “China creó un grupo de trabajo de alto nivel para ejercer control sobre muchos aspectos de la investigación del virus, incluida la prevención, los medicamentos, las vacunas, los orígenes del virus y las rutas de transmisión”, subraya el equipo editorialista.
En adición a lo anterior, se hablo de la posibilidad de que el virus fuera producto de un accidente de laboratorio o una fuga inadvertida, pues el Instituto de Virología de Wuhan estaba llevando a cabo una investigación sobre los coronavirus de murciélagos, que recogió muestras de una mina en la provincia de Yunnan en 2012 y 2013.
Fuente: The Washington Post