Durante décadas, el modelo de negocio que se estableció entre los desarrolladores de la vivienda y los órganos de gobierno en México funcionó a la perfección. La ecuación consistía en construir una serie de casas de características similares a bajo costo. Estos inmuebles eran -y siguen siendo- caracterizados por estar hechos con materiales de baja calidad y por estar ubicados en terrenos muy económicos a la periferia de las ciudades. Con el paso del tiempo, los metros cuadrados de construcción vendibles pasaron a convertirse en la variable de mayor importancia en la ecuación sin importar si estas construcciones ofrecían a los compradores una buena calidad de vida.
Afortunadamente, la industria de la vivienda ha ido madurando debido a que los consumidores ya no solo buscan rentar o comprar un inmueble a bajo costo. Esto en parte es gracias a que hoy en día la generación que está tomando las decisiones económicas de todos los mercados del mundo, son los millennials.
Actualmente, los compradores de inmuebles evalúan temas como la ubicación y la cercanía a sus centros de trabajo y de recreación, la calidad y la tipología de los servicios que ofrecen, la calidad de los materiales con los que fueron construidos y si las viviendas cuentan con la tecnología que les permita ahorrar en consumos energéticos. Pero sobre todo, evalúan si estos bienes tienen la capacidad de ofrecerles la seguridad y la calidad de vida que tanto anhelan. Lo anterior está modificando no solo en la forma en que se construyen las casas, sino también en la forma en que se diseñan y se operan. Esto está marcando un punto de quiebre para toda la industria de la vivienda en México.
Una encuesta realizada este año durante el evento Salón Inmobiliario de Madrid (SIMA) por Planner Exhibitions, reveló que el 65 % de los jóvenes millennials (de entre 25 y 35 años) no tiene pensado comprar una casa debido a que las que están en venta, no ofrecen lo que necesitan, por lo que prefieren rentar aunque esto represente hasta un 50 % de sus ingresos. Además, esta generación busca que la vivienda que adquirirán sea sustentable, esto significa que al invertir en una, ésta no solo tiene que garantizar sus intereses ya mencionados, sino que igualmente, debe de ser una construcción que ayude a restaurar y a revertir todos los daños medioambientales hechos a nuestro planeta.
En un mercado maduro como al que nos estamos enfrentando, las palabras “calidad” y “sustentabilidad” son sinónimas, y la generación millennial está demandando que los inmuebles estén construidos con los estándares que garanticen estos beneficios. Es aquí en donde las políticas entorno a la vivienda tienen que migrar hacia prácticas de construcción sustentable que permitan que los compradores estén satisfechos. Esto definitivamente ayudará a que esta industria no vuelva a colapsar con prácticas que se utilizaron en el modelo de negocio para la vivienda de interés social.
Definitivamente, hoy la vivienda ya no tiene que ser lujosa ni tampoco económica, sino que debe de ser práctica aunque no sea espaciosa, y debe de crear comunidad aunque no todo sea privacidad. En fin, la ecuación del modelo de negocio de la vivienda en México tiene que remplazar sus variables para que la ecuación pueda expresar el resultado que están demandando los millennials. Este es el gran reto que tienen los desarrolladores y el gobierno mexicano.