Vivimos en el centro y nos gusta caminar nuestro barrio, aunque no lo hagamos tanto como deberíamos ni sea sencillo hacerlo.
Esta tarde, la pandemia y la tormenta -es extraño escribir de calamidades ya con cierta familiaridad- vaciaron aún más las calles, combinándose silencio, relente y una luz tenue.
Recientes noches de verano fueron amenizadas por el rugir de motores, luces amarillas para prevenir a los despistados y el rumor de manos que a su paso dejan los caminos con oscura rigidez: el recarpeteo.
Sacude el contraste desde la escala humana: la renovación y recursos dedicados a la superficie de rodamiento contra las interminables grietas que presenta la superficie de “caminamiento”.
Agrede la diferencia en el estado de la infraestructura, pero agrede más la indiferencia hacia una idea de ciudad humana.
Uno de los principales depósitos de asfalto en el mundo es el Mar Muerto (Lago Asfaltites, le llamaban los antiguos griegos). El mismo asfalto que ya usaban los egipcios para sus momias, hoy lo usamos para seguir vendando a una ciudad en riesgo de ser momificada.
Dado que las calles y recursos favorecen abrumadoramente a los neumáticos, quizá habría que cambiar el argumento y recordar que nosotros, biomáquinas bípedas, también somos neumáticos, al menos atendiendo la definición de la palabra: lo que funciona con aire u otro gas. Caminantes a base de aire, eso somos.
No va a ser la destrucción la que nos convenza: el huracán Alex quebró la ciudad y la reconstruimos con los mismos paradigmas. Lo que tiene que deconstruirse es nuestra noción del valor público: ¿qué es lo que consideramos que mejora nuestras vidas en términos de salud, oportunidades, esparcimiento, felicidad? ¿Cómo pensamos nuestra relación con los demás y el medio ambiente? Y por tanto ¿en qué estamos invirtiendo los recursos que son de todos que por más recarpeteos, jorobas y desniveles que hacemos, la ciudad no mejora?.
La ciudad es un reflejo de quiénes hemos sido, pero no determina quiénes podemos ser. Esos pasos aún están por darse, preferentemente a pie o en bicicleta.