Las protestas en Estados Unidos tras el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un policía blanco, tienen su fundamento en la historia del país. La lógica detrás de la violencia policial excesiva hacia las personas afrodescendientes se encuentra arraigada a las dinámicas de poder bajo las cuales se construyó lo que hoy es Estados Unidos. Es aquí donde entra en función la historia, que sirve “para entender por sus orígenes los vínculos que prestan cohesión a una comunidad humana y permitirle al individuo asumir una actitud consciente ante ellos.” (Villoro, pág. 46), por lo que la historia proporciona además de contexto para la comprensión, un sentido de responsabilidad entre los individuos en el presente. Al igual que en otros países del continente americano, los conquistadores provenientes de potencias de Europa Occidental, trajeron consigo mano de obra explotada y abusada a través de esclavos africanos desde el siglo XVI y hasta 1860 con el último barco “Clotilde”. Tras el período de varios siglos en los que la esclavitud fue legal en Estados Unidos, se abolió a mediados del siglo XIX, pero siguió una época de segregación en la que los afrodescendientes no podían compartir escuelas, bebederos, bancas, o áreas de convivencia común, con personas blancas. Aún en la actualidad, tras algunas décadas donde la segregación racial ya no forma parte del marco normativo en dicho país, las ideas históricas que denominaban a la persona de piel negra, inferior a la de piel blanca, perduran en el sistema que rige la justicia de este lugar. En diversas protestas se ven carteles con leyendas como “el sistema no puede fallarle a aquellos para los que nunca estuvo diseñado” en referencia a la consolidación de los Estados Unidos como un país que solo consideraba a los habitantes euro descendientes, ciudadanos; y a los afrodescendientes, almas que servían de fuerza de trabajo. De esta manera, la presente coyuntura no puede ser comprendida sin un panorama histórico de la desigualdad racial estructural por la que ha pasado el país norteamericano a lo largo de varios siglos. Entender el origen de la desigualdad permite a los individuos conocer su posición en la sociedad, admitir su privilegio heredado, o luchar por vivir en un ambiente progresivamente más tolerante.
Fuera de Estados Unidos, los afrodescendientes que habitan en diferentes partes del continente americano, también enfrentan muchos obstáculos. El actual nivel de desarrollo y de calidad de vida de los países en El Caribe donde hay una mayoría de habitantes afrodescendientes, no es muy alto. Haití es un ejemplo de esto, debido a que es, según el Banco Mundial en 2019, el país con el mayor índice de pobreza del continente americano. De manera parcial, su vulnerabilidad se explica con base en las condiciones de la isla en la que se encuentra el país y su propensión a sufrir de terremotos constantes; sin embargo, es importante considerar que República Dominicana se encuentra en la misma isla que Haití y la diferencia en el nivel de vida entre ambos países es importante. La historia muestra que tras el fracaso bélico de España frente a Francia en el siglo XVII, Francia tomó posesión del lado Occidental de la Isla La Española, y con ello, control de lo que hoy es Haití. En un inicio se convirtió en un territorio para el sembradío de productos como el algodón o el café y era trabajado a manos de miles de esclavos africanos, con lo que era una colonia preciada por la ganancia económica que generaba. Tras la independencia de la colonia a comienzos del siglo XIX, Haití inicia su rumbo como un país autónomo y pronto se muestra en un estancamiento de crecimiento económico considerable. Al conocer que el pasado de la población de Haití yace en la explotación laboral de esclavos africanos para la optimización de la producción agrícola, se entiende al abuso como la herramienta fundacional del país que Haití es hoy. ¿Qué tipo de crecimiento económico se puede esperar de una nación que se construyó con el mero fin de proveer de riqueza a una potencia, por medio de la “posesión” de seres humanos?
Ahora, es interesante conocer las acciones del pasado con base en el contexto en el que tomaron lugar. El respeto a la vida y a la dignidad humana no se valoraban por encima de la expansión territorial y la acumulación de riqueza durante el siglo XIX, pero aún así, hay conductas que deben ser condenadas, o al menos reconocidas en su erroneidad y gravedad. La discriminación racial y el rezago en el desarrollo entre afrodescendientes tiene una razón histórica detrás, que se basa en la esclavitud de una raza entera a manos de otra. Las crisis que se viven en la actualidad, como lo dice Villoro, obligan a revisar el pasado, “las situaciones que nos llevan a hacer historia rebasan al individuo, plantean necesidades sociales, colectivas, en las que participa un grupo, una clase, una nación, una colectividad cualquiera” (Villoro, pág. 42); la búsqueda de justicia como una necesidad de la comunidad afrodescendiente, nos obliga como sociedad a hacer historia.
Villoro explica la relevancia histórica aquí:
Villoro (2005) Historia, ¿para qué? Siglo XXI Editores S.A. de C.V. págs. 35-52