El golpe de Estado energético que propinó Rocío Nahle García, titular de la Secretaría de Energía a nombre de la cuarta transformación y por orden del presidente de México y de quienes desde sus escondites le dictan la política para avanzar en la instauración del socialismo totalitario en México, constituye un atropello grosero al orden jurídico vigente y desatará cientos de amparos, protestas de gobiernos extranjeros y posturas agresivas de empresas extranjeras que tuvieron fe en la reforma energética del régimen anterior.
Al congelar inversiones por más de 7,000 millones de dólares, casi la misma cantidad que la que resulta de la absurda cancelación del NAIM de Texcoco, provocará demandas por la misma cantidad más daños y perjuicios, lo cual agregado a lo de Texcoco acabará haciendo parecer el FOBAPROA de Ernesto Zedillo como una tómbola de kermes parroquial. Obviamente, con cargo al contribuyente mexicano que acabará pagando la energía eléctrica más cara del mundo, además de la más contaminante.
La cuarta transformación no respeta los Acuerdos de París, ni tampoco la salud de los mexicanos, como ya lo demostró su ausencia de manejo de la crisis del COVID-19. ¿Será este pronunciamiento autoritario una pifia de una funcionaria removible en caso de que las protestas internacionales pongan en peligro la estabilidad del gobierno, o será solamente un movimiento adicional que juegan los estrategas e ideólogos de la cuarta transformación (mexicanos y extranjeros de todo pelo), frente a la ausencia de reacción enérgica de la sociedad mexicana?
¿Se puede creer que funcionarios mexicanos sean tan torpes que promueven con todo conocimiento de causa el uso del peor combustóleo capaz de envenenar a gran parte de la población? ¿Lo sabe y lo entiende AMLO? Si no lo entiende, que dios le perdone su ignorancia incorregible, si lo sabe, tendrá el presidente tanto afán de poder que sería capaz de perjudicar la salud de millones de los ciudadanos catalogados como pueblo sabio?
El presidente se puso en un tobogán muy resbaloso. Ya no entiende cuales son los límites del poder. Anticipa actos futuros y asume que ya prevalece la dictadura a la cual anhela.