Durante las últimas semanas, varios gobiernos del mundo han intensificado sus esfuerzos de contención y atención a casos del Coronavirus. Gran parte del debate en los medios de comunicación y las redes sociales ha girado en torno a la forma en que las decisiones de dichos gobiernos han afectado la disponibilidad de personal y equipo médico. En días recientes, se ha ido posicionando otro tema en la prensa internacional: el rol de las policías frente a la actual contingencia de salud. A continuación, planteo la pertinencia de reflexionar al respecto, los posibles escenarios que podrían presentarse en las próximas semanas y menciono algunas implicaciones que podrían servir para guiar la actuación de las fuerzas policiales en su labor de salvaguardar el orden público.
Los primeros respondientes
Al atender una gran parte de los llamados de emergencia, las corporaciones policiales asumen el rol de primeros respondientes, junto a paramédicos y bomberos. La expectativa es que este rol se acentúe en el marco de la actual contingencia de salud. La forma en que habrán de operar en las próximas semanas amerita una discusión por tres motivos. Primero, porque en varios países, esta situación puede despertar en sus gobiernos la tentación de implementar medidas autoritarias, en aras de contener el avance del contagio. Para los criminólogos Aitchison y Blaustein, la actuación policial en países democráticos debería estar delineada y regida por principios igualmente democráticos. La criminología anglófona señala como referencia los 9 principios éticos de actuación policial de Robert Peel. Estos se resumen en la premisa de ‘vigilancia policial por consentimiento’, según la cual las policías obtienen la cooperación voluntaria por parte de la ciudadanía, y el ejercicio de la persuasión prima por encima del uso de la fuerza. Sin embargo, algunas opiniones, como la de Yuval Noah Harari, advierten sobre el uso cuestionable de mecanismos de vigilancia y monitoreo a la población que se han utilizado desde hace un par de meses. Por un lado, el despliegue de las fuerzas de seguridad busca garantizar el cumplimiento de las medidas de contingencia impuestas por el gobierno, y por el otro se erosionan las garantías individuales. Más allá de China, en occidente también hay ejemplos que se aproximan a la vigilancia omnipresente, en detrimento de las libertades civiles. Los gobiernos de Italia, España, Francia y Reino Unido ahora mismo utilizan a sus policías para asegurar el cumplimiento de sus disposiciones que, aunque diferentes en su nivel de rigurosidad, restringen por igual la libre circulación de la gente por las calles. En varios casos, se sanciona a aquellos que lo hagan sin ‘justificación’ aceptable. Estas medidas contravienen los principios Peelianos, y se acercan a un estilo autoritario que puede tener serias repercusiones en la relación futura de las policías con los ciudadanos.
Segundo, las policías estatales y municipales serán las encargadas de atender de atender la mayoría de los llamados, debido al mayor despliegue que tienen en el país. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Estándares y Capacitación Profesional Policial (ENECAP), se estima que en 2017 había aproximadamente 384,900 elementos de policía, de los cuales el 76% pertenecía a alguna corporación preventiva estatal o municipal, es decir, alrededor de 292,524 elementos. En comparación, al 19 de marzo del año en curso, había tan solo 69,304 efectivos de la GN desplegados en el territorio nacional, muy por debajo de la cobertura de las policías estales y municipales. A pesar de la diferencia en elementos desplegados, varias policías locales, sobre todo las municipales, no reúnen el número necesario de elementos. Incluso, en municipios pequeños -con menos de 100,000 habitantes- el promedio de policías es de apenas 1.21 por cada 1,000 habitantes. Asimismo, una gran proporción carecen del equipamiento suficiente y entrenamiento adecuado en el desempeño de su labor. Si bien el protocolo nacional de actuación del primer respondiente provee un marco general de gran utilidad en las circunstancias actuales, este no fue diseñado con ese propósito. Por este motivo, la contingencia de salud podría suponerle serios retos a las fuerzas policiales, que pondrán a prueba sus capacidades de respuesta, atención y trato adecuado a la ciudadanía.
Tercero, al ser los primeros respondientes, los policías estarán expuestos a posibles contagios. En países cuyas tasas de contagio son más elevadas, las corporaciones policiales también registran un número importante de elementos infectados o en cuarentena precautoria. El caso de Estados Unidos ofrece un ejemplo de lo que podría ocurrir en México en unas semanas. Las cifras evolucionan rápidamente, pero al momento de escribir estas líneas (29 de marzo), la National Police Foundation registraba datos recopilados de 56 departamentos de policía en aquel país, según los cuales 635 casos de policías han sido expuestos a un posible contagio, que equivale a un 2.5% del total de 25,529 casos. Los estados de Nueva York, Washington y Florida son los más afectados. Estos datos no toman en cuenta los casos confirmados que, en algunas ciudades, se han incrementado en los últimos días de manera preocupante. Por ejemplo, se habían confirmado 608 casos en Nueva York, 24 en Los Ángeles y 11 en Chicago. En otras ciudades, las cifras son aún más alarmantes respecto al número de policías en cuarentena, con 59 en Miami y casi 300 en Detroit, además de los cientos que se han reportado enfermos en todo el país. En la medida que los policías han tenido que atender llamados de emergencia y tener presencia física en las calles, el riesgo de contagio y los casos han aumentado.
Los escenarios
El martes de la semana pasada el gobierno federal anunció oficialmente el inicio de la fase 2, que incluye medidas más claras de distanciamiento social, así como la presentación de un plan de capacidades de atención a la población que sea contagiada en las siguientes semanas. De ahí que sea necesario delinear posibles escenarios en los cuales las policías locales, fungiendo como primeros respondientes, tendrán que desempeñar sus labores en campo.
Escenario 1. Persuasión verbal sobre encierro voluntario
En este escenario, las policías promueven entre la población que circula en las calles que permanezca en casa y solo salga cuando sea necesario. Debido a que consiste en encierro voluntario, las policías no están obligadas a sancionar o hacer uso de la fuerza en casos en casos de incumplimiento por parte de la población. En algunos municipios esto se ha podido observar en los últimos días, mientras que en otros la medida dio inicio poco antes de que se anunciara la fase 2.
Escenario 2. Cumplimiento del encierro obligatorio
Conforme avance el ritmo de contagio, entre las fases 2 y 3, los tres niveles de gobierno resentirán la presión de la opinión pública, y podrían imponer medidas más restrictivas como ha sucedido en otros países, por ejemplo, ordenar a las policías que hagan cumplir el encierro obligatorio. El incumplimiento por parte de las personas que circulen por las calles ‘sin justificación’ podría ser castigado con sanciones administrativas, escoltar gente a sus hogares o detención, lo cual podría (o no) involucrar el uso de la fuerza.
Escenario 3. Desbordamiento de las capacidades policiales
Aunque indeseable, es posible que se presente un escenario adverso, en el que las policías se vean rebasadas en sus capacidades de atención de emergencias, como sucede en Estados Unidos y algunos países de Europa. Más aún, si esto viene acompañado de disturbios sociales, se requerirá la presencia física de policías en las calles. En este escenario, que podría presentarse al final de la fase 2 y durante la fase 3, requerirá del apoyo emergente de cadetes que aún están en adiestramiento en las diferentes corporaciones. En casos más extremos, del apoyo subsidiario de fuerzas de seguridad federales y del ejército.
Hay que señalar que algunos de estos escenarios delineados se solapan entre sí, en mayor o menor medida, en diferentes partes del país. En algunos municipios -como en Sonora-, las policías vigilan toques de queda impuestos hace unos días, mientras que en otros esto no sucede, donde el enfoque es aún de proximidad con la población para promover las medidas sanitarias.
Implicaciones para el futuro
El Presidente, los Alcaldes y los Gobernadores deberán ser cautelosos en las medidas de sanidad y el uso que den a las policías en este contexto. Optar entre contener la tasa de contagios para proteger la salud de la población o garantizar las libertades civiles es un falso dilema que pierde de vista tres retos fundamentales: 1) capacidad de respuesta en número de elementos de policía disponibles, 2) escalamiento en la rigurosidad de las medidas de sanidad y 3) la protección de la integridad sanitaria de los elementos en campo. Un escalamiento, como el sugerido en los escenarios, que oriente la actuación policial hacia medidas muy estrictas, podría mermar la confianza pública en las corporaciones como lo sugiere la evidencia disponible, que de por sí ya es lo suficientemente baja. El uso intensivo de las policías también supondría una presión aún mayor en sus capacidades de respuesta, que hoy no cuentan con el número necesario de elementos para dar cobertura a toda la población. Tal vez, lo más importante es la necesidad de que las fuerzas policiales adopten medidas que minimicen el riesgo de contagio de sus elementos, para que estos puedan continuar apoyando en la contingencia sanitaria, aunada a las labores de seguridad pública que también deben desempeñar.
Frente a los retos, es deseable que las policías procuren la ‘vigilancia policial por consentimiento’, la cual requiere indispensablemente del apoyo al más alto nivel de los gobiernos federal, estatal y municipales. En palabras de Yuval Noah Arari, “una población motivada y bien informada es usualmente más poderosa y efectiva que una población ignorante y vigilada contra su voluntad”. Sin embargo, para que los ciudadanos cooperen voluntariamente y acaten las instrucciones, necesitan confiar en las decisiones de sus instituciones.
La vigilancia por consentimiento también minimiza el riesgo de contagio, al disminuir la presión sobre la capacidad de respuesta de las policías y sus interacciones con la gente. De cualquier modo, se deben tomar medidas para garantizar la aplicación de pruebas de Coronavirus a los elementos policiales que se expongan, así como dotarlos del equipo de protección necesario. En algunas ciudades de Estados Unidos y Europa se ha buscado minimizar el riesgo mediante el patrullaje con drones, y las corporaciones solo reciben reportes vía telefónica o en línea. Las llamadas de emergencia que requieren presencia física son atendidas por grupos especiales de respuesta, con equipo de protección y a una ‘sana distancia’ de las personas que solicitan su apoyo. La interacción física ocurre solamente cuando es estrictamente necesario, por ejemplo, en casos que requieren el uso de la fuerza para realizar un arresto.
Por último, esta contingencia se presenta también como una oportunidad para trabajar en la expansión de los ‘protocolos de primer respondiente’, que incluya diferentes tipos de emergencia.
- Aitchison, A. y Blaustein, J. (2013). Policing for Democracy or Democratically Responsive Policing? Examining the Limits of Externally Driven Police Reform, European Journal of Criminology, 10(4), 496-511. DOI: 10.1177/1477370812470780.
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