En días pasados, el gobierno del estado anunció la creación de una Fiscalía Especializada en Atención a la Mujer, esto debido al aumento que se ha presentado en los casos de delitos con violencia intrafamiliar. La intención con la que se creó esta fiscalía sin duda es plausible, y su instalación es un avance en materia de justicia y equidad de género. Sin embargo, es insuficiente para las necesidades de la población. La sociedad actual requiere de una política que se enfoque en combatir el problema de una manera completa y no solamente establecer un organismo para la denuncia e investigación. Esta nueva fiscalía debe de ser el punto de partida para establecer una política pública que brinde soluciones para un problema social, y de salud pública, que lastima a toda la sociedad, no sólo a las mujeres.
Los datos arrojados sobre este tema en el último censo de población, publicados en el 2011 (http://www3.inegi.org.mx/sistemas/sisept/default.aspx?t=mvio47&s=est&c=26521) hablan por sí solos.
En el estado de Nuevo León, el número de mujeres mayores de 15 años que refirió haber sufrido maltrato durante su relación de pareja fue de 738,947 mujeres.
En el estado de Nuevo León, el número de mujeres mayores de 15 años que refirió haber sufrido maltrato durante su relación de pareja fue de 738,947 mujeres. Esta impactante cifra no refleja en su totalidad la magnitud del problema, ya que no incluye la violencia que sufren las mujeres solteras, ni a las mujeres menores de 15 que son víctimas de la violencia intrafamiliar; tampoco incluye la violencia fuera del ámbito familiar que sufren las mujeres por razones de género.
Los tipos de violencia cuantificados en el censo fueron de 4 tipos:
1. Emocional (648,845 casos)
2. Económica (400,574 casos)
3. Física (185,174 casos)
4. Sexual (114,626 casos)
Es importante considerar que estas mujeres sufrieron uno o varios tipos de abusos, por esto las cifras no cuadran con el total de las 738,947 víctimas.
Las mujeres que sufren la violencia se encuentran ante muchos obstáculos. En primer lugar, se enfrentan a los convencionalismos culturales de nuestra sociedad, en muchos de los casos en sus comunidades se considera “normal” la violencia ejercida contra ellas. Además, en muchos casos los delitos no son denunciados por la percepción social de que “no tiene caso” acudir a las autoridades, que no se les hará caso y que, por la impunidad que prevalece, al final de cuentas tendrán que volver con los agresores y estos estarán molestos por la denuncia. Aún en los casos en que se animan a denunciar, se enfrentan a la dificultad para aportar pruebas que demuestren el abuso: es prácticamente imposible demostrar el maltrato psicológico, aún el abuso físico o sexual requiere en la mayoría de los casos que se presente la denuncia dentro de cierto tiempo para poder evidenciar los daños.
Las víctimas de estos delitos, las mujeres y sus hijos, además tienen que lidiar con un sistema judicial que no está preparado para proteger a las víctimas.
Las víctimas de estos delitos, las mujeres y sus hijos, además tienen que lidiar con un sistema judicial que no está preparado para proteger a las víctimas. En la mayoría de los casos, se obliga a los hijos de familias en las que se presenta la violencia intrafamiliar a convivir con el agresor supuestamente para proteger sus derechos.
En el Sistema Nacional de Refugios se encuentran registrados sólo 44 refugios y sólo 41 centros externos para las víctimas de violencia extrema. En el Estado sólo existen 2 refugios para las víctimas. El Programa de Acción Específica (PAE): “PREVENCIÓN Y ATENCIÓN DE LA VIOLENCIA FAMILIAR Y DE GÉNERO 2013-2018” (http://cnegsr.salud.gob.mx/contenidos/descargas/PrevAtnViol/PrevencionyAtnViolenciaFamiliarydeGenero.pdf ) cubre menos del 20% de las necesidades reales de la población.
Ante estas cifras podemos concluir que para combatir el problema se requiere de un abordaje multidisciplinario, no solamente de una fiscalía especializada en atención a la mujer. La violencia intrafamiliar y de género tiene un alto impacto social, este tipo de violencia es la incubadora de las conductas antisociales de los individuos. La violencia que se vive en el interior de los hogares se refleja en los altos índices de violencia social que vivimos, la familia es la escuela donde los individuos aprendemos los valores y conductas que rigen nuestra sociedad.
Requerimos la participación coordinada de las Secretarías de Educación y de Salud, del DIF, del Instituto Estatal de la Mujer, de la Procuraduría de Justicia, del Congreso, de las ONGs y de la sociedad civil.
Si queremos un combate eficaz a esta problemática y recomponer el tejido social debemos participar todos, involucrarnos tanto el gobierno como la sociedad civil. Requerimos la participación coordinada de las Secretarías de Educación y de Salud, del DIF, del Instituto Estatal de la Mujer, de la Procuraduría de Justicia, del Congreso, de las ONGs y de la sociedad civil.
*Es importante difundir a dónde pueden acudir las víctimas a solicitar orientación y atención http://www.saludnl.gob.mx/drupal/violencia-familiar-y-de-g%C3%A9nero
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