La Taquería

¿Qué tan libres somos?

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“Una tarde en Dhaka, entró por la puerta un hombre gritando lastimosamente y sangrando abundantemente. El herido, quien había sido acuchillado por la espalda, era un trabajador musulmán llamado Kader Mía. Había venido para trabajar a una casa vecina a cambio de una pequeña paga y había sido atacado por un delincuente en la calle de nuestra zona mayoritariamente hindú. Mientras era trasladado al hospital por mi padre, contaba como su esposa le había dicho que no fuera a una zona hostil durante la época marcada por disturbios comunales. Sin embargo, tenía que ir pues su familia no tenía que comer. El castigo para esa falta de libertad económica resultó ser la muerte, lo que ocurrió tiempo después en el hospital. La experiencia fue devastadora para mí, y súbitamente me hizo consciente de los peligros de las identidades estrechamente definidas y del divisionismo que yace en políticas comunitarias. Me alertó también del hecho que la falta de libertad económica, en la forma de extrema pobreza, puede hacer de una persona presa indefensa de la violación de otros tipos de libertades: Kader Mía no se hubiera visto en la necesidad de venir a un área hostil en tiempo de conflicto buscando un ingreso si tan solo su familia hubiera podido sobrevivir sin ese dinero.” -Amartya Sen

Una tarde en Dhaka, entró por la puerta un hombre gritando lastimosamente y sangrando abundantemente. El herido, quien había sido acuchillado por la espalda, era un trabajador musulmán llamado Kader Mía…

Amartya Sen (premio Nobel de Economía en 1998) visitó Monterrey la semana pasada, ofreciendo una conferencia magistral sobre uno de sus más recientes trabajos The Idea of Justice (2009). En esta obra, y a lo largo de su carrera, Sen ofrece una crítica a la concepción de justicia social que múltiples teorías económicas e ideologías políticas no han podido modelar, dejando en la práctica distintas realidades y necesidades fuera.

Un ser humano puede considerarse verdaderamente libre cuando posee las oportunidades y capacidades para elegir la vida que mejor cree conveniente para él/ella.

Una de sus premisas es la idea del desarrollo como forma de libertad, donde argumenta que un ser humano puede considerarse verdaderamente libre cuando posee las oportunidades y capacidades para elegir la vida que mejor cree conveniente para él/ella. Sin embargo, para encontrarnos ante esa posibilidad de elegir, necesitamos contar con ciertas condiciones predeterminadas por nuestra realidad y contexto local.

Para identificar e incidir sobre dichas condiciones, Amartya Sen y Mahbub ul Haq desarrollaron el Índice de Desarrollo Humano (IDH)[1] del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) utilizado para medir los niveles de desarrollo de un país/estado/ciudad al evaluar los avances en términos de tres variables: 1) esperanza de vida al nacer, 2) nivel de escolaridad promedio en adultos y la expectativa de educación en niños y 3) PIB per cápita.

El último reporte del PNUD (2013) sobre el IDH, indica que México ocupa el lugar número 71 de entre 187 países evaluados. Con un índice de 0.756, México entra en la categoría de los países con un IDH alto.

De 1980, año en que comenzaron las evaluaciones, a 2013 México ha crecido en un 27%, de 0.596 a 0.756 IDH. La expectativa de vida aumentó en casi 10.9 años, el promedio de escolaridad creció en 4.5 años y la expectativa en 2.6 años, mientras que el PIB per cápita se elevó en un 47.2%.

Comparado con países similarmente evaluados en América Latina, México (IDH 0.756) destaca sobre Brasil (IDH 0.744) y Colombia (IDH 0.711). Sin embargo, y a pesar de superar en lo general a Brasil y Colombia, México es el peor calificado de los 3 en solamente una variable: la expectativa de escolaridad, que para México son 12.8 años, frente a 13.2 de Colombia y 15.2 de Brasil. El país mejor evaluado en este rubro fue Australia con 19.9 años.

El reporte de desarrollo humano se vuelve más interesante y complejo cuando comparamos los niveles generales del país, contra los mismo índices pero desagregados por entidad federativa. En el más reciente reporte de 2012, el Distrito Federal fue el mejor evaluado (IDH 0.830), seguido por Nuevo León (IDH 0.790) y Sonora (IDH 0.779), con índices similares a países como Polonia, Uruguay y Rusia. Por otra parte, las 3 entidades peor evaluadas fueron Chiapas (IDH 0.667), Guerrero (IDH 0.679) y Oaxaca (IDH 0.681), comparado al índice de países como Bolivia, Gabón y Egipto.

México, o “los dos Méxicos” como algunos lo definen, es un país de distintas realidades y por ende de distintas necesidades. Las políticas de desarrollo no pueden ser ni deben ser dirigidas por igual ante las distintas realidades del Distrito Federal y las de Chiapas.

México, o “los dos Méxicos” como algunos lo definen, es un país de distintas realidades y por ende de distintas necesidades. Las políticas de desarrollo no pueden ser ni deben ser dirigidas por igual ante las distintas realidades del Distrito Federal y las de Chiapas.

Ante la idea de justicia social y las grandes inequidades que muchos países en desarrollo enfrentan, Sen argumentó que la verdadera equidad yace en la capacidad de funciones.

Recomendó que las políticas públicas actuales necesitan ser conscientes de que existen dos tipos de funciones, elementales y sociales: Las funciones elementales incluyen buena salud, nutrición y refugio. Las funciones sociales que son más complejas incluyen respeto hacia uno mismo y la capacidad de participar en la vida pública. La realización de un ser humano es en base a ambas funciones.

Explicó que la capacidad que un ser humano tiene de alcanzar ambas funciones depende en gran medida de las inequidades relacionadas a clase socioeconómica, género y otras características que realidades predeterminadas tienen para disminuir nuestra capacidad de funciones. Ante diversas realidades, Amartya Sen apuntó el reto que enfrentan países como México en su esfuerzo por lograr una buena sociedad justa, funcional y en verdadero desarrollo, al deber trabajar en mitigar tales condiciones de discriminación, promoviendo la verdadera libertad del ser humano como la variable más importante de una vida satisfactoria.

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[1] El cálculo del IDH se obtiene al definir un índice de cada dimensión (Salud, Educación e Ingreso) y luego es combinado con la media geométrica. Los valores del IDH oscilan entre cero y uno, siendo el uno el valor más alto de desarrollo humano para una entidad.

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