Nuevos proyectos, ideas, cambios, mejoras, adaptaciones, entre muchos otros factores conjugados dentro de un grupo de personas con el ímpetu de emprender y crear, pero sobre todo de innovar. Esto sucede cada vez más en la actualidad: “Haz lo que más te guste y ningún día tendrás que trabajar”. ¿Quién no ha escuchado esta frase? Personalmente me inspira para continuar creando mi camino hacia esa dirección donde las actividades como profesionista representan gozo y disfrute en su totalidad; al menos es lo que me imagino.
Hace días escuchaba de distintas personas el cambio en el pensamiento de muchos jóvenes sobre iniciar empresas propias, en lugar de ser empleados de una empresa. Esta ola de emprendimiento a tempranas edades, digo esto debido a que en grandes compañías de hoy en día, sus fundadores dieron el comienzo en edades entre 40-50 años. Hoy vemos a jóvenes de 25-30 años con empresas exitosas, haciendo la transición mencionada anteriormente.
La innovación es un factor obligatorio de hoy en día, empujado por el desarrollo tecnológico y las exigencias del modelo de consumo en la mayoría de los países en el mundo. Sin embargo, ¿la innovación tendrá fecha de caducidad? Los jóvenes se esfuerzan por establecer bajo raíces y bases sólidas sus empresas, teniendo como meta: “a los 40 años podré retirarme a disfrutar lo que he cosechado”. Hay una tendencia donde grandes empresarios/emprendedores, una vez que conformaron un proyecto exitoso, sustentable y rentable, deciden retirarse. Pareciese una decisión inteligente y acertada después de haber invertido varios años de su vida a un proyecto que alguna vez soñó y formuló.
La innovación es un factor obligatorio de hoy en día, empujado por el desarrollo tecnológico y las exigencias del modelo de consumo en la mayoría de los países en el mundo. Sin embargo, ¿la innovación tendrá fecha de caducidad?
¿Pero dónde quedarán aquellos ideales de 10 años atrás?, ¿se alcanza un nivel de satisfacción tan basto como para no seguir innovando? Si las aportaciones sociales son de regocijo para muchas familias, o hasta regocijo personal, deberían continuar innovando sobre las mismas. Seguramente habrá quién los sustituya y dé un valor agregado. ¿Pero dónde quedarán aquellos ideales de 10 años atrás?, ¿se alcanza un nivel de satisfacción tan basto como para no seguir innovando? Las transformaciones en el mundo de hoy son muy comunes; lo que hace dos semanas tenía valor, el día de hoy está obsoleto.
No dejar que la satisfacción monetaria detenga todas las capacidades a desarrollar y poner en práctica. Hay otros que nos están viendo, que pueden verse inspirados por nuestras acciones, o que pueden aunar su ímpetu a nuestros proyectos. Hablo mucho del “hoy” con el objetivo de enfocarnos en el presente, para que el pasado no empañe nuestra visión y que el futuro sea una hoja en blanco sobre la cual vamos añadiendo esos proyectos, ideas, cambios, mejoras, adaptaciones.
Hay otros que nos están viendo, que pueden verse inspirados por nuestras acciones, o que pueden aunar su ímpetu a nuestros proyectos.
El pasado nos enseña que cada vez tenemos un mejor hoy, y que la participación de los ciudadanos dentro de la esfera local está haciendo eco en lo regional, federal, y, ¿por qué no?, internacional.
No disminuyo el impacto de los proyectos de emprendedurismo, fortalezco la relevancia de continuarlos con el paso de los años, adaptarlos, innovarlos y mantenerlos hasta donde nos sea posible.
No dejemos que en la formulación de propuestas, inicio de proyectos, mejora de implementaciones… exista una fecha de caducidad.
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