Este lunes la Primera Ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Arden, anunció un plan para levantar la cuarentena en Auckland pese a un brote aún activo. Una actitud que la mayoría de los países adoptaron hace tiempo.
Dada la posición geográfica del país, desde el principio de la pandemia, Nueva Zelanda había aplicado una inusual estrategia de tolerancia cero con el virus que ha requerido estrictas cuarentenas y un agresivo rastreo de contactos. Esa estrategia de eliminación había funcionado muy bien para el país de 5 millones de habitantes, que ha reportado apenas 27 muertes por el virus. No obstante, a la llegada de la variante Delta, los resultados cambiaron drásticamente. El brote ha superado los mil 300 casos, con 29 nuevos detectados el lunes.
Arden aseguró que: “En este brote, está claro que los largos periodos de fuertes restricciones no nos han llevado a cero casos (…) La eliminación era importante porque no teníamos vacunas. Ahora tenemos, de modo que podemos empezar a cambiar la forma en la que hacemos las cosas“.
Respecto a la vacunación, cerca del 65 por ciento de los neozelandeses ha recibido al menos una dosis y el 40 por ciento está completamente vacunado. Y cerca del 79 por ciento de las personas a partir de 12 años ha recibido al menos una dosis de la vacuna.
Según el plan de Ardern, que comienza el martes, los residentes de Auckland podrán reunirse al aire libre con seres queridos de otro hogar, las escuelas de niños pequeños reabrirán y la gente podrá ir a la playa. Sin embargo, la fecha de apertura de comercios, bares y restaurantes aún no se ha decidido.
Finalmente, Ardern dijo que la mayoría de las medidas se mantendrían para mantener el brote bajo control. Eso incluía un exhaustivo rastreo de contactos y el aislamiento de los contagiados. “Hay buenos motivos para que seamos optimistas sobre el futuro“, sin embargo, concluyó que “no podemos apresurarnos“.
Con información de El Norte