El quietismo es la actitud de la gente que dice: “Los demás pueden hacer lo que yo no puedo.” La doctrina que yo les presento es justamente lo opuesto al quietismo, porque declara: “Sólo hay realidad en la acción.” Y va más lejos todavía, porque agrega: “El hombre no es nada más que su proyecto, no existe más que en la medida en que se realiza, no es, por lo tanto, más que el conjunto de sus actos, nada más que su vida.” (Jean-Paul Sartre, El existencialismo es un humanismo)
Para el filósofo, escritor y pensador francés Jean Paul Sastre, los seres humanos estamos condenados a la libertad. Agregaría que estamos atados a las causas que nos anteceden, inconscientes de que somos consecuencia de la interpretación de la historia. No somos libres de nuestro pasado, pero es el marco teórico y nuestra cancha para la toma de decisiones diarias.
Cada elección tiene su anverso, es decir, una renuncia, por lo que no hay diferencia entre el acto de decidir y de renunciar.
Cada elección diaria implica la renuncia a una alternativa. Al elegir una opción se excluye la posibilidad alterna. A veces, esta libertad es solo otra palabra para definir la alternativa por perder y es la ansiedad de la duda ante la decisión; la decisión de elegir una cosa y renunciar a otras. No hay nada más humano que una renuncia.
La libertad individual implica la capacidad de tomar decisiones autónomas, con sus restricciones intrínsecas. Estas decisiones reflejan la autonomía y la voluntad del individuo, su expresión de libertad. Dice Isaiah Berlín que la libertad de los lobos significa la muerte para los corderos. Es decir, nuestras decisiones tienen consecuencias, y más importante aún, el bien individual no es necesariamente el bien común.
La realidad de nuestras elecciones se manifiesta en la dualidad entre decidir y renunciar. A veces, renunciar se percibe como una expresión consciente de la libertad. La capacidad de decidir a qué renunciar puede ser tan significativa como la elección misma. Dice más de la elección aquello a lo que renuncias que la elección misma; y en la libertad radica la posibilidad de renunciar a la felicidad dentro de nuestras alternativas.
Una toma de decisión auténtica implica ser consciente de las renuncias y de asumir la responsabilidad de ellas. La libertad auténtica implica aceptar las consecuencias de las elecciones y que afectan a aquellos que participan en tu núcleo cercano, o inclusive, en la sociedad. La renuncia, lejos de ser un acto de debilidad, se convierte en la contraparte necesaria de cada elección.
Sobre las decisiones personales y su relación con la democracia
La vida en sociedad nos transforma en actores políticos, donde nuestras elecciones personales reverberan en la narrativa colectiva de la historia. La democracia, con su ambición de equilibrar la libertad individual con el bien común, se presenta como el sistema que busca gestionar las complejidades inherentes a la convivencia humana.
En el escenario político, nuestras decisiones se expanden más allá de lo personal, convirtiéndonos en arquitectos de la sociedad que habitamos. La democracia se erige como el delicado arte de gestionar la complejidad humana, donde la participación ciudadana y el respeto por los derechos individuales son las fuerzas que sostienen la balanza.
La democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás
En el análisis de la democracia, no podemos ignorar sus imperfecciones. La democracia contemporánea enfrenta retos como la polarización, la desinformación y la apatía ciudadana. La complejidad de la sociedad humana y la diversidad de perspectivas hacen que encontrar una alternativa clara y superior a la democracia sea un desafío monumental.
En un mundo donde la autoridad unipersonal ha llevado a opresiones históricas, la democracia, a pesar de sus fallas, sigue siendo el camino de una sociedad más justa y equitativa. La indefinición de alternativas claras nos insta a mejorar y perfeccionar la democracia en lugar de abandonarla, recordándonos que la tarea de perfeccionar este sistema de gobierno es una responsabilidad compartida entre ciudadanos, líderes y pensadores.
¿Qué significado tiene hoy la democracia?
Este año se cocina como una encrucijada para la democracia, con más de 70 países, que albergan a la mitad de la población mundial, ejerciendo su derecho a través de elecciones. En este sentido, ante la apatía surge la pregunta de qué significa hoy la democracia. No tenemos respuestas claras ante sus deficiencias, pero poseemos el poder de decisiones individuales significativas.
En este contexto, hacer conscientes nuestras renuncias adquieren una nueva dimensión. No solo representan actos individuales, sino también una contribución personal a la sociedad que define nuestra convivencia. En el ejercicio de la democracia, cada decisión, cada renuncia, se convierte en un una vuelta al timón tanto personal como colectivamente. Hoy es clave entender el por qué de nuestras renuncias, ejecutarlas y definir qué significarán entorno a la vida y las alternativas restantes.
En un mundo que puede parecer, a veces, indiferente e inmenso ante la presencia de una persona más o menos, una decisión cambia por lo menos uno de los 7 billones de mundos, cada uno tan valioso como el otro. Tomar decisiones diarias para mejorar 2 o tal vez 10 mundos, valora de una manera distinta nuestra vida y el sentido de la misma.