Enfoques cuestionables en momentos incorrectos

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La llegada de AMLO a la Presidencia Mexicana en diciembre del 2018 nos trajo una serie de proyectos que han sido y siguen siendo tema de debate debido a las implicaciones económicas que tienen, así como el posible trasfondo político que impulsa al gobierno de la “cuarta transformación” a llevarlos a cabo. Sin embargo, en estos momentos de una recesión generada a raíz de cancelación de proyectos públicos y privados, aunado a una pandemia sin precedentes, ¿será correcto tratar de seguir llevando a cabo la financiación de estas obras como Santa Lucía y la refinería Dos Bocas?

Desde que el INEGI llegó con la noticia de que el 2019 fue un año sin crecimiento económico se empezó a cuestionar todavía más las obras que propone nuestro presidente y los costos económicos que van a presentar la cuarentena que estamos viviendo solo han servido para potencializar dichos cuestionamientos, pues se considera que una mejor política fiscal anti-cíclica gubernamental sería a través de estímulos fiscales tales como los que se están dando en otros países como Italia, Corea del Sur y EEUU. En cambio, en México el plan de reactivación que fue presentado el pasado 5 de abril, donde se manifiesta continuar con la refinería Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía, incremento la incertidumbre entre los inversionistas, haciendo que las perspectivas de crecimiento económico de México para este año cayeran todavía más y que el peso mexicano se convirtiera en una de las monedas con mayor devaluación a corto plazo.

Se argumenta que, al seguir con el gasto gubernamental previamente planeado a través de estas construcciones, se están siguiendo teóricamente políticas fiscales expansivas, pero no se toma en cuenta que éstas obras podrían ser más bien una muy mala inversión justo en estos momentos porque no son rentables en el corto plazo. La cancelación del NAIM para en su lugar construir el aeropuerto de Santa Lucía significó un incremento en el costo originalmente planteado en gran magnitud debido a que se tienen que pagar más de 10 mil MDP a los contratistas por gastos no recuperables, penalizaciones por cancelación tardía y sumado a esto el nuevo gasto de la construcción de Santa Lucía, estimado en 170 mil MDP. Por otro lado, se estima que el costo de la refinería Dos Bocas podría llegar hasta a 12 mil MDD o 280 mil millones de pesos tomando en cuenta el tipo de cambio del 13 de abril. Este gasto aparte resulta ser de dudosa necesidad ya que las 6 refinerías que actualmente operan en México operan a niveles significativamente menores a su capacidad, y con las recientes caídas en el valor de la mezcla mexicana de petróleo, producir un barril cuesta más que su precio de venta. 

Una opción que se vería más viable sería suspender estos financiamientos redireccionando el gasto planeado al sector salud, así como a los sectores de la economía que se verían mayormente afectados por la súbita cuarentena, tales como la manufactura y el turismo, para de esta manera apoyar al comercio mexicano y por consecuente, a los empleos de nuestros compatriotas que dependen de dichos sectores de producción, aminorando los efectos recesivos de una pandemia que nos tomó por sorpresa. Mientras tanto, la sociedad civil se tendrá que seguir viendo obligada a hacer el trabajo de reactivación por su propia cuenta.

Referencias

El Universal. (2020, marzo 11). Hoy cuesta más sacar petróleo que venderlo. Recuperado 13 de abril de 2020, de https://eluniversal.com.mx/cartera/pozos-del-pais-en-riesgo-financiero-por-petroprecios

El Excélsior. (2019, mayo 14). Costo de refinería en Dos Bocas será 8 mil mdd: López Obrador. Recuperado 13 de abril de 2020, de https://www.excelsior.com.mx/nacional/costo-de-refineria-en-dos-bocas-sera-8-mil-mdd-lopez-obrador/1312885

El Sol de México. (2019, abril 27). Aeropuerto de Santa Lucía será más caro que el de Texcoco. Recuperado 13 de abril de 2020, de https://www.elsoldemexico.com.mx/finanzas/aeropuerto-de-santa-lucia-sera-mas-caro-que-el-de-texcoco-3430920.html

Expansión. (2020, abril 5). El plan de AMLO para reactivar la economía por COVID-19 polariza las redes. Recuperado 13 de abril de 2020, de https://politica.expansion.mx/mexico/2020/04/05/el-plan-de-amlo-para-reactivar-la-economia-por-covid-19-polariza-las-redes

El Economista. (2019, agosto 28). Costo de cancelar el NAIM queda en 71,000 millones de pesos: SCT. Recuperado 13 de abril de 2020, de https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Costo-de-cancelar-el-NAIM-queda-en-71000-millones-de-pesos-SCT-20190828-0057.html

En la política y en la cancha

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En los periódicos abundan las notas con referencias a la política y la economía. Abundan las notas sobre cómo el país (dependiendo el caso) se desploma y sobre cómo las problemáticas globales tienen relevancia en nuestro contexto actual. Sin embargo, y a pesar de que los principales actores en las noticias suelen ser políticos, secretarios, empresarios y activistas, hay otros actores que, aunque no los tomamos en cuenta con frecuencia, tienen una influencia mucho más trascendente en nuestras vidas: los deportistas.

Si nos ponemos a pensar, la vida de un deportista profesional realmente podría tener el mismo impacto en la vida de un individuo, que una decisión política. ¿Y por qué? Porque la industria del entretenimiento deportivo genera más expectativa en la vida de las personas que lo que la vida política de un país puede hacerlo. ¿Por qué? Porque los deportistas despiertan emociones en las personas que, con mucha seriedad puedo decir, el contexto político no puede hacer. Sin embargo, me parece que la combinación de ambas prácticas hace una estupenda combinación.

¿Cómo explicar que México fue el primer país a nivel mundial que albergó la Copa Mundial de la FIFA por dos ocasiones, pero nuestro combinado nacional jamás ha logrado trascender de manera importante en esta competición?

El documental Ilusión Nacional de Olallo Rubio hace este vínculo y presenta la historia de la Selección Mexicana de Fútbol desde su origen y pone en contraste cómo el fútbol ha sido una herramienta de uso político para lograr objetivos y para atraer (o alejar) a la población en torno a una situación de índole nacional. ¿Cómo explicar que México fue el primer país a nivel mundial que albergó la Copa Mundial de la FIFA por dos ocasiones, pero nuestro combinado nacional jamás ha logrado trascender de manera importante en esta competición? Espero que para este punto las preguntas comiencen a surgir en el pensamiento de muchos.

¿Por qué suspendemos nuestras actividades académicas y laborales cada que juega la Selección Mexicana en el mundial?

¿Por qué el Presidente de la República se despide de los jugadores de fútbol en una ceremonia protocolaria que se transmite en los noticieros más importantes del país cada vez que el equipo sale a disputar la justa mundialista? ¿Por qué el Presidente de la República se refiere a los jugadores de la misma manera que probablemente se podría referir a su ejército? ¿Por qué suspendemos nuestras actividades académicas y laborales cada que juega la Selección Mexicana en el mundial?

Seguramente esto sucede porque los federativos —y el gobierno— saben que este pueblo mexicano sigue teniendo la esperanza de trascender en la competición; o saben que los mexicanos queremos triunfar y sobreponernos ante toda situación, o que los mexicanos queremos sentirnos orgullosos de formar parte de una estadística positiva que no hable sobre lo corruptos que somos, lo poco transparente que es nuestro sistema de rendición de cuentas, o que nuevamente estamos en la parte baja de cualquier estadística de la OCDE.

Casos como el de Diego Maradona, Pelé, Zlatan Ibrahimović, Didier Drogba o Samuel Eto’o lo avalan. Sobre los hombros de estos hombres ha descansado, al menos en alguna situación de la historia, todo el peso y la imagen de un país.

¿Qué pasará por la cabeza de los futbolistas? ¿Estarán conscientes sobre todo el poder que tienen en sus botines? ¿Se darán cuenta de que la población entera los ve como héroes y líderes? Lo curioso —por darle algún adjetivo— es que el endiosamiento hacia ellos como figuras públicas se replica en todo el mundo. Casos como el de Diego Maradona, Pelé, Zlatan Ibrahimović, Didier Drogba o Samuel Eto’o lo avalan. Sobre los hombros de estos hombres ha descansado, al menos en alguna situación de la historia, todo el peso y la imagen de un país. Las voces de estos individuos mueven a la población de maneras en que muchos líderes políticos ya quisieran hacer. Sus hazañas deportivas se comparan con las hazañas de los revolucionarios más entrañables de sus países, ganándose toda la autoridad moral de un pueblo que simplemente ama el fútbol, ¿o es que acaso hemos olvidado que el Papa Francisco, en más de una ocasión, ha recibido como regalos las camisetas del uniforme de varios equipos del mundo?

La próxima vez que escuchemos a alguien decir que el fútbol es sólo un deporte, hagamos la corrección: el fútbol, además de ser el deporte más popular del mundo, es pasión, entrega, coraje, ilusión, y una herramienta de uso estratégico a la que los actores políticos de hoy recurren. Aprendamos a distinguir los usos que tiene el deporte en nuestro día a día y hagámonos conscientes de cómo nuestras administraciones buscan influir en nosotros a través de muchos canales. No nos debe de sorprender que esta actitud se haya materializado en la victoria de Cuauhtémoc Blanco como presidente municipal de Cuernavaca o que veamos a Paola Longoria y a Antonio de Valdés fomentando que nos vacunemos contra la influenza. Señoras y señores, como siempre acostumbro a decir, “en política no hay nada que no esté planeado”.

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