La ciudad de los expertos

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Cuando uno se siente enfermo debe ir al médico, presentar los síntomas, responder a las preguntas del doctor, escuchar el diagnóstico y seguir las instrucciones del profesional. Eso es lo correcto.  Pero siempre está la opción de considerarse experto, auto diagnosticarse y recetarse medicamentos que harán sentir mejoría por un tiempo pero tienen posibilidades de dañar más la salud.

¿Qué pasa cuando la ciudad es la enferma? 

En fechas recientes he visto gran polémica en algunos temas urbanos que se deberían tratar con un especialista y seguir sus sugerencias en lugar de exigir ser tratados bajo la auto medicación.

El incremento en la contaminación, el desmedido uso del automóvil privado como medio principal de transporte, la falta de un transporte público de calidad, el déficit de arbolado público, la falta de respeto al peatón en las calles, son algunos de los síntomas de una ciudad enferma de un urbanismo obsoleto, complaciente, con limitada visión social y poca capacidad de generar riqueza pública.

Andadores ecológicos en San Pedro, aplicación de verificación vehicular para el área metropolitana, ordenamiento del Barrio Antiguo, Distrito Tec, aplicación del reglamento homologado de tránsito, son algunas medidas que se presentan ante los síntomas de esta enfermedad progresiva y degenerativa pero hay grupos asintomáticos que se niegan a los medicamentos sugeridos y prefieren que se aplique la medicina que ellos mismos proponen.

Considerar que las mejoras en la movilidad peatonal son temas estéticos que no son prioridad, la generación de más carriles para la circulación de autos, buscar ampararse ante el reglamento de tránsito, preocuparse sólo por los beneficios privados, creer que solo las pedreras deben ser verificadas porque son las causantes de la contaminación y no los autos, y hacer mas vías de alta velocidad para autos son los medicamentos sugeridos bajo el auto diagnóstico.




¿En qué momento nos volvimos expertos? Seguramente cuando le perdimos la confianza al médico. 

Quizás una buena parte de la desconfianza consiste en que el diagnóstico cambio y nos están recetando cambiar espacios dedicados al auto por espacios verdes y peatonales, reducir el uso del auto, moderar la velocidad, respetar el reglamento de tránsito, propiciar ciudades que se puedan caminar y cambiar la cultura vial para dar prioridad al peatón.

¿A quién le gustan los medicamentos de sabor amargo que requieren cambios de hábitos? 

Y quizás también la explicación del diagnóstico no ha sido la adecuada y no se están percibiendo las consecuencias de seguir con el estilo de vida que llevamos. Siempre hay médicos faltos de tacto.

Lo importante de la condición clínica de la ciudad es que se empieza a reconocer que Monterrey y su área metropolitana  tienen síntomas de stress en su urbanismo que pueden degenerar en un repentino colapso.

Y como toda enfermedad grave, se está pasando por la etapa de negación que requiere una segunda opinión o incluso cambiar de médico. La opción que no parece viable es dejar pasar los síntomas y seguir con la auto medicación. No tener un tratamiento adecuado nos puede llevar a acelerar la enfermedad y tener una muerte súbita sin tener claro cómo sucedió.




Y por último, la medicina alternativa también es válida en este momento. No es necesario un diagnóstico ni medicamento. Hay que practicar unos minutos al día la meditación, olvidarnos de lo que queremos para nosotros de manera individual y hacernos la pregunta ¿Qué ciudad queremos para las generaciones más jóvenes? Nos puede ayudar a reducir el stress y estar preparados para cualquier tratamiento.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”

El cumplimiento de la Ley

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¿Cuántas veces hemos escuchado a alguien decir “mugre gobierno? ¿También el típico “por eso estamos, cómo estamos”? Y luego vemos que esas personas son las primeras en incumplir la ley, manejan a exceso de velocidad, se estacionan en lugares prohibidos, no respetan los espacios públicos, tiran basura en la calle, no respetan al peatón y al ciclista.

Ayer en un grupo de Facebook me tocó ver algo por el estilo, un padre de familia se quejaba que lo estaban infraccionando por estar mal estacionado (en una esquina donde interrumpía el flujo de peatones), su argumento ante el oficial de tránsito era que siempre se había estacionado así, ¿por qué lo infraccionaban ahora, si siempre habían sido así las cosas?

Básicamente estimado lector, es como si los políticos nos dijeran que para qué los investigamos si siempre han sido corruptos.




Todo parece indicar que hoy en día los gandallas tienen una serie de pretextos para evadir la ley, entre ellos está el culpar a otros por “hacer lo mismo”, echarle también a los gobernantes por ser corruptos y no respetar la ley, también el típico pretexto que están enfermos, o tienen a un familiar enfermo.

El detalle es que nosotros como ciudadanos debemos de respetar siempre las leyes y los reglamentos, también las autoridades no están para avisarnos si lo estamos haciendo bien o lo estamos haciendo mal, repito, nosotros debemos de saber nuestros derechos y obligaciones.

En las próximas semanas Altavoz sacará un Manual de los Gandallas, resumiendo todos los pretextos que hemos escuchado de gente gandalla en todo México, no solamente en Monterrey, el punto de ese manual es hacerle ver a la gente que tan ridícula se escucha al tratar de evadir una infracción. No por nada en estos tiempos existen tanos #Lords y #Ladys.

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La Revolución Peatonal

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Un grupo de colectivos anda diciendo que hay que movernos a pie en la ciudad. Pero, ¡cómo!, si aquí en Monterrey nos movemos en carro, siempre nos hemos movido en carro. A pie es imposible y en camión nos lleva todo el día. Además, para mí no es problema, pues tengo auto… o, ¿sí? ¿Será que en algo me afecta no tener otras opciones para moverme en la ciudad? ¿Qué tal contaminación, tiempos de traslado, colisiones, embotellamientos, el riesgo que corro de ser atropellado al andar en la calle? Es más, ¿qué tal si ni siquiera tuviera qué trasladarme tanto a largas distancias? ¿Qué tal si la mayor parte de lo que necesito se encontrara a una distancia caminable?

Tal es el planteamiento de la Liga Peatonal (ligapeatonal.org), conformada por 35 miembros activos y 13 colectivos nacionales —hoy extendiéndose a otras partes de América Latina— que se reunieron en CDMX del 4 al 8 de mayo en el #3CongresoPeatonal e impulsan desde múltiples frentes una Revolución Peatonal, es decir, un movimiento de espacios públicos que pone a los peatones en el centro del escenario principal, que es la calle.

Y vendría bien aquí preguntarnos, ¿somos todos peatones? La respuesta es sí y no. Todos caminamos en algún momento del día, unos más, unos menos, cierto, pero hay quienes no tienen otra opción. Entonces, ¿a quiénes pesan más las condiciones poco óptimas —por decir lo menos— para caminar en la ciudad? Desafortunadamente, a la población de menor estrato socioeconómico, que son también quienes más mueren en la vialidad. Pero no sólo a ellos.

…¿somos todos peatones? La respuesta es sí y no. Todos caminamos en algún momento del día, unos más, unos menos, cierto, pero hay quienes no tienen otra opción. Entonces, ¿a quiénes pesan más las condiciones poco óptimas —por decir lo menos— para caminar en la ciudad? Desafortunadamente, a la población de menor estrato socioeconómico, que son también quienes más mueren en la vialidad.

Nuestras ciudades están diseñadas pensando en gente en pleno uso de sus capacidades motoras —y a veces hasta malabaristas—. Niño/as, anciano/as y personas con cualquier tipo de discapacidad no entran en escena. Las vialidades no son seguras para ello/as. Rutas peatonales obstruidas por autos, anuncios, postes de luz que obligan a quienes transitan a bajar a la calle, y resultan en situaciones alarmantes como el que las colisiones viales sean la principal causa de muerte en niños de 5 a 9 años de edad y la segunda en jóvenes entre 10 y 19 —esto es choques y atropellamientos— en Nuevo León. Personas con discapacidad simplemente no gozan de su derecho a transitar libremente por la ciudad. Están imposibilitadas.

Aquí compartimos un problema con toda América Latina: nuestras ciudades han crecido con muy poca o nula planeación y en este crecimiento, se han llenado de asentamientos informales —y no tan informales— a los que no se les dota de la infraestructura necesaria para hacerlos espacios seguros para la movilidad y bien conectados para el transporte de mayor distancia.

Nuestras ciudades están diseñadas pensando en gente en pleno uso de sus capacidades motoras —y a veces hasta malabaristas—. Niño/as, anciano/as y personas con cualquier tipo de discapacidad no entran en escena. Las vialidades no son seguras para ello/as.

El Índice de Prosperidad Urbana de ONU Hábitat señala cinco ejes para evaluar la calidad de un espacio público: infraestructura, productividad, calidad de vida, equidad e inclusión social, sustentabilidad ambiental y gestión de riesgo. La planeación urbana habría de estar enfocada en estos cinco ejes. ¿Dónde estamos en Monterrey?

¿Cómo transformamos una ciudad dispersa en una ciudad caminable, una ciudad que habiendo crecido una vez en población, lo hizo 2.5 en extensión territorial? Nos encontramos ante la necesidad de repensar los espacios que utilizamos habitualmente; de crear un balance entre donde vivimos y a dónde nos movemos. Es pensar en las opciones que dichos espacios nos ofrecen y pueden ofrecer: comercios, alimentos, servicios, esparcimiento…

Y podemos hacerlo también desde el espacio que habitamos: darle vida a nuestra ciudad. Hacer uso de nuestras calles, parques y plazas, invita a la gente. Así ganamos espacios para el uso de las personas. Creamos momentos y situaciones que generan encuentro y convivencia, y derivan en vínculos y cohesión social. Recordemos que nuestra mera presencia altera, transforma y construye la ciudad. El rumbo lo damos nosotro/as.

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– “Todos los puntos de vista son a título personal y no representan la opinión de Altavoz México o sus miembros.”