Nacionalizar es descolonizar

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Esta gran frase de Vicente Lombardo Toledano, secretario de la Confederación de Trabajadores de México en los años 30s, engloba en tres palabras el sentimiento y las motivaciones que llevaron al General Lázaro Cárdenas a expropiar el petróleo en 1938.

En una época actual donde la privatización de algunas industrias es vista como algo favorable para la economía nacional, es difícil visualizar cómo fue posible la creación de PEMEX ante la presión diplomática.

Nacionalizar es descolonizar porque la nacionalización del petróleo conllevó a romper las ataduras imperialistas que tantos siglos nos habían agobiado y porque se demostró que un país latinoamericano tenía la dignidad y la capacidad suficiente para imponer su soberanía.

La expropiación petrolera trajo al país una importante transformación en cuestión de infraestructura y de orden político tras venir de décadas de caos después de la Revolución. Fue una más de esas políticas socialistas que tanto bien le hicieron al país como el reparto agrario, la creación de escuelas, la invención del ejido, el asilo español y Pemex, el gran baluarte del Estado Mexicano.

Si bien es cierto, la nacionalización conllevó una devaluación del peso en esa época, cimentó los primeros pasos del Milagro Económico Mexicano que tiempo después ocurriría en tiempos de López Mateos y Ruiz Cortines.

Nacionalizar es descolonizar porque la nacionalización del petróleo conllevó a romper las ataduras imperialistas que tantos siglos nos habían agobiado y porque se demostró que un país latinoamericano tenía la dignidad y la capacidad suficiente para imponer su soberanía.

No importó echarse encima al gobierno “yankee”, a los ingleses, al dictador Franco o incluso a la misma Unión Soviética, las políticas sociales que si favorecen al pueblo no deben ser cortesías a las potencias sino demostraciones de libertad.

El gobierno de Cárdenas demostró que se podía hacer política ayudando al campesinado y al sector obrero, al empresarial e incluso un singular apoyo a las minorías golpeadas como los refugiados españoles o el recibir a comunistas como León Trotski. No importó echarse encima al gobierno “yankee”, a los ingleses, al dictador Franco o incluso a la misma Unión Soviética, las políticas sociales que si favorecen al pueblo no deben ser cortesías a las potencias sino demostraciones de libertad.

Es iluso pensar que los políticos actuales deban copiar a Cárdenas o que el cardenismo fue perfecto y debemos regresar a las ideas de 1938. Sin embargo, la pasión y el dinamismo por el progreso nacional que se tuvo en esa época cuando se compara a los últimos 20 años de gobiernos nacionales dista mucho de tener siquiera algo de eso.

Nacionalizar es descolonizar porque fue justo y es justo cuando las potencias extranjeras no quieren hacer negocios con México sino a costa de México y aún más justo porque ocurrió cuando se dieron las circunstancias que en otro momento nos costaría otra invasión.

Lo dicho, dicho está.

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