Tabúes expuestos: La Iglesia Católica

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Cada vez que las personas entran en una discusión es complicado tener un desenlace donde ambas partes se sientan en común acuerdo, y haya un reconocimiento palpable entre lo que uno ha dicho contra lo que su contraparte argumenta. Realmente sobre cualquier tipo de temática puede existir una fuente inagotable de temas e ideas que pueden provocar que haya conversaciones de horas, días y semanas acerca de un mismo tema, un tema cualquiera. Si agregáramos un tema que tiene un componente moral, probablemente entraríamos a un nivel de discusión donde la integridad de cada persona podría estar comprometida, y los fundamentos de cada individuo se comprometen al emitir una postura. Algo perfectamente normal.

Hace poco tiempo se dio la noticia de que el sacerdote polaco, Krzysztof Charamsa, abiertamente declaró su homosexualidad y presentó a su pareja.

Hace poco tiempo se dio la noticia de que el sacerdote polaco, Krzysztof Charamsa, abiertamente declaró su homosexualidad y presentó a su pareja. Por ello, y probablemente muchos otros motivos, ha sido expulsado de la Iglesia Católica. El coming out de Charamsa naturalmente ha disparado las opiniones, y ha traído de vuelta algunas discusiones que probablemente el Vaticano tenía un poco empolvadas y archivadas en el cajón, debajo de otros temas como la pederastia y las reformas a la Iglesia que, de manera muy discreta —como todo en la Santa Sede, me atrevería a decir— son vistas con recelo por parte del ala conservadora.

Según comentó en entrevista al periódico El Mundo, su experiencia le permite decir que dentro del Vaticano existe una comunidad homosexual que, por razones diversas, se mantiene oculta.

Los temas que propone Charamsa son verdaderamente interesantes. Una de sus declaraciones que me parecen más importantes son acerca de la concepción misma del ser humano, cuando plantea la idea de que Dios realmente no ha creado a ningún ser humano “defectuoso” y que, según comentó en entrevista al periódico El Mundo, su experiencia le permite decir que dentro del Vaticano existe una comunidad homosexual que, por razones diversas, se mantiene oculta. Lo que ha causado más revuelo es la aparente tranquilidad con la que el todavía sacerdote ha comunicado su mensaje, pues en ningún momento ha titubeado al hablar acerca de sus preferencias sexuales, y tampoco ha dudado en aparecer en público con su novio.

¿Cuál es el gran dilema, me permito preguntar, de que un sacerdote tenga una preferencia sexual distinta a la tradicional?

¿Cuál es el gran dilema, me permito preguntar, de que un sacerdote tenga una preferencia sexual distinta a la tradicional? La primera respuesta que sale a relucir habla sobre las tradiciones, la herencia de la Iglesia para con el mundo y el fuerte componente moral que, en caso de aceptar sin reproches las preferencias de Charamsa, podría ser puesto en entredicho, pues recordemos que para quienes profesan la religión católica, es desde Roma que se han dictado muchas de las actuales reglas de moralidad que hoy rigen a occidente, ergo a este mundo globalizado.

Si a esta situación añadimos la atinada —aunque para gran parte del clero, “desatinada”— declaración del Sumo Pontífice que reza: “Si una persona [homosexual] viene, y se acerca a Dios con buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”, entonces el tema realmente da mucho más de que hablar, pues estructuralmente pareciera ser que la homosexualidad no tiene un límite dentro de la jerarquía de la Iglesia, sino que permanece como un tema segregado, olvidado, desechado y condenado a ser rechazado por siempre. Otro apunte importante es el momento en el que Charamsa decide hacer su declaración, pues el prelado comunicó su mensaje en una conferencia de prensa previa a la inauguración del XIV Sínodo de los Obispos sobre la familia en el cual se discutió, a grandes rasgos, acerca de la relación entre la Iglesia y la familia, y cómo la Iglesia debe acercarse al individuo.

Aunque por ahí se dice que de política y de religión nunca se termina de hablar, esperaría que la frase tuviera una connotación positiva en lugar de la actual negativa. Ojalá que nunca termináramos de hablar acerca de política, nos interesásemos por todos los dilemas actuales y formásemos parte de una sociedad en activa. Ojalá que nunca termináramos de hablar de religión, buscáramos evolucionar en nuestros preceptos morales y retomar el espíritu de que éstos sean nuestras reglas y normas de convivencia e interacción con la sociedad en lugar de representar tabúes y diferencias.

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