El otro Joaquín que cayó la semana pasada

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En esta semana, los periódicos, los columnistas y prensa en general están hablando del tema del momento que es la captura de Joaquín Guzmán Loera. Sin embargo, el jueves 7 de enero otro Joaquín, otro capo, otro omnipotente y omnipresente cayó, pero éste con poder legítimo. No lo tumbó el gobierno, sino la muerte que es más pareja.

Joaquín Gamboa Pascoe, el milenario líder de la CTM, falleció a los 93 años de edad dejando un legado turbio, oscuro y con pocos logros como lo que siempre ha ofrecido la CTM o “club de la eternidad” a sus agremiados.

Joaquín Gamboa Pascoe, el milenario líder de la CTM, falleció a los 93 años de edad dejando un legado turbio, oscuro y con pocos logros como lo que siempre ha ofrecido la CTM o “club de la eternidad” a sus agremiados.

Don Joaquín, compañero de facultad del expresidente López Portillo en los años 40, paradójicamente se vinculó al sector obrero sin jamás haber sido obrero. Trabajando como asesor legal en la Federación de Trabajadores del DF de su primer maestro Jesús Yuren fue donde tuvo su despegue espectacular.

Fue diputado federal en 1967 y senador en 1976; nunca tuvo carisma para ganar elecciones, por eso compitió en pocas. Hábil como sus maestros y jefes supo mantenerse vigente en la política por más de 40 años, reconoció a Fox y a Calderón en tiempos de crisis, a Peña Nieto en tiempos de gozo. Apadrinó a gobernadores, alcaldes, secretarios y presidentes.

A los 90 años, en un acto de auto-reconocimiento y vanidad se le manda hacer una estatua de sí mismo en las oficinas centrales del sindicato develándola él mismo acompañado de sus amigos, los políticos.

Siempre al estilo de la monarquía de la CTM, donde la renovación de sus líderes es infinita hasta que la muerte opine lo contrario, esperó pacientemente la muerte de sus jefes, Fidel Velázquez y Leonardo “La Güera” Rodríguez para llegar al puesto en 2005. A los 90 años, en un acto de auto-reconocimiento y vanidad se le manda hacer una estatua de sí mismo en las oficinas centrales del sindicato develándola él mismo acompañado de sus amigos, los políticos.

Se hizo famosa su frase: “¿Qué porque los trabajadores están jodidos, yo también debo estarlo? A mí nunca me verán descalzo ni de guaraches…”

Enemigo de la prensa y de las entrevistas, como buen líder sindical no admitía críticas, evaluaciones, despóticos, capaz de traicionar cualquier ideología con tal de mantenerse en el poder. Se hizo famosa su frase: “¿Qué porque los trabajadores están jodidos, yo también debo estarlo? A mí nunca me verán descalzo ni de guaraches…” al llegar a las conferencias de prensa en exclusivos automóviles Lincoln de importación.

Despótico, influyente, ostentoso, hijo del sindicalismo charro, padrino de la corrupción y vividor de los trabajadores: se va don Joaquín sin mucho que llorarle.

Oscuro y gris como él mismo; conservador, despótico, influyente, ostentoso, hijo del sindicalismo charro, padrino de la corrupción y vividor de los trabajadores: se va don Joaquín sin mucho que llorarle. Más han llorado los trabajadores que vivían como él decía “con la tripa a medio comer”. El emperador de la CTM ha muerto, el Cónclave del Vaticano de la CTM coronará al nuevo rey.

En su funeral, se lleva anécdotas, influencias, rumores, millones, los secretos de los presidentes y la abierta y cínica traición a los trabajadores… Donde quiera que esté, probablemente allá abajo, estará disfrutando con algún compadre un buen corte de L’Heritage, el restaurante francés de la Ciudad de México que tanto le gustaba.

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